¿Se imaginan un verano sin incendios forestales en España? ¿Cuánto durarían los telediarios en agosto? Nah, el tema no da ni para esta pequeña broma de la profesión en un momento en que España arde por los cuatro costados, y el año que viene arderá (de haberlos) por los otros cuatro. León, Zamora, Ourense, Toledo, Madrid (el terrible incendio de Tres Cantos, con un fallecido), Tarifa, con más de 2.000 desalojados el lunes…
Tampoco se libran nuestros vecinos: en Portugal también es un tema recurrente verano tras verano y el sureste de Francia ha tenido un incendio sobrecogedor hace escasamente unos días.
Realmente, hay muchas causas que están detrás de los incendios de todos los veranos. En primer lugar, no hay que perder la pista de que se estima que más del 90% de los fuegos son directamente imputables a los seres humanos, tanto los que son intencionados como los que se producen por negligencia o descuido, lo que de entrada ya debería ser motivo de reflexión.
Aunque sea de manera indirecta, es difícil perder de vista al ser humano al hablar de incendios. Cómo afecta el calentamiento global a la evolución de los incendios es un hecho, ahí está la aparición de los de quinta e incluso sexta generación, de una voracidad extraordinaria. El aumento de las olas de calor, de los períodos de sequía… son hechos también tangibles, perfectamente tabulados en estadísticas.
En cualquier caso, sí hay cosas que se pueden hacer y que pueden ayudar a prevenir o, al menos, aminorar el impacto de un gran incendio. Por ejemplo, se pueden hacer cosas tan simples (y tontas) como mantener limpio el bosque. Bien, bien, de acuerdo, este cronista puede compartir que no se toquen los bosques salvajes, pero no los ‘domesticados’, y ni que decir tiene lo que hay que hacer si hablamos de los más cercanos a núcleos de población, a los que muchas comunidades autónomas obligan sencillamente a que estén limpios.
Llovió bastante en invierno y luego en primavera. ¿Qué iba a ocurrir, qué ha ocurrido? Este cronista ha estado, sin ir más lejos, unos días en Galicia y el campo está como cabía esperar: muchísima vegetación, arbustos, matorrales, etc, que son auténtico combustible cuando llega una ola de calor y no hay humedad. ¿Ah, que pasamos por pereza, o por defensa de una naturaleza feraz, de mantener limpio el monte? Pues cada uno con sus responsabilidades, pero la prevención sí está a nuestro alcance…
