El artista jerezano Manuel de la Momi sabía lo que estaba en juego en el pregón del Carnaval de Jerez 2018. Se jugaba, por un lado, el reconocimiento cultural y carnavalesco a su comparsa, su agrupación de toda la vida con la que llegó al olimpo de Cádiz en el año 1996, interpretando a esos Grumetes gaditanos que consiguieron un brillante cuarto premio en el COAC. Por otro lado, se jugaba el renacer del pregón del Carnaval de Jerez, que tras un año de destierro en el Museo de La Atalaya volvía al teatro Villamarta, de donde nunca tuvo que marcharse. Y a decir verdad, puede darse por satisfecho. A pesar de su larguérrimo pregón de casi tres horas y media —acabó aproximadamente a las doce de la noche— el recorrido de Manuel de la Momi por sus etapas carnavalescas fue un retorno al pasado de corte costumbrista, jerezano de pura cepa, divertido, familiar, a ratos entrañable, pelín machista, pero siempre apasionado y sincero, sobre todo, sincero.

El artista tuvo palabras emocionadas y emocionantes para toda las personas que le han ayudado en su trayectoria: su mujer, su madre, padre, hermano, hijos, sobrino, compañeros de comparsa; no dejó a nadie en el tintero. También hizo, y esta es la parte más política de su pregón, un poderoso y contundente alegato por el Carnaval de Jerez, ninguneado de unos años a esta parte, sobre todo desde que el Partido Socialista cogiera las riendas del Ayuntamiento. De la Momi reprochó al delegado de cultura, Francisco Camas, el olvido progresivo que ha ido sufriendo el Carnaval —sobre todo a nivel presupuestario—, destacando que Jerez aspira a tener un concurso propio y que su pregón debe seguir celebrándose en el teatro municipal. Un Villamarta casi repleto —las invitaciones se agotaron la pasada semana— ovacionó al artista, que pidió disculpas más tarde por su apasionada arenga, no sin antes haber puesto todos los puntos sobre las íes.

Entre tramo y tramo del pregón pasaron por las tablas todas las agrupaciones jerezanas que hoy podemos encontrar en la calle. Recapitulemos: la magnífica comparsa femenina ¿Quién le pone el cascabel al gato?, este año punzante (en las letras), mejorada y más afinada que nunca, la simpática chirigota The Tagganninas, con ese estilo country americano tan desvergonzado, A Contrapelo, cutres cantantes de caseta de feria que firmaron una notable tanda de cuplés, o la chirigota familiar No me cuentes trolas, tan entrañable, familiar y divertida como siempre. También pasaron por el escenario la comparsa de La Barca, Dama de Noche, quizás cortita de voces pero dulces y melódicas, y la comparsa de Guada, una agrupación muy numerosa, con buena puesta en escena, compacta de voces y con un tipo muy rústico que estuvo acompañada de la pregonera de Guadalcacín, que invitó a la audiencia a visitar el Carnaval de esta localidad. Dejo para el final a la infumable, esperpéntica y casposa chirigota La Milagros, una patética oda a la homofobia más propia de los tiempos más cochambrosos de Pajares y Esteso, que —triste y sorprendentemente— pareció gustar al público. Así está el percal.

Pero el momento más sorprendente de la noche fue la irrupción en el escenario de la comparsa de Los Carapapas El Ángel de la Guarda, sextos clasificados en el COAC 2018. Su guitarrista, acompañante habitual en los espectáculos de Manuel de la Momi, quiso darle una sorpresa al pregonero y de este modo, la comparsa interpretó unos pasoboles afiladísimos —uno tremendo sobre el uso de las banderas cantado en toda la cara del PP jerezano, que estaba ocupando la primera fila con Saldaña a la cabeza— que fueron largamente ovacionados por el respetable. De la Momi dedicó el tramo final a sus compañeros de comparsa, a los que reunió 30 años después, que se dice pronto, para cantar tres coplas algo antiguas pero que quedarán como fotografía de una gran noche cultural. Vivimos un pregón histórico, largo hasta decir basta, que cumplió sobradamente las expectativas y que, sin duda alguna, dignificó una fiesta, la de Don Carnal, muy necesitada de un rotundo espaldarazo. La pelota ahora queda en el tejado de la señora Benavente, directora del teatro municipal, ¿de verdad piensa dejar fuera del Villamarta al pregón del 2019?

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Alejandro López Menacho

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