Podría empezar este artículo por los productos frescos, exclusivos y a muy buen precio que encontramos en su carta. Podría hacerlo por el final, un coulant de chocolate con bola de helado de vainilla a la altura de un postre con mayúsculas de un buen restaurante. Sin embargo, el cuerpo me pide referirme en primer lugar a la sencillísima, pero deliciosa, sopa de tomate de La Casona Bar Tapas Copas, en calle Isabelo, justo detrás del hotel Sherry Park.

Conforme vayan conociendo mis gustos, irán comprobando que a mí se me gana con la cuchara. Pero también con la sencillez de un plato como la sopa de tomate. Tan simple y económico, pero tan equilibrado, aromático, sabroso y sorprendente a la vez. Este local, que desde que se construyó la urbanización Casas del Duque a mediados de los 80 ha sido heladería, cafetería y bar de tapas low cost con el fútbol televisado como único aliciente, está viviendo su primera primavera, por fin, de la mano de una nueva dirección. Sin proponérselo, Alberto Maraver y Antonio González de Quevedo, cocinero que fuera de La Marea, están haciendo de la sopa de tomate la bandera de La Casona.

Tanto, que la fe ciega en este sencillo plato y en su espectacular resultado les ha llevado a colocarlo como ingrediente de su pizza estrella, con huevo y mozarrella incluidos. Fue lo primero que pedí que me sirvieran. Una vez en la mesa, nada de plato hondo. Uno llano y rectangular, con una presentación poco habitual pero que desparramaba todos sus potencialidades a lo ancho de la mini fuente. El pan bien impregnado del tomate y la cebolla, la hierbabuena justa, el huevo cuajado en el centro y en uno de los extremos alguna parte más tostada (no quemada) que hacía más completa la textura general de la sopa.

Lo que vino después no estuvo mal. Una berza notable, una tosta con atún rojo y setas sorprendente y el referido coulant. En otra ocasión tuve la suerte de probar una ensaladilla de gambas de las de verdad y hasta unos tagliatelle con marisco muy conseguidos. Como el boca a boca funciona, La Casona va a dar que hablar mucho y bien en su nueva etapa. Los pilares están bien asentados. Buenos productos y buena cocina. Después será cuestión de ir corrigiendo poco a poco el excesivo ruido del tráfico en su soleada terraza (unos veladores orientados a la calle Caldas podrían ser una solución) o la comodidad del mobiliario del interior y del exterior, amén de dotarlos de un ambiente más acogedor (quizás unas luces indirectas en lugar de los focos blancos en el techo podrían ayudar). Todo a su tiempo.

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Eugenio Camacho

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