Víctor Marín y Adelina Pandelet regentan un singular restaurante en el Zoco de Artesanía de Jerez especializado en comida andalusí.

Parece difícil sobrevivir en un lugar como el Zoco de Artesanía, a cada año que pasa más desangelado y falto de vida. Sin embargo, como si de la aldea gala de Asterix y Obelix se tratase, resiste desde hace tres años y además con una clientela consolidada. Enclavado en el coqueto patio de este espacio, el restaurante Alboronía supone un aire fresco para la, en ocasiones, demasiada tradicional hostelería jerezana enroscada en el sota, caballo y rey de las ensaladillas, aliños y montaditos.

Víctor Marín y Adelina Pandelet son los responsables de un negocio que tuvo su prólogo en Alcalá de Guadaíra, en la etapa en la que la pareja estuvo residiendo en la localidad sevillana. Montaron el restaurante con la indemnización que recibieron después de quedarse parados y acertaron. Tuvieron gran aceptación, con un concepto algo diferente al de Jerez, ya que allí sólo trabajaban a base de tapas, no de platos, si bien desde su origen han estado enfocados en una cocina ligada al mundo andalusí. Adelina, cocinera profesional pero también historiadora del arte, es una enamorada de esa época. “Ella siempre ha tenido la tradición del guiso andaluz, lo que hemos mamado en casa desde niños, y a partir de ahí surgió la pregunta de por qué comemos lo que comemos”, señala Víctor. Y es que la cocina andalusí, afirma, “aglutina un crisol de culturas”, algo que se refleja en la carta del establecimiento, que han querido que sea corta, aunque siempre, fuera de ella, suelen añadir otros platos que van cambiando dependiendo de la época del año.Así, encontramos un timbal de cus cus con ahumados y vinagreta de aceituna negra; el tajin picante de pollo con romero, jengibre y albaricoques; hamburguesa de cordero de la sierra del Segura con chutney de tomate, que no es más que una especie de mermelada especiada con jengibre, vinagre, romero y león; la alboronía, que da nombre al restaurante, un plato con 800 años de historia y que es el origen del pisto, que aquí sirven además con una rodaja de queso gratinado y miel; unas croquetas, que el propio Víctor define de “espectaculares”, bien de salmón ahumado con espinacas, bien de pollo al curry. “Aquí hay personas que solo comen a base de croquetas”, afirma para reseñar el éxito de este plato. Y fuera de carta, ahora en verano, destaca las albóndigas de retinto con calabaza glaseada y crema de almendras. En definitiva, una cocina “con muchos matices de sabores, una comida para los sentidos que retrotrae al pasado, a nuestra infancia”.

Desde que abriera en octubre de 2013 en Jerez, Alboronía ha contado con el respaldo de un público tanto local como foráneo, aunque los inicios fueron duros. “Entre semana venía poca gente y empezamos a dudar. Era una época de entregar flyers por la calle, de organizar un montón de eventos y conciertos para que nos fueran conociendo y entre eso y el boca a boca ahora estamos viendo los frutos. Hacerte un nombre requiere tiempo”. El desconocimiento de los jerezanos hacía el propio zoco y lo escondido del lugar no les está afectando, afortunadamente. “Trip Advisor y Google Map nos ayudan mucho”, señala Víctor, que admite que ahora en verano están desbordados hasta el punto de que recomienda a todos aquellos que quieran visitarlos que reserven previamente. Y es que, el local, si bien coqueto y en el que destacan sus originales lámparas a base de damajuanas, apenas tiene espacio para atender a sus comensales, de ahí que el patio juegue una baza fundamental. Las reducidas dimensiones de la cocina tampoco ayudan a que se puedan atender más de las doce mesas que actualmente tienen. “Tenemos firmados cinco años con el Ayuntamiento y nos quedan otros dos. Si nos garantizaran el futuro del zoco y pudiéramos renovar por otros cinco ya sí que nos plantearíamos ampliar la cocina. Con la que tenemos no podemos hacer más”.Ahora Alboronía prácticamente se encuentra solo en el zoco, porque además de que ya sólo quedan dos artesanos en este espacio, sus horarios de apertura no coinciden con los del restaurante, lo que les hace pensar que tampoco se beneficiarían mucho más en el caso de que todos los locales estuvieran ocupados. Lo que sí esperan es que la tan prometida reforma de plaza Belén se acometa cuanto antes, aunque después de tantos proyectos y anuncios no son muy optimistas.

Alboronía abre en agosto de 20:30 a cierre. A partir de septiembre abre los medios días de martes a domingos y las noches de lunes a sábado. Para reservar atienden al teléfono 627 992 003.

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Jorge Miró

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