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Es una variedad hermana de la uva graciano riojana o la parraleta del Somontano, que se cultiva en el entorno del Marco de Jerez, principalmente en el término municipal de Rota.

La uva tintilla de Rota es una variedad hermana de la uva graciano riojana o la parraleta del Somontano, que se cultiva en el entorno del Marco de Jerez, principalmente en el término municipal de Rota, en la costa noroeste de la provincia. Estudios genéticos recientes parecen demostrar que estas uvas tan minoritarias como aisladas geográficamente por la península son una misma variedad de origen incierto, un hecho que no se había ni sospechado hasta hace pocos años y que aporta interesantes datos a la historia natural de la vid en España.

No se trata de una uva demasiado productiva, apenas si proporciona un racimo tardío por pámpano, normalmente pequeño y de bayas esféricas de bajo calibre, lo que encarece mucho su cultivo y vinificación. En compensación a su bajo rendimiento, resulta muy resistente al calor y la escasez de humedad, así como a las enfermedades, en concreto al hongo Botrytis cinérea. La pulpa es dura e incolora, con alto contenido en azúcares, mediana acidez y una piel negra intensa de hollejo fino que proporciona caldos de color muy oscuro en tonos rojos casi violáceos, con mucho cuerpo y un sabor fuertemente aromatizado entre dulce y amargo ideal para vinos de guarda.

La historia de la tintilla ha tenido altibajos importantes. Se cree que las primeras plantaciones se remontan al siglo XVII en las que la escasa producción se destinaba tanto a vinos tintos secos como a uno dulce que se obtenía mediante la mezcla del mosto de tintilla ya fermentado con arrope, una deshidratación del mosto a fuego directo que carameliza sus azúcares hasta llegar a una consistencia de aguamiel o jarabe. Estos vinos se destinaban a mercados muy selectos y todavía se siguen produciendo en Rota, aunque ya no se les añade aguardiente como antaño.

Durante el siglo XIX la tintilla de Rota casi desapareció en el Marco de Jerez, desplazada por el monocultivo de la uva palomino para los finos, olorosos y brandy de la zona, aunque siguió cultivándose de manera residual principalmente para vinos tintos secos.

En 1863 se detectó el primer caso de filoxera en Europa. La filoxera es un insecto parásito de la vid emparentado con los pulgones originario del este de los Estados Unidos. Este insecto provoca la muerte de la vid en apenas tres años al formar nudosidades en las raíces que se pueden infectar o tumorar. Además, también producen agallas que desclorifican las hojas, por lo que afectan en consecuencia a la función fotosintética. La plaga fue de tal magnitud que el viñedo Europeo estuvo a punto de desaparecer y se necesitaron más de treinta años para superar los estragos producidos mediante el injerto de las variedades locales en pies americanos que eran de manera natural resistentes a la filoxera.

Sin embargo, no todas los viñedos desaparecieron ni tuvieron que ser injertados. Se descubrió que algunas variedades plantadas en terrenos arenosos eran resistentes al insecto, ya que impiden la formación de los túneles por los que los insectos llegan hasta las raíces. Entre estas variedades supervivientes de la vieja Europa está la tintilla de Rota, una planta que conserva las esencias de la tierra y que vive en la actualidad una nueva edad dorada con un papel destacado en la creciente producción de tintos de la tierra de Cádiz.

Por lo tanto, al beber un vino de tintilla de Rota, deberemos tener en cuenta que se degusta un vino tradicional, un sabor intenso que viene de antiguo remanente de la vieja vid de los siglos XVII y XVIII, un vino prefiloxera que convierte su cata en un verdadero viaje en el tiempo.

Saulo Ruiz Moreno

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María Luisa Parra

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