Poco antes de que Juan Marín, líder de Cs en Andalucía y candidato a la Presidencia de la Junta de los naranjas, aparezca por la esquina de la plaza del Banco que conecta con la calle Larga de Jerez, acompañado de cargos del partido como Begoña Villacís, Edmundo Bal y la cabeza de cartel por Cádiz, Rocío Ruiz, en la plaza casi se cuentan más periodistas que simpatizantes del partido. Luego la cosa mejora, pero entre políticos, medios y simpatizantes no pasa de 60 o 70 personas.
Ciudadanos elige Jerez para el acto de inicio de campaña de las elecciones andaluzas, que comienza la medianoche del jueves al viernes. Quizás porque la líder del partido, Inés Arrimadas, nació en la ciudad y tira de jerezanía cada vez que quiere rascar votos por esta tierra, o quizás porque hay que recordar que Cs fue el partido más votado en Jerez en las andaluzas de 2018, superando en casi 1.000 votos al PSOE y en casi 5.000 al PP.
No parece que cuando se cierren las urnas y se recuenten los votos el próximo 19 de junio, el partido naranja vaya a repetir una gesta así en Jerez ni en otras grandes ciudades andaluzas. En la provincia de Cádiz, esos mismos comicios, también fue el más votado en Algeciras, por ejemplo. Ahora la percepción es otra. A pesar de haber estado en el autodenominado Gobierno del cambio —de hecho, el lema de campaña de Cs es "Andalucía, el cambio que funciona”—, todo indica que el PP fagocitará a Cs, que poco rendimiento sacará de su presencia en el Consejo de Gobierno de la Junta.
Pero en un inicio de campaña no se puede transmitir esa sensación. Aunque de puertas para dentro, off the record, se resople cuando se pregunta por las perspectivas electorales el próximo 19J. Juan Marín hasta llega a decir que "Cs va a gobernar cuatro años más", y recuerda los comicios de 2015, "cuando no nos daban ninguno y sacamos nueve". Una forma de movilizar a su tropa que, dicho sea de paso, no era muy numerosa en la plaza del Banco jerezana.
"Ahora empieza lo bueno, lo divertido, por fin nos vamos a calle a decirle a la gente que puede confiar en nosotros", dice Juan Marín, casi al final de su interlocución. Lo hace en una tarima de apenas unos centímetros de altura, justo delante del templete de la plaza, donde dos banderolas, unas letras enormes con el logo del partido y dos carteles de campaña —uno solo con Marín y otro con él y Ruiz, candidata por Cádiz—, tapados hasta que hablan los presentes, componen la escenografía. Sin contar megafonía, por la que suenan sones flamencos —libres de derechos— de un artista ruso llamado Ilya Truhanov —chivatazo de Shazam mediante—.
El acto empieza unos minutos tarde y la primera en hablar es Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, quien busca un lazo afectivo con Andalucía, algo común en todos los que intervienen. Ella recuerda la "feliz imagen" que vivió en 2015 cuando Cs logró nueve diputados en el Parlamento andaluz. "Disteis el pistoletazo de salida a Cs a nivel nacional", expresa a los presentes, mostrando nueve dedos, uno por cada escaño conseguido, para lo que pide un aplauso. Como lo hace para "Imbroda y su maravillosa familia", por el consejero de Educación tristemente fallecido hace unos meses. Villacís destaca de la gestión de los naranjas en la Junta, "que ha peleado por Jerez", la residencia de mayores de La Granja o la aportación al canon del Gran Premio de España que se celebra en el trazado jerezano.
El otro telonero de los candidatos, Edmundo Bal, portavoz adjunto de Ciudadanos en el Congreso, recuerda que es de Huelva —"aunque no se me note el acento"— y coge la bandera de la "lucha contra la corrupción" durante su discurso. En ese sentido atiza a PP y PSOE, que están "peleando por repartirse instituciones". Cs, abunda Bal, "gestiona bien lo público y para todos". Pero también tiene palabras para Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, de Vox, un "vicenada" que cobra casi 80.000 euros al año "sin hacer nada". "En 2018 se produjo el cambio de verdad", dice Bal, que define a Vox como el partido del "lío, el cabreo, la mala baba y los insultos".
Los abuelos de Rocío Ruiz, número 1 de Cs por Cádiz, se enamoraron en una bodega, cuenta al inicio de su intervención, buscando la complicidad del público. De la gestión de los naranjas, destaca los datos turísticos —"de la Consejería de Juan (Marín)"— o el aumento de autónomos —"de la consejera de Empleo (Rocío Blanco)"—. Y también, "esa Educación maravillosa, con menos fracaso escolar y más inversiones", que atribuye a la labor del malogrado Javier Imbroda. "A mí me dicen que no puedo luchar por la igualdad, ni por los derechos LGTBI. ¿Quién da ese carné? Se los he quitado todos", agrega Ruiz, que luego se define como "muy peliculera", y se imaginó, en su visita reciente al oratorio de San Felipe Neri de Cádiz, como una de las liberales, junto a sus compañeros, que impulsaron a la Constitución de 1812. Será por imaginar...
Juan Marín es el último en hablar. "Llegamos con ilusión de poder cambiar Andalucía y lo hemos hecho", dice nada más empezar, mostrándose convencido de repetir Gobierno con el PP, algo poco probable si se hace caso a las encuestas que, no menciona directamente, pero ante las que quiere mostrarse seguro de darles la vuelta, en contra de la deriva iniciada por el partido hace ya unos años. "El cambio no empezó 2018, empezó en 2015", señala Marín, cuando estaba "acojonado" porque "nos daba la llave para empezar a fiscalizar al PSOE". "Nos daban cero y sacamos nueve", recuerda, queriendo hacer un paralelismo con la situación actual. Lo cierto es que entonces Vox era residual. Ahora ya no.
Que Andalucía es "motor económico" del país —un mantra repetido por PP y Cs estos años—, que "hay más jóvenes andaluces que encuentran empleo, más que en el resto de España" o que el PIB andaluz "crece más que la media nacional y europea", destaca Juan Marín. Todo gracias a Cs, claro. "Lo hemos hecho sin hacer ruido, hemos gobernado para todos", señala el todavía vicepresidente de la Junta de Andalucía, para el que "el único cambio que ha funcionado en Andalucía ha sido Cs. Después de 37 años de régimen, ¿qué queremos otro régimen pero de derechas?", se pregunta. Luego destapa el cartel electoral, que dice que no había visto. "Oye, pues no estoy tan malote", apunta, esperando que el gesto no se le tuerza la noche del 19J.
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