El 14 de abril se conmemora en España la proclamación de la II República. Esto supone un cruce de mensajes en redes, principalmente de republicanos, solicitando que se abra el debate sobre la Jefatura del Estado. Las posiciones suelen estar claras, aunque hay un partido partido que tiene que cabalgar entre contradicciones constantemente que resultan muy difíciles de explicar.
Ese partido es el PSOE. De naturaleza republicana pero con voluntad actualmente monárquica. Su principales dirigentes reivindican los valores republicanos a la vez que piden el respeto al marco de convivencia constitucional. En otras palabras, nunca es el momento de decidir sobre la Jefatura del Estado.
El ciclo suele ser el mismo, los militantes jóvenes defienden la República hasta que crecen, entran en la vorágine orgánica y modulan su discurso hasta defender al Rey más, incluso, que los propios monárquicos. En cualquier caso, el 14 de abril sirve para que muchos de estos, obligados a defender el argumentario, se desahoguen.
Entre todos sobresalen las Juventudes Socialistas, los militantes menores de 30 años. En esta ocasión, cuando se cumplen 91 años de la proclamación de la II República, la organización juvenil ha emitido un manifiesto titulado 'Una nueva República, un nuevo país'. En él se reivindica "la vanguardia que supuso la II República, cuyos avances en justicia social, libertades y derechos convirtieron al país en un ejemplo para los gobiernos democráticos de Europa".
Añade, como justificación de los actos de sus mayores que "la España del siglo XXI ha superado con creces los logros de II República ya que los valores republicanos han impregnado las acciones de gobiernos socialistas durante las últimas décadas". Pero también pide "la construcción de un nuevo modelo de país" con "un diseño institucional diferente que pueda sentar las bases de una república a medio plazo y conseguir un amplio consenso generacional que pase la página de una monarquía agotada por los escándalos y carente de utilidad para el país".
Por ello, solicitan "fijar un punto de partida realista respecto al debate sobre un referéndum entre monarquía y república".
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