Fango curativo y comida marroquí: el chiringuito de una familia en una playa-balneario de Puerto Real

La familia Guerrero Manzano abrió en 2019 el único local ubicado en la playa de la Cachucha, donde se pueden degustar desde desayunos morunos hasta pescado de la Bahía con vistas al mar

Los hermanos Tamara, Israel y José Guerrero Manzano en el interior de El Balneario beach, en Puerto Real.
Los hermanos Tamara, Israel y José Guerrero Manzano en el interior de El Balneario beach, en Puerto Real. MANU GARCÍA

Cuando baja la marea, la playa de la Cachucha, en Puerto Real, se convierte en un auténtico balneario natural donde muchos llenan sus cuerpos de fango. Mientras algunos se empapan de las propiedades curativas de esta tierra, otros toman té y unos dulces marroquís. No hace falta cruzar el Estrecho para degustar un desayuno moruno o un buen plato de tajín. Una familia puertorrealeña incorporó este toque personal a su negocio El Balneario beach, llamado así en alusión al paraje donde se ubica.

“El agua llegaba hasta aquí arriba y al final del aparcamiento había un balneario donde venía la realeza”, recuerda José Guerrero, de 40 años, sentado frente al mar, señalando una fotografía de aquellos tiempos. La aristocracia disfrutó de la zona hasta los años 70 aproximadamente, cuando la instalación dejó de funcionar.

“La calidad del agua de esta playa es muy buena”. Y no solo lo dice el puertorrealeño, sino también un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con el Ayuntamiento, que recoge los beneficios para la salud de este entorno donde una mañana cualquiera el viento hace de las suyas.

José y Enrique durante la entrevista.
José y Enrique durante la entrevista.   MANU GARCÍA

José enseña el libro editado que explica por qué todo el mundo quiere untarse el fango y se le viene a la mente una historia que demuestra el poder de la zona. “No daban con el tratamiento para un niño con soriasis y el médico, de Barcelona, le dijo a su madre que si quería curar a su hijo se viniera dos semanas a la playa, y se curó”, explica desde el negocio que inauguró en febrero de 2019 junto a sus hermanos Tamara, Israel, Iván y Carlos.

Con apoyo y cariño, esta familia sacó adelante el único chiringuito de esta playa, un legado hostelero que empezó su padre José Guerrero Bernal, y ellos decidieron continuar. “Él abrió su primer quiosquito en la zona de La Jarcia en 1985, después se vino a la Cachucha con otro de helado, después cogió uno de madera octogonal y por último tuvo otro más grande”, cuenta a lavozdelsur.es.

Vista de la playa de la Cachucha desde el chiringuito.
Vista de la playa de la Cachucha desde el chiringuito.   MANU GARCÍA

Le daban la concesión cada cinco años, por eso, siempre estuvo “luchando y luchando” hasta que consiguió la licencia de 30 años. Fue en ese momento cuando los hermanos se plantearon montar un local familiar pese a que nunca se habían dedicado a la hostelería. “Mi hermano mayor y yo éramos soldadores, llevábamos años en el gremio del metal y de un día para otro dimos el salto de los astilleros al negocio”, comenta José.

"Queríamos darle un servicio diferente a la playa"

Con la ayuda de uno de los hermanos, Carlos, que trabaja en el sector aeronáutico, elaboraron codo con codo un proyecto que terminó teniendo “una acogida espectacular”. Un local moderno, con vistas a la Bahía, que llama la atención de las personas que pasean o toman el sol por allí. La “ignorancia y la poca experiencia que teníamos” no han impedido que los hermanos hayan creado “algo bonito”.

Según explica José, “queríamos darle un servicio diferente a la playa, en el quiosquito de mi padre no teníamos cocina y estábamos limitados”. Y tenían claro que la propuesta era “para el pueblo”, incluso tienen un espacio donde otros bares ponen su publicidad, “estamos todos conectados”.

Enrique prepara chicharrones de atún en la cocina de El Balneario beach.
Enrique prepara chicharrones de atún en la cocina de El Balneario beach.   MANU GARCÍA
Ensaladilla nórdica.
Ensaladilla nórdica.   MANU GARCÍA
Parte del equipo de El Balneario beach.
Parte del equipo de El Balneario beach.   MANU GARCÍA

La familia Guerrero Manzano se puso manos a la obra con una carta repleta de recetas que el cocinero Enrique Sánchez Romero conoce a la perfección. Tras dedicarse a la electrónica, el puertorrealeño ha estado más de quince años en los fogones de distintos establecimientos de la provincia gaditana y ahora se encarga de elaborar los desayunos, aperitivos, almuerzos, meriendas y cenas de El Balneario beach.

Al “toque original” de la comida marroquí, se sumaron los productos de la zona. “Pensamos que también había que darle un enfoque de lo que el sitio requiere y trabajamos los arroces marineros, el arroz negro, el arroz con bogavante y el pescado autóctono como la lubina, que aquí decimos robalo, la dorada o los camarones”, señala Enrique. Además, ha incorporado chicharrones con atún, plato premiado en la ruta de la tapa 2018 de Cádiz, y la ensaladilla nórdica, con base de aguacate, sin patata y con salmón ahumado.

José menciona al “marisco de los esteros y el pescado salvaje de la Bahía”. Entre sus opciones gastronómicas no faltan las almejas, la salicornia o las gambas, porque apuestan por el producto de la Bahía.

Carta en braille realizada por Francisco Manuel Benítez.
Carta en braille realizada por Francisco Manuel Benítez.   MANU GARCÍA
Ensaladilla nórdica con aguacate y salmón.
Ensaladilla nórdica con aguacate y salmón.   MANU GARCÍA
Parte del equipo del chiringuito de la playa de la Cachucha.
Parte del equipo del chiringuito de la playa de la Cachucha.   MANU GARCÍA

Una fusión marroquí-gaditana que ya ha encandilado los estómagos de muchos locales y turistas. “Hay gente que sí conoce los desayunos marroquíes, pero no mucha, y la verdad es que funciona”, comentan.

Otra de las peculiaridades del chiringuito es que ofrecen la carta en braille gracias a Francisco Manuel Benítez, un vecino, adolescente, que cuando perdió la visión se dedicó a escribir el menú de muchos bares del municipio en este lenguaje con el fin de mejorar la integración.

En este local se palpa el empeño y el amor de una familia que se coordina para navegar aunque venga una pandemia al año de abrir o la inflación haga que los precios estén “por las nubes”. “Para lo que estamos pasando, vamos bien, muchos compañeros han tenido que cerrar”, añaden los puertorrealeños, que abren durante todo el año, pero ahora se preparan para la temporada “más fuerte”.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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