Sevilla, la ciudad del color especial, acapara a menudo todo el protagonismo de su provincia, pero más allá de la capital hispalense, el interior de este territorio andaluz esconde un tesoro de historia, naturaleza y tradiciones que merece la pena explorar. De la Sierra Norte a la Campiña, pasando por las marismas de Doñana, la otra Sevilla ofrece un mosaico de experiencias auténticas y lejos de las multitudes.
El viaje puede comenzar en Carmona, uno de los pueblos más bonitos de España. Su casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural, es un laberinto de iglesias, palacios y un alcázar medieval que domina el horizonte. A las afueras, la necrópolis romana es un conjunto funerario único en la península.

Otro destino imprescindible es la antigua ciudad romana de Itálica, en Santiponce. Su majestuoso anfiteatro, donde gladiadores lucharon a muerte, y sus impresionantes mosaicos transportan al visitante a la vida del Imperio.
El cercano Monasterio de San Isidoro del Campo, con su mezcla de estilos arquitectónicos, es una joya oculta.
Para los amantes de la naturaleza, la Sierra Norte de Sevilla es un paraíso. El Parque Natural ofrece un respiro del calor andaluz y la oportunidad de disfrutar de paisajes kársticos, cascadas y sendas que recorren antiguas vías de tren, como la Vía Verde de la Sierra Norte.
Aquí se encuentra el Cerro del Hierro, un monumento natural con formaciones rocosas únicas. La observación de estrellas es otro de sus atractivos, especialmente en municipios como Guadalcanal. Para una experiencia más salvaje, la Reserva Natural del Castillo de las Guardas alberga más de 1.000 animales de diferentes especies en semilibertad.
La Campiña, con su paisaje de campos de cultivo, invita a la tranquilidad. Pueblos como Marchena, Écija y Osuna exhiben un rico patrimonio monumental.
En el sur de la provincia, Lebrija, con sus orígenes árabes, y las marismas de Isla Mayor, famosa por su cultivo de arroz, muestran la diversidad de la región. Cerca de allí, el Parque Nacional de Doñana, con sus ricos ecosistemas y aves migratorias, es un destino de ensueño para los ornitólogos.
Para alojarse, la provincia ofrece opciones para todos los gustos. Desde hoteles con encanto en pueblos históricos como Carmona —que también cuenta con su imponente Parador— hasta casas rurales en la Sierra Norte, la oferta de hospedaje permite sumergirse en la vida local. Cazalla de la Sierra, por ejemplo, cuenta con una cartuja reconvertida que ofrece alojamiento en un entorno idílico. Un monasterio del siglo XV para alojarse o celebrar eventos que es solo un afluente del inmenso caudal de la Sevilla al otro lado del Guadalquivir, el río de Andalucía.

Un festín de tradición en la provincia de Sevilla
La gastronomía del interior sevillano es un viaje por sí misma. Más allá de las tapas sevillanas, cada comarca tiene sus propios sabores. En la Sierra Norte, las carnes de caza como el jabalí, así como los embutidos, son protagonistas. En la Vega del Guadalquivir, el arroz es el rey, cultivado en localidades como Isla Mayor. Las verduras y hortalizas de la huerta, como los garbanzos, son la base de guisos tradicionales.
Los dulces conventuales, como los pestiños y las torrijas, se encuentran en casi cualquier rincón. El aceite de oliva, el jamón ibérico de la sierra y los vinos y licores de Constantina y Cazalla completan una mesa repleta de autenticidad. A lo largo de la provincia, encontrarás una gran variedad de opciones más allá de la capital, desde la carne de caza en la sierra hasta el pescaíto frito en el Aljarafe o los guisos de la campiña. Aquí tienen algunas pistas: Restaurante Venta Guadalquivir (La Rinconada); Restaurante Casa Limón (Mairena del Aljarafe); Restaurante El Martinete (San Nicolás del Puerto); y Venta de Puerto el Gato (Almadén de la Plata).


