Gutiérrez Colosía en El Puerto
Junto al río Guadalete, El Puerto alberga la única bodega catedral que sigue produciendo en la localidad. Este negocio puramente familiar lleva más de un siglo asentado en un lugar que se conserva intacto y por el que han pasado todos los navegantes del descubrimiento del nuevo mundo. “Aquí no se corta la crianza biológica, se mantiene durante todo el año y eso hace que el vino sea muy fino y quizá un poco diferente”, cuenta Juan Carlos Gutiérrez, propietario de la bodega. En su catálogo hay fino, amontillado, oloroso, moscatel soleado, cream o palo cortado, entre otros.
El Sanatorio en Chiclana
La bodega Manuel Aragón se erige en un paisaje singular del que brotan moscatel, palomino o tempranillo. En el pago de Campano una familia de larga tradición vitivinícola elabora la bebida que mece en el catavino. Chano Aragón Moreno sigue pertenece a la quinta generación que saca adelante las botas desde que, en 1815, su tatarabuelo Pedro Aragón fundara la que ha llegado a ser la mejor bodega de Andalucía. El fino Granero es el buque insignia de El Sanatorio que ofrece más de 15 vinos: un blanco llamado La batalla de la Barrosa o El Neto, el amontillado.
González Obregón en El Puerto
En el barrio Alto, esta bodega cría sus caldos en botas de roble sobre albero, como marca la tradición, y vende sus vinos a granel desde 1952. Es de las pocas bodegas, sino la única en el Puerto que tiene suelo de albero bajo sus botas y tienen vinos de crianza biológica, que son el fino y los oxidativos: amontillado, oloroso, palo cortao y Pedro Ximénez. Venden a granel al público, a bares y restaurantes.
El Gato en Rota
La cuarta generación de mujeres de la familia se encarga de continuar con la saga que José Martínez Arana empezó a mediados del siglo XX en el pago Campillo. La bodega mantiene la variedad de uva tintilla de Rota, una uva tinta muy delicada y de baya pequeña que por las características del clima y de la tierra solo se cultiva en esta localidad.
Fernández Gao en Jerez
Es la continuación en el siglo XXI de Fernández-Gao Vinos y Brandies, casa fundada en 1750, siendo una de las más antiguas del Marco de Jerez. Con una imagen moderna y renovada esta histórica bodega jerezana que vende amontillado, oloroso, palo cortado Pedro Ximénez o Medium Sweet.
Faustino González en Jerez
En pleno barrio de San Miguel esta empresa familiar se dedica a la producción artesanal de Vinos del Marco de Jerez con métodos tradicionales. Su actividad continúa desde 1972 cuando Faustino González Aparicio adquirió las soleras de 1.789 procedentes del Alcázar de Jerez, y las trasladó al casco de bodega de su esposa, Carmen García-Mier, en la Cruz Vieja. En su oferta se distinguen vinos blancos: Blanco Palomino y Blanco Pedro Ximénez Vendimia 2017, entre otros.
Barbadillo en Sanlúcar
Un año más, las “Reliquias” de Bodegas Barbadillo vuelven a ser protagonistas en estas fechas. Las bodegas que este año cumplen dos siglos en Sanlúcar producen amontillado, Palo Cortado, Oloroso y Pedro Ximénez. Cada año se embotellan un máximo de 80 botellas de cada uno de estos vinos centenarios.
Gutiérrez Colosía en El Puerto
Junto al río Guadalete, El Puerto alberga la única bodega catedral que sigue produciendo en la localidad. Este negocio puramente familiar lleva más de un siglo asentado en un lugar que se conserva intacto y por el que han pasado todos los navegantes del descubrimiento del nuevo mundo. “Aquí no se corta la crianza biológica, se mantiene durante todo el año y eso hace que el vino sea muy fino y quizá un poco diferente”, cuenta Juan Carlos Gutiérrez, propietario de la bodega. En su catálogo hay fino, amontillado, oloroso, moscatel soleado, cream o palo cortado, entre otros.
El Sanatorio en Chiclana
La bodega Manuel Aragón se erige en un paisaje singular del que brotan moscatel, palomino o tempranillo. En el pago de Campano una familia de larga tradición vitivinícola elabora la bebida que mece en el catavino. Chano Aragón Moreno sigue pertenece a la quinta generación que saca adelante las botas desde que, en 1815, su tatarabuelo Pedro Aragón fundara la que ha llegado a ser la mejor bodega de Andalucía. El fino Granero es el buque insignia de El Sanatorio que ofrece más de 15 vinos: un blanco llamado La batalla de la Barrosa o El Neto, el amontillado.
González Obregón en El Puerto
En el barrio Alto, esta bodega cría sus caldos en botas de roble sobre albero, como marca la tradición, y vende sus vinos a granel desde 1952. Es de las pocas bodegas, sino la única en el Puerto que tiene suelo de albero bajo sus botas y tienen vinos de crianza biológica, que son el fino y los oxidativos: amontillado, oloroso, palo cortao y Pedro Ximénez. Venden a granel al público, a bares y restaurantes.
El Gato en Rota
La cuarta generación de mujeres de la familia se encarga de continuar con la saga que José Martínez Arana empezó a mediados del siglo XX en el pago Campillo. La bodega mantiene la variedad de uva tintilla de Rota, una uva tinta muy delicada y de baya pequeña que por las características del clima y de la tierra solo se cultiva en esta localidad.
Fernández Gao en Jerez
Es la continuación en el siglo XXI de Fernández-Gao Vinos y Brandies, casa fundada en 1750, siendo una de las más antiguas del Marco de Jerez. Con una imagen moderna y renovada esta histórica bodega jerezana que vende amontillado, oloroso, palo cortado Pedro Ximénez o Medium Sweet.
Faustino González en Jerez
En pleno barrio de San Miguel esta empresa familiar se dedica a la producción artesanal de Vinos del Marco de Jerez con métodos tradicionales. Su actividad continúa desde 1972 cuando Faustino González Aparicio adquirió las soleras de 1.789 procedentes del Alcázar de Jerez, y las trasladó al casco de bodega de su esposa, Carmen García-Mier, en la Cruz Vieja. En su oferta se distinguen vinos blancos: Blanco Palomino y Blanco Pedro Ximénez Vendimia 2017, entre otros.
Barbadillo en Sanlúcar
Un año más, las “Reliquias” de Bodegas Barbadillo vuelven a ser protagonistas en estas fechas. Las bodegas que este año cumplen dos siglos en Sanlúcar producen amontillado, Palo Cortado, Oloroso y Pedro Ximénez. Cada año se embotellan un máximo de 80 botellas de cada uno de estos vinos centenarios.