Una experiencia junto a Baco y Morfeo

Echar una siesta entre centenarias botas de fino es lo que ofrece Bodega Viña La Constancia, una innovadora oferta enoturística para las tardes de julio y agosto

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La antigua carretera del Calvario tiene mil y una historias y un sabor a Jerez viejo, a romerías y a mostros, a peonadas y a vendimias. A uno y otro lado, en este comienzo de verano raro, mucho más fresco que el final de la primavera, la viña apunta ya a la próxima campaña. Sin embargo, ahora la blanca tierra albariza no la pisan solo los hombres de campo. Las grandes y pequeñas bodegas del Marco están actualizándose a los nuevos tiempos, sabedores de que tienen un producto único que hay que explotar. El enoturismo, tan arraigado en otras zonas vinícolas como La Rioja o Cataluña, se abre a pasos agigantados en Jerez. Aquí no hay playa, como bien recuerda el clúster turístico de la ciudad —recién presentado, no sin polémica— pero tenemos mucho que ofrecer al visitante. Lo saben bien en Viña La Constancia, apenas 24,5 hectáreas en torno al Cerro Santiago, subpago perteneciente al Pago de Macharnudo Bajo, que desde hace apenas un año ha abierto sus puertas a jerezanos y foráneos que quieran experimentar diferentes experiencias.

José Luis Baños, 26 años, responsable de visitas, enoturismo y eventos en la bodega, nos recibe en la entrada. Su acento inconfundible nos delata que es cordobés, de Montilla para más señas, tierra de vinos y, como dice, “hermana” del jerez. Encontró el amor de una jerezana cuando visitaba su tierra, y eso le hizo conocer nuestra ciudad y la bodega, fundada en 1969 por el transportista Nicolás Martín, quien en 1972 la dejaría en manos de sus dos hijos, Nicolás y Pepe, gerente éste último hoy día de la misma. Precisamente, en uno de esos viajes, José Luis lo conoció. Pepe le contó que por su edad y por cansancio había decidido prescindir de las visitas. Pero el cordobés lo convenció de que una de las patas del negocio es ahora el enoturismo. La máxima de renovarse o morir en estos casos es una realidad absoluta y Baños, finalmente, acabó recabando en La Constancia para reflotar este apartado.A diferencia de otras bodegas del Marco, donde las visitas se centran más en la historia, los tipos de vinos y sus procesos de crianza finalizando con una degustación, José Luis supo que para diferenciarse tenían que ofrecer algo innovador y diferente. “A la postre, es lo que creo que tenemos que mejorar en Jerez. Salirnos de esas visitas básicas, trabajar por ofrecer algo distinto. Que el que nos visite no se encuentre lo mismo. Solo si conseguimos eso las visitas serán más atractivas”, considera.

De esa premisa parte una nueva oferta que se estrena ahora, Siesta en la bodega, una idea surgida espontáneamente en una mañana de calor, entre copas con Manolo Barba, responsable de campo de La Constancia, y el gerente, Pepe Martín. Mientras que a pleno sol no se podía aguantar del calor, dentro de la bodega, que en verano presenta una agradable temperatura constante de 24 grados, alguien comentó lo a gusto que se podría hacer una siesta entre las centenarias botas de vino.

Dicho y hecho, esa idea se lleva ahora a la práctica. Velas encendidas, una tenue luz led azul y agradables melodías interpretadas a piano reciben al visitante, que, tras una breve visita a la viña, podrá echar una cabezada en unas hamacas dispuestas entre botas de fino, o aprovechar también para leer o tomar un cocktail elaborado con jerez. “Si tenemos en cuenta que en verano se suele buscar la costa, qué mejor que ofrecer una actividad que conjugue la sensación de bodega con un ambiente fresco”, explica José Luis, que añade que la intención es que el visitante pueda desconectar del estrés diario a la vez que descansa en un marco único como es la zona central de la bodega de crianza biológica.Pero esta última actividad, que se desarrollará en julio y agosto, es una más de las muchas que La Constancia está llevando a cabo desde mayo de 2016. “Empezamos con música, de la mano del pianista Joaquín Pareja Obregón, y luego hemos tenido blues, flamenco, queremos también tener teatro, hemos hecho sesiones de risoterapia en plena viña… Yo me acuesto dándole vueltas a la cabeza y pensando en experiencias diferentes. No hay otra forma si quieres ofrecer algo distinto”.

Viña La Constancia reparte al cincuenta por ciento sus visitantes españoles y extranjeros. Entre estos últimos destacan los italianos, alemanes y de países de Sudamérica, “un público muy interesado y atento”. “Nos sorprende también que viene mucha gente de Jerez que dice no haber estado nunca en una bodega”, cuenta José Luis, que intenta tomar ideas de cada una de las denominaciones de origen que ha ido visitando en los últimos años. “Las denominaciones de origen de Ribera del Duero y Rioja están muy consolidadas. La del Penedés es más innovadora y la de Rías Baixas apuesta más por un turismo más tranquilo y de atención personalizada, un poco como intentamos hacer aquí en Viña La Constancia”.En cuanto a la bodega en sí, en la actualidad cuenta con más de 700 botas que guardan fino, amontillado, palo cortado, oloroso, cream, Pedro Ximénez y Moscatel, que se comercializan bajo las marcas Vino San Martín y Cerro de Santiago, para los vinos muy viejos, de entre 30 y 35 años.

‘Siesta en la Bodega’ se desarrollará de lunes a domingo en los meses de julio y agosto, entre las 14:00 y las 18:00 horas. Las plazas son limitadas y es necesario reservar con antelación. Para más información y reservas, puedes ponerte en contacto con Bodega Viña La Constancia en el teléfono: 620 055 771 o a través del email: visitas@bodegaslaconstancia.es.

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Jorge Miró

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