Los fantasmas del Hospital Universitario de Jerez (V): la mujer de consultas externas

Al llegar a una sala de espera, María sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Decidió dirigir su linterna hacia el interior, iluminando la sala con un haz de luz tenue

Una imagen de archivo del Hospital de Jerez.
Una imagen de archivo del Hospital de Jerez. CANDELA NÚÑEZ

Volvemos por última vez; a día de hoy; al Hospital Universitario de Jerez. En esta ocasión nos dirigiremos al edificio de consultas y rehabilitación que se inauguró el 28 de marzo de 2011.

La construcción de este edificio permitió duplicar el número de consultas externas y concentró en un mismo espacio las consultas de especialistas, las salas de pruebas diagnósticas y el servicio rehabilitación, así como la parte administrativa y la de atención a la ciudadanía; entre otras muchas especialidades del hospital; repartidas por sus cuatro plantas.

Sin embargo, esta nueva ampliación venía acompañada con una sorpresa que nadie esperaría, una entidad que suele aparecerse cuando el sol se acuesta y deja vigilante a su hermana, la luna.

El testimonio me lo comentó una vigilante nocturna en su primer día de empleo en el hospital. María, una mujer valiente y decidida, comenzaba su primer día como vigilante de seguridad de noche. Con su uniforme impecable y su linterna en mano, se embarcó en su ronda nocturna, explorando pasillos silenciosos y salas desiertas.

Le había tocado hacer una ronda por el edificio de las consultas externas, allí estaba todo en calma; luces apagadas, en silencio y sin nadie a su alrededor. Eso sí, sintió la solemnidad del lugar, la poca luz y el susurro ocasional de las máquinas médicas creaban una atmósfera lúgubre. María, sin embargo, se mantenía serena, consciente de que su papel era garantizar la seguridad de las instalaciones.

Al llegar a una sala de espera, María sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Decidió dirigir su linterna hacia el interior, iluminando la sala con un haz de luz tenue. Fue entonces cuando vio a una mujer vestida con ropas antiguas.

La mujer tenía una apariencia etérea y melancólica. Su vestimenta recordaba a épocas pasadas, con un vestido largo desgastado por el tiempo. Su cabello, oscuro y ondulado, caía en suaves mechones alrededor de sus hombros. A pesar de la penumbra de la sala, la luz de la linterna revelaba destellos sutiles de reflejos en su melena, dándole un aura misteriosa. La piel de la entidad tenía un tono pálido, casi como porcelana, destacando en contraste con la oscuridad de la sala. Su tez transmitía una sensación de quietud y calma, pero también llevaba consigo un dejo de nostalgia.

María se pensaba que estaba alucinando, pero la situación era muy real. ¿Pudiera ser una broma pesada de sus nuevos compañeros? El frío que empezó a notar y ver como la mujer levitaba hacia ella le decía lo contrario. Pese a que fuese su primer día, su corazón le pedía salir de allí lo más rápido posible.

Al llegar a la garita, sus compañeros la vieron asustada y le preguntaron con voz tensa si “la había” visto. Ella, intentando controlar sus pulsaciones, respondió con otra pregunta: “¿Por qué no le dijeron nada?”. El resto del personal que estaba allí le contestaron casi al unísono, dando un motivo más que evidente: “Si lo hubieras sabido, ¿habrías ido?”.

No obstante, me fascina como una entidad que aparenta ser de siglos pasados, esté anclada en una construcción relativamente nueva. ¿Qué pensáis que busca allí?

Sobre el autor:

Antonio S. Jiménez

Antonio S. Jiménez

Investigador paranormal. Miembro del TCI. Autor de 'San Fernando paranormal' y 'Enigmas en la provincia de Cádiz'

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