Amalia, una niña ucraniana, ha congelado los corazones del mundo con su conmovedora interpretación en un búnker de Kiev de la banda sonora de la película Frozen.
La dulzura mostrada por esta menor contrasta con el clima de desolación que están viviendo miles de niños en un país en guerra por la invasión de Rusia.
El canto a la esperanza de Amalia se ha convertido en viral y es ya todo un símbolo de esperanza para la población de Ucrania.
El silencio se hizo absoluto durante la interpretación de Amalia, una de los millones de víctimas de esta guerra absurda. "El frío a mí nunca me molestó" es el estribillo de una canción que eclipsó por un momento el ruido de los bombardeos.
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