84 años de 'La Desbandá', donde estuvo Antoine Hidalgo, padre de la alcaldesa isleña de París

En la carretera entre Málaga y Almería, la aviación golpista con sus aliados cometieron una masacre en 1937 que costó la vida a miles de personas que huían de la Costa del Sol. Anne Hidalgo revela que su padre fue uno de los supervivientes

Una imagen de la Desbandá.
Una imagen de la Desbandá.

La Desbandá no tiene un cuadro de Picasso, aunque ocurrió en su Málaga de nacimiento. Este 8 fe febrero se cumplen 84 años de uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil contra civiles. No fue el único, claro. Badajoz lo sufrió y Gernika también, pero La Desbandá fue también una de las mayores crueldades que entraría en lo que el derecho internacional moderno llama un crimen de guerra, una práctica genocida.

Uno de los supervivientes fue Antoine (o Antonio) Hidalgo, el padre de la alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 1959), que así lo ha dado a conocer en Twitter: "Una historia española, una historia europea, parte de mi historia. Pienso en mi padre, que estaba en esta columna de refugiados con siete años. Solo al final de su vida lo contó". Hidalgo iría más tarde a trabajar en los Astilleros, y allí practicó un sindicalismo clave que le haría marcharse a Francia en 1959, y que marcaría la vida de la actual regidora de la capital francesa, una de las favoritas para que los socialistas traten de recuperar la Presidencia frente a Macron en los próximos comicios.

La versión corta de este suceso terrible es que Málaga continuaba del lado republicano en 1937. Una serie de derrotas militares de los republicanos frente a los golpistas en los alrededores fueron decisivas en zonas como Ronda o Antequera. Para entonces, el Sur estaba casi consolidado al completo y podía hablarse, a fin de cuentas, de reductos. Clave fue la caída tan rápida de Andalucía para el resto de la Guerra, porque permitió avanzar por diversos territorios en dirección Madrid con las tropas movilizadas en el Golpe desde el Norte de África, y de hecho, la Guerra Civil duró tres años por puro ensañamiento.

Reportaje de 'La Desbandá' en Canal Sur

Una de las que pudo resistir fue Málaga. Los republicanos conservaban esa plaza estratégica que si bien no confería control del Mediterráneo, el terreno escarpado y la amplia presencia de una resistencia permitían aún pensar en un final favorable del conflicto. Nada más lejos. Tres buques, el Canarias, el Baleares y el Almirante Cervera bombardeaban a la costa a comienzos de febrero, apoyados por los italianos. Los camisas negras de Italia controlaban la Sierra. Por los aires, no menos importante fue la aviación alemana. 

Rodeados, un número no bien definido de familias, temerosas de la llegada de las tropas franquistas, acusados de mutiladores, de cortar cabezas o los pechos a las mujeres, asustados por las proclamas del genocida Queipo de Llano, emprendieron camino hacia Almería, que aún resistía. Fueron muchos sin zapatos por la actual N-340, la carretera del Mediterráneo, desde Málaga rumbo a un territorio donde muchos perdieron la vida por los bombardeos. Hay historiadores que hablan de 300.000 refugiados, prácticamente desarmados, que veían cómo el cielo se les caía. 

Una imagen de La Desbandá.
Una imagen de La Desbandá.

Este altísimo número tiene una razón: los refugiados habían estado llegando a Málaga a causa de las derrotas y las huídas de republicanos. Cuando ésta se ve condenada, hay que huir de nuevo. Familias de hasta diez hijos, señalan los historiadores, emprenden el camino. Otros hablan de 150.000, o 30.000 refugiados. La cifra de muertos, enterrada por el olvido, va de 5.000 o 10.000. En la primera noche fueron asesinados un millar. El historiador Luis Melero le puso nombre en 2005 a este episodio por un testimonio recogido en su investigación realizada en un viaje en carretera buscando testimonios entre los pueblos, recogía en un especial La Opinión de Málaga

Queipo de Llano dio la orden de cometer este genocidio: “Un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más a prisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones…”. El Gernika Andaluz no sería justo como definición para tan terrible asesinato desde los cielos de familias completas. No iban a por militares, ni necesitaban esta victoria más que por el deseo de muerte. Muchos llegaron a Almería, otros caminaron hasta Francia durante el resto de la Guerra.

La prensa internacional lo contó con detalles. El doctor Norman Bethune contabilizó para The New York Times a más de 5.000 niños menores de 10 años en la huída. Presenció cadáveres en el camino. Bombardeos de algún convoy. La fila humana se alargaba por decenas de kilómetros. Kilómetros de muerte que hasta el siglo XXI no ha comenzado a contar con conocimiento histórico, eclipsado por otros testimonios de la Guerra Civil, como el citado caso de Gernika. También en Málaga ensayaron sus métodos genocidas los nazis, a sangre fría. Es la España del 37, la previa de la II Guerra Mundial. Y Málaga fue uno de sus primeros ensayos.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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