Un bar mítico donde los haya y con un sabor especial. Ir a Sanlúcar y no visitar Barbiana debe estar tipificado en algún rincón del código penal. No es ya por sus langostinos frescos o sus papas con melva, una de las mejores papas aliñás de la provincia de Cádiz, sino por el arte que destila una barra histórica y una terraza siempre de bote en bote.
Si fotogénicas son sus tapas y copas de manzanilla ultrafría, no lo es menos ese enorme cartelón repleto de gracia: "No tenemos wifi, ni malaje", pero si tienen todo lo que es Sanlúcar y su singular forma de expresarse y ver (y beberse) la vida. "La Colonia, Navazos, alegría, caballos, ar tun tun, ira..., apúntamelo, escritorio, no te cabe ná, carricoche, mamaostia no te cabe ná, arcancía de cochino, una jartá...", son algunas de las célebres expresiones sanluqueñas, algunos de los paisajes de esta población y algunas de las pautas de una tierra de natural alegre.
Pasear por la plaza del Cabildo sin ver movimiento en la terraza de Barbiana es casi imposible. Este clásico de la hostelería de Sanlúcar de Barrameda abrió en los años 40 de la mano de Ramón Otaolaurruchi como despacho de vinos de Rodríguez Lacave —desaparecida, y hoy parte de bodegas Delgado Zuleta—. El nombre de la manzanilla Barbiana dio origen al propio despacho, que progresivamente se fue transformando en un bar de tapas. Una parada esencial para entender Sanlúcar.
Entre las delicias del restaurante sanluqueño están las papas aliñás con melva, donde Barbiana se corona como rey. Las papas, a temperatura ambiente, se ligan con un aceite de oliva fino de excelente calidad y un generoso trozo de melva.
Sin embargo, aunque a Barbiana se vaya por sus papas aliñás, la gente se queda por lo demás. Entre sus especialidades, los langostinos, las gambas, las galeras, las huevas y las tortillitas de camarones. En el pescaíto frito, el restaurante destaca por sus puntillitas fritas y chocos fritos, su cazón en adobo o sus ortiguillas.
