El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha enviado una carta al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en la que se desmarca de la petición de incrementar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB. Después de que en abril, en rueda de prensa, anunciase el incremento hasta el 2% -el mayor gasto militar de España en tiempos de la actual democracia-, ahora el Gobierno se baja de incrementarlo de forma tan impotante.
Sánchez rechaza esta subida y defiende que el compromiso actual de alcanzar el 2% este mismo año ya es suficiente para cumplir con las necesidades militares del país, especialmente frente a amenazas como la guerra en Ucrania. En la misiva, Sánchez solicita que la declaración de la próxima cumbre de la OTAN en La Haya, la próxima semana, sea flexible, permitiendo que el aumento al 5% sea opcional o que se excluya a España del compromiso.
De hecho, Sánchez insiste en que ya se han hecho excepciones para otros países anteriormente. Entre las razones para la excepción, Sánchez ha comunicado a la OTAN que las capacidades militares aprobadas recientemente serán válidas hasta el final de la década y que no todos los países necesitan gastar lo mismo.
Pero directamente es que un aumento hasta el 5% implicaría recortes en servicios públicos, subidas de impuestos o retrocesos en políticas sociales, ecológicas o de cooperación internacional. El organismo internacional, en el fondo, estaría provocando una auténtica crisis económica. Hay que recordar que España gasta un 7% de su PIB en Sanidad, que es una de las mayores patas del gasto público. Acercar el gasto militar hasta esas cifras supondría un problema importante
Sánchez ha señalado que España es un aliado firme y comprometido dentro de la OTAN, pero que también debe atender otros retos. Por ello, aboga por mantener el equilibrio entre el gasto en defensa (limitado al 2%) y otras prioridades como la diplomacia, la transición ecológica y la justicia social.
Estados Unidos ha sido claro y ha dicho que el incremento del gasto no es opcional, y que todos los países, incluido España, deben incrementar sus gastos. De hecho, este nuevo tiempo viene comandado por los estadounidenses. Desde la llegada de Donald Trump, el país ha comenzado a cerrarse sobre sí mismo, bajo riesgo de perder la hegemonía de las últimas décadas. Los aranceles, con la excusa de fomentar la producción interior, también se enclava en esa estrategia.
La opción de Europa de militarizarse lleva años rondando. Al ser la OTAN un organismo independiente de la UE, pero donde están muchos países de la UE, Europa se daba por defendida en ese contexto de dependencia de los americanos. Ese escenario, a futuro, parece haber cambiado y la Casa Blanca no está dispuesta a seguir siendo un 'guardián' de Occidente. De hecho, puede ser un movimiento estratégico que Trump ha precipitado, pero que incluso futuros gobiernos del partido actualmente fuera del poder, los demócratas, podría ver con buenos ojos.





