Los fantasmas del Hospital Universitario de Jerez (I): Isabel

¿Hasta cuándo estará ese ángel de la guarda del equipo médico vagando por tierras jerezanas?

El Hospital de Jerez en una fotografía reciente.
El Hospital de Jerez en una fotografía reciente. CANDELA NÚÑEZ

Antes de empezar, me gustaría ubicar históricamente el hospital que va ser el telón de fondo de nuestras “queridas” energías; o leyendas urbanas. Siempre he recalcado la importancia de la historia a la hora de darle veracidad, o no, a las supuestas apariciones de lo insólito y en esta ocasión no iba a ser menos. 

El Hospital Universitario de Jerez se fundó en 1968 bajo el nombre de “Residencia General Primo de Rivera”, siendo el primer hospital de la provincia. Anteriormente, los servicios hospitalarios se ofrecían en el “Hospital Municipal de Santa Isabel”, actualmente Instituto de Enseñanza Secundaria. 

En el mundo paranormal, la mención de un hospital evoca inmediatamente la idea de fantasmas. Gracias a mi trabajo, he tenido la oportunidad de conocer no solo uno, sino varios casos de fenómenos paranormales en hospitales de la provincia. Me gustaría comenzar mi saga sobre entidades en hospitales con los sucesos ocurridos en el Hospital Universitario de Jerez, ya que el diario con el que colaboro tiene su origen en esta ciudad. 

Nuestra primera protagonista es una entidad conocida como Isabel. En vida, Isabel era una joven enfermera soltera de la planta de cardiología con un carácter afable, siempre alegre y simpática. Era una excelente compañera y mostraba una amabilidad inquebrantable hacia los pacientes a su cargo. Sin embargo, nunca pensó que; válgame la ironía; Roberto, un cardiólogo que trabajaba con ella, le robaría el corazón. 

Su amor no la transformó para mal, sino todo lo contrario. Todos notaron que su felicidad se desbordaba y se reflejaba en su dedicación hacia los demás. La culminación de su amor llegó cuando decidieron casarse y dar un paso importante en sus vidas. 

No obstante, antes de enviar las invitaciones para la ceremonia nupcial, Roberto buscó a Isabel para comunicarle una noticia que retrasaría su idílica

historia: El Servicio Andaluz de Salud lo enviaba a Barcelona para realizar un curso de una semana. A pesar de la tristeza que les embargaba por la separación, ambos comprendieron que era una oportunidad para avanzar en sus respectivas carreras, y decidieron aguantar para luego poder declararse mutuamente el famoso: “sí, quiero”. 

No obstante, los días pasaban e Isabel no recibía noticias de su prometido. Dos semanas después de su partida, comenzó a preocuparse y decidió llamarlo al número del teléfono fijo que le dejó. La respuesta que obtuvo solo le trajo más preocupación: el curso se prolongaría por al menos una semana más debido a obligaciones ineludibles. 

En tiempos modernos, la ausencia de noticias de una pareja durante días sería motivo de sospecha, pero Isabel confiaba ciegamente en su prometido. Después de otra semana de silencio, volvió a comunicarse con él y obtuvo la misma explicación: el curso se extendía una vez más. 

Durante ese tiempo de amarga ausencia Isabel estaba muy triste y melancólica. Se pasaba gran tiempo de su trabajo fingiendo una sonrisa para no mostrar la pena que la torturaba por dentro. Tener que trabajar en la planta de cardiología le recordaba a Roberto y ella no podía hacer otra cosa que seguir esperando su regreso. 

Viendo esta situación, sus colegas de trabajo, consternados al observar su inmensa tristeza y creciente preocupación, finalmente decidieron romper el silencio que habían prometido cumplir. Le revelaron la devastadora verdad que cruelmente habían mantenido oculta: su prometido había llevado una doble vida y se había casado en secreto en Barcelona para no volver jamás. 

La noticia desgarró el corazón de Isabel, y su personalidad sufrió una transformación dramática. Se tornó arisca, desagradable y crítica, alejándose por completo de la joven amable y alegre que solía ser. Odiaba a sus compañeros y trataba con desprecio a los pacientes. Gritaba a sus superiores y despreciaba a sus inferiores. Nadie era capaz de intentar razonar con ella. 

Tanta ira, y tanta pena, tenía por dentro que murió consumida por ambas. Su final, triste y apático, nunca se supo ubicar en la historia. Hay gente que afirma que la historia de Isabel transcurrió en la década de los setentas, otros

que en la de los ochentas y algunos se atreven a asegurar que en la de los noventas. Lo que está claro es que era un tiempo donde los medios de comunicación se resumen en teléfonos fijos, cartas y faxes; porque si no me imagino a Isabel mandando mensajes instantáneos al móvil de Roberto por cobarde. 

Sin embargo, su espíritu quedó atrapado en el hospital donde había dedicado innumerables horas de su vida. Su innata vocación de enfermera y su profundo deseo de ayudar a los demás la mantuvieron ligada al lugar. Sus últimos días de vida se mostraba desagradable, pero ahora volvía a ser la impecable enfermera que en antaño había deslumbrado a pacientes y compañeros. 

Isabel es de las energías que más se ha visto y se conoce entre los diferentes trabajadores del hospital. Debido a la situación precaria que vive nuestra sanidad actual, la falta de personal ha hecho que muchas veces los profesionales se vean superados por los timbres de las habitaciones ocupadas. No obstante, al acudir los auxiliares a la llamada, se sorprenden cuando los pacientes comentan que ya han sido atendidos por una enfermera muy agradable. No obstante, dicha enfermera no está asignada en esa planta, o directamente desconocen de quién se trata. ¿Isabel? 

Durante la época de la pandemia, muchos hospitales se vieron desbordados, entre ellos el jerezano. Aquí también hablan de una misteriosa enfermera que aparecía para ayudar a sus compañeros de profesión, e incluso para dar ánimos, y consuelo, a los enfermos moribundos. 

En otra ocasión, una testigo de lo insólito; que estaba de acompañante; me describió cómo en plena madrugada la temperatura del lugar descendió bruscamente. La persona que acompañaba estaba dormida y no se enteró, pero en la cama de al lado su ocupante se encontraba despierto y le dijo que ya venía Isabel. Efectivamente, vio una sombra pasar por el pasillo de la planta; la puerta estaba encajada; y al desaparecer la extraña silueta la temperatura volvió a la normalidad. 

También se dice que Isabel enciende la luz de los almacenes cuando aún queda tarea por hacer, e incluso despierta a compañeros que se están quedando dormidos cuando los timbres suenan.

¿Hasta cuándo estará ese ángel de la guarda del equipo médico vagando por tierras jerezanas? Si es para ayudar, que sea para la eternidad.

Sobre el autor:

Antonio S. Jiménez

Antonio S. Jiménez

Investigador paranormal. Miembro del TCI. Autor de 'San Fernando paranormal' y 'Enigmas en la provincia de Cádiz'

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