Churrería La Esperanza, alegrando las mañanas de Sevilla desde 1966: "Somos un negocio muy familiar"

Tres generaciones de Gómez llevan al mando de este negocio, que inició Joaquín en el barrio de San Julián y que lleva poco más de 40 años en la calle Feria

Joaquín Gómez, segunda generación de churrería 'La Esperanza' en calle Feria.
Joaquín Gómez, segunda generación de churrería 'La Esperanza' en calle Feria. MANU GARCÍA

La Churrería 'La Esperanza' lleva más de medio siglo repartiendo alegría por las mañanas en forma de churros, chocolate y cafelitos con leche. Sus origénes se encuentran en el barrio de San Julián de Sevilla, en 1966, cuando Joaquín Gómez (1934) abrió un humilde local en frente de la iglesia, donde se despachaban calentitos y patatas fritas. Tres años más tarde pasaría a la Alameda de Hércules, esquina con Calatrava, para continuar con su negocio.

En septiembre de 1980 se trasladaron a la que hoy sigue siendo su ubicación, el 108 de la calle Feria, próximo al mercado del barrio. Es aquí donde La Esperanza integra una barra de aluminio y añade a su oferta café, chocolate casero y tostadas. Son las 12:30 y Joaquín Gómez, hijo del fundador, y sus dos hijos, Natanael y Samuel, se encuentran en plena limpieza del local. Ha terminado la jornada y todo debe quedar como una patena.

La segunda y tercera generación trabaja en equipo de lunes a domingo, de ocho de la mañana a 12 y cuarto del mediodía. "En realidad llegamos sobre las seis y media para preparar la masa, las patatas y el chocolate", apunta Joaquín, que lleva en esto de los churros desde que tenía 10 años. "Lo de los churros no es casual, mi padre quedó huérfano con siete años y empezó a vender piñonate y canastitos. Después se metió a trabajar en la churrería de La Macarena antes de ir al colegio y, a cambio, le pagaban el desayuno", recuerda. Eran los años 40.

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Joaquín llega con sus hijos una hora antes de la apetura de la churrería para preparar la masa y el chocolate casero.   MANU GARCÍA

La Esperanza le viene por devoción, pues su fundador le puso el nombre por virgen de La Macarena. Esta churrería mantiene a mucha de la clientela del anterior puesto en la Alameda. "Antes venían clientes con sus hijos y ahora estos vienen con los suyos. Esto es un negocio muy familiar", asegura su dueño.

Los fines de semana son, sin duda, el fuerte de la churrería. "Los domingos vendemos una media de 24 kilos de churros entre largos y de patata, y unos 20-25 litros de chocolate. Los sábados aproximadamente 20 kilos de churros y el resto de días unos cinco en total", explica Joaquín, quien asegura que en los últimos tiempos se acercan bastantes turistas "guiados por el Google: tenemos muy buena valoración". 

Sentado en el interior de la churrería, Joaquín, que estudió electrónica en el Instituto Politécnico de Sevilla mientras ayudaba por las mañanas a su padre, recuerda que en los 90 montó otra churrería con asador de pollos en el mercado de la calle Feria. "Estuve allí hasta que en el 99 se jubiló mi padre y me vine para acá", recuerda.

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Papelón de churros de La Esperanza.   MANU GARCÍA

La subida de los precios azota a este negocio familiar, al igual que a tantos autonómos."Hasta primeros de año teníamos los churros a 10 euros el kilo, pero hubo una subida muy grande de luz, aceite, harina y gas, y no tuvimos más remedio que subirlo", reconoce Joaquín, que con la última subida no sabe cuánto va a poder aguantar.

El conflicto de Rusia y Ucrania fue detonante en la subida del aceite, ingrediente fundamental en la churrería. Joaquín advierte que "nos están vendiendo que el aceite de girasol es de Ucrania, pero en España tenemos mucha producción de este aceite". A su parecer, el problema está en la especulación que se ha hecho con este producto. "En 15 días de guerra no se acaba con una cosecha entera", matiza. 

Expone algunos datos esclarecedores: "En diciembre, la garrafa de 25 litros de aceite de girasol alto oleico lo pagábamos a 40-41 euros y un mes después, subió a 47-48. Desde que estalló la guerra, el más barato nos vale 84 euros más IVA", asegura pesaroso. "Estamos locos buscando aceites por todos lados", comenta este churrero, que actualmente cocina con tres tipos de aceites: girasol normal, girasol alto oleico y el orujo de oliva, que hace un par de semanas estaba 1,97 el litro y ahora ha subido a 4,08 euros. "Está más caro que el de oliva refinado", lamenta. 

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Joaquín Gómez tras el mostrador de su negocio en la calle Feria.   MANU GARCÍA

"He procurado mantener aceite hasta Semana Santa y cuando pase la fecha, si no encontramos uno más barato, las vacaciones de verano las tendremos entre abril y mayo, porque no nos va a quedar otra", asegura el churrero. "No se le puede cobrar más al cliente, pero tampoco podemos soportar estos precios", continúa. "No solo ha subido el aceite, el chocolate también... Antes me costaba 10 y pico y ahora me vale 14", revela.

Una semana para la devoción...Y también para la salvación

La Semana Santa supone para la churrería un balón de oxígeno. Sobre todo La Madrugá, "donde hacemos la caja de casi un mes". La Esperanza abre el domingo de Ramos por la tarde, coincidiendo con el paso de la Hiniesta. El resto de días se desarrolla en horario normal hasta la llegada del jueves Santo. A partir de entonces comienza el maratón: "Abrimos por la mañana, descansamos a mediodía y a las siete de la tarde volvemos para abrir a las 10 de la noche y no cerramos hasta las dos de la tarde del viernes, ya que La Macarena pasa dos veces por la calle Feria".

El final de la Feria de Abril supone la llegada de la temporada baja de churros, que no subirá hasta el mes de octubre, por eso es tan importante esta fecha para la familia Gómez. "Con lo que sacamos en La Madrugá vamos metiendo un poquito cada mes hasta que llega el otoño", comenta. La freidora para en agosto y sus tres trabajadores también. Quedan 13 días para el día grande de La Esperanza y el aceite ya está reservado. 

 

 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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