Un arquitecto sevillano, confinado (otra vez) en China: "Es muy estricto, hay un equipo sanitario de vigilancia"

Germán Cintas reside en Shanghai, donde lleva unos días trabajando y haciendo vida en casa, tras la vuelta a las cuarentenas en el país asiático, que sigue una estricta estrategia de covid cero

Germán Cintas, sevillano que vive en China.
Germán Cintas, sevillano que vive en China.

El momento en el que Germán Cintas (Sevilla, 1974), arquitecto residente en China desde 2014, responde a las preguntas de lavozdelsur.es, la Comisión de Salud de Shanghai ha reportado 3.726 contagios de coronavirus —el 95% de ellos, asintomáticos—, sobre una población de más de 26 millones de personas. China ha decidido volver a los confinamientos, una medida que no tomaba desde la primera mitad de 2020, al inicio de la pandemia. Ahora, millones de residentes en el país asiático están confinados, de ciudades como Shenzen, toda la provincia de Jilin y de zonas de Shanghai, donde reside Germán Cintas.

“Para entender la estrategia del covid cero con la que se ha abordado la pandemia en China yo creo que es necesario entender dos cosas”, explica el arquitecto sevillano. “La primera es que las raíces filosóficas que sustentan la cultura de este país se basan en la armonía de la comunidad, la sociedad sobre el individuo, el bien común por encima del bien personal. Esto ha hecho que las personas hayan aceptado todas las medidas adoptadas por el Gobierno de forma incondicional”, dice.

Por eso, “cuando apareció el covid en pleno Año Nuevo Chino todo el mundo estaba concienciado de que había que quedarse en casa, usar mascarillas y evitar desplazamientos y concentraciones, de una forma tan disciplinada que para mí resultaba hasta chocante”. A su vez, reseña que “hay que conocer la importancia de la tecnología en el día a día en China. No se usa dinero ni tarjeta, todo va por pago con las apps de Alipay (Alibaba) y Wechat (Tencent). Esta última es como una navaja suiza: imagina Facebook, Whatsapp y Twitter en una sola app que además permite el pago, transferencia entre cuentas, envío de dinero, traducción de textos, comprar billetes de tren o avión o entradas de cine, pagar facturas y con una interfaz que permite alojar cualquier otra aplicación de cualquier empresa”.

“Es asombroso cómo con una sola app puedes hacer prácticamente todo aquí. Ambas incluyen el famoso código de salud QR”, describe Germán Cintas, quien cuenta que “el registro de estos programas, asociados a tu número de teléfono, tienen aquí un estatus casi equivalente al de un DNI. Así es muy sencillo hacer un seguimiento de cualquier persona con covid, localizarla, descubrir quién ha estado en contacto con ella y dar paso a los protocolos de control sanitario pertinentes”.

Germán, que reside en Shanghai, una ciudad con 26 millones de habitantes, señala que no ha habido “cuarentenas generalizadas”, y que “desde que apareció el covid lo único que hemos notado es la obligatoriedad de usar mascarillas en determinados espacios, como hospitales y transporte público, y a tener que registrar ese código QR sanitario con frecuencia en los desplazamientos y accesos a espacios de interés”.

El arquitecto, cuando fue confinado, sintió “un poco de incertidumbre, porque al no saber chino tardas más en enterarte de lo que está pasando”. “Además —agrega— aquí el confinamiento es estricto, no se puede salir de la comunidad, hay un equipo sanitario de vigilancia, con lo que el abastecimiento depende de las apps que distribuyen a domicilio, que en estos días están saturadas. Y yo vivo en una comunidad donde soy el único extranjero. Así que en este momento a esperar y ver cómo se van desarrollando los acontecimientos”.

Germán Cintas llegó a China en 2014, “tras estudiar en qué país del mundo tendría más opciones”, el asiático le pareció “el destino más apropiado”. Durante tres años y medio residió en Shenzhen, para luego trasladarse a Shanghai tras tener “una oportunidad profesional muy interesante”. “Empecé trabajando en una empresa local donde hice buenos amigos que aún conservo, y ellos me ayudaron a entender su cultura”, recuerda. Para él, “trabajar en empresas locales ha sido fundamental para entender este país y practicar su idioma. Ahora aquí tengo amigos españoles y chinos y me siento en familia con todos ellos”.

La adaptación al país asiático, a Germán, no le ha costado “tanto”. “Yo soy una persona agradecida y empática, y entiendo que soy el invitado de 1.400 millones de chinos y no al revés”. Eso sí, confiesa que “lo más duro fue el primer mes, en Shenzhen, porque acababan de restringir todas las redes sociales y aplicaciones a las que estaba habituado, las costumbres y protocolos me parecían muy diferentes y allí nadie hablaba inglés y la búsqueda de trabajo fue muy dura”.

En Shanghai, el arquitecto vive en el West Bund, "un área urbana en el borde del cinturón histórico, al lado del río, que tiene un paseo fluvial lleno de vida por el que me encanta pasear y tomar café", describe. "Shanghai es una ciudad con una vida cultural increíble, nos encontramos personas de muchos países diferentes, es asombrosamente enriquecedor. Y la velocidad a la que se mueven las cosas no tiene nada que ver con lo que conocemos en España, no se para ni un instante", dice.

De momento, no se pone fecha de caducidad a su estancia en China. "Aquí desarrollo proyectos con muy altos presupuestos, me siento valorado y tengo una buena calidad de vida. Es un país estable y aún quedan oportunidades. Supongo que me marcharé cuando esté cansado y me apetezca cambiar, y me dará mucha pena dejar esto atrás", señala. Y remacha: "Ahora mismo lo que echo de menos es a mi familia, muchísimo, son casi tres años ya sin verlos, pero saben que estoy haciendo lo que me gusta".

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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