Los europeos han tenido 43 días para votar si quieren mantener la política de cambio horario dos veces al año y estos, en una encuesta pública hecha por la Comisión Europea, han dicho mayoritariamente que no. En total han sido 4,6 millones las personas que han participado en la misma, siendo el 80 por ciento de los votos contrarios a seguir perpetuando el sistema de cambios horarios.
Si bien esto ha sido un sondeo, y no un referéndum, la Comisión Europea se ve ahora en la necesidad de debatir el asunto, ya que para que exista un acuerdo tiene que haber consenso con el Parlamento y los estados miembros de la Unión Europea.
Las actuales leyes comunitarias exigen a los 28 estados miembros a adelantar los relojes el último domingo de marzo (horario de verano) y a retrasarlos el último domingo de octubre (horario de invierno). El principal motivo, el supuesto ahorro energético, que al parecer no lo es tanto. De hecho, según los expertos, el ahorro de luz se sitúa entre el 0,5 y el 2,5%. En el lado contrario, los más críticos aducen que el cambio horario altera los biorritmos humanos.
El horario de verano comenzó a generalizarse debido a la crisis del petróleo de 1973, para ahorrar energía y así aprovechar las horas de luz solares. Actualmente, en la UE existen tres husos horarios: El de Europa Occidental (GMT), que lo conforman Irlanda, Reino Unido y Portugal; el de Europa Central (GMT+1)—Austria, Bélgica, Croacia, República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Luxemburgo, Malta, Holanda, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, España y Suecia— y el de Europa Oriental (GMT+2)—Bulgaria, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania y Rumanía—. Hay que señalar que a España le corresponde el primer huso, pero durante la Segunda Guerra Mundial, Franco decidió adaptar el huso de la Alemania de Adolf Hitler.
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