La Sierra de Grazalema, que cumple 40 años como reserva de la Biosfera, ofrece un sinfín de planes para descubrirla o revisitarla a través de sus bellas y pintorescas localidades.

Casi finiquitado febrero, a punto de estallar la primavera, comienza una época del año muy especial para disfrutar de todos los encantos y atractivos de la conocida como ruta de los pueblos blancos en la Sierra de Cádiz. Si desde diciembre suele ser habitual pillar el coche para ir a ver la nieve a Grazalema, una excursión de lo más repetida por muchos de los residentes en la provincia, ahora que entra el buen tiempo es el mejor momento para descubrir y dejarse atrapar por las maravillas que encierran todos esos municipios serranos. Ya llegará el verano y habrá tiempo de desplazarse al rico litoral gaditano. Ahora que se cumplen cuatro décadas de que la Sierra de Grazalema fuese declarada reserva de la Biosfera, es obligado descubrir (o redescubrir) unos parajes (conformados por 19 pueblos en total) en los que se conservan restos arqueológicos que se remontan 250.000 años atrás. Historia, patrimonio, naturaleza, deportes de aventura, artesanía y una amplia oferta gastronómica son algunas de las propuestas de este decálogo de planazos para celebrar con una escapada rápida un finde inolvidable. 

Comer en Marruecos junto a la peña de Arcos

Comenzamos por Arcos de la Frontera, tradicional puerta de entrada a la ruta de los pueblos blancos. Una parada obligada es el famoso balcón de su peña, con unas vistas inmejorables. Aparte de su rico patrimonio, como el Castillo de los Duques (s. XV), la Puerta de Matrera (ss. XI-XIV) y los restos del recinto amurallado, sus palacios y casas señoriales, una buena opción es almorzar en el restaurante Babel y, de este modo, rescatar a través del paladar el pasado musulmán de este laberinto de callejuelas y cuestas empinadas. Buen ambiente, buena música y una exquisita comida de raíces marroquíes que sorprenden al visitante que se sienta a la mesa. En una atmósfera sorprendente, es imprescindible degustar el cuscús, el hummus, la harira y un remate con unos típicos pastelillos árabes y un té moruno en su jaima. 

El Tajo del Águila de Algar

Situada entre los parques naturales de la Sierra de Grazalema y Los Alcornocales, Algar, próxima a Arcos y que hasta hace no tanto perteneció a Jerez, ha sido poblada desde el Neolítico, como lo demuestra el yacimiento arqueológico de la Cueva de la Dehesilla. Pero si hay algo que llame la atención al turismo en este pueblo, que no está exactamente integrado en la ruta blanca de la Sierra gaditana, es el impresionante Tajo del Águila. El complejo turístico, junto al embalse de Guadalcacín, ofrece alojamiento y actividades que van desde el golf, pesca, caza, actividades náuticas, rutas de senderismo, espeleología, astronomía, y los más insospechados planes vinculados a este maravilloso entorno natural. Un atardecer desde sus miradores o un paseo en kayak, son algunas de sus propuestas más sugerentes.

Bornos, naturaleza y patrimonio

Enclavado a orillas del lago junto al que ha crecido desde hace más de 30.000 años, Bornos está declarada Conjunto Histórico. El paso de la cultura íbera a la romana se aprecia en los restos del yacimiento de Carissa Aurelia, a escasos kilómetros del núcleo urbano. Este pueblo serrano lo mismo se convierte una vez al año en capital europea del paramotor que encierra una joya singular que ha sido rehabilitada gracias a una campaña de micromecenazgo de sus propios vecinos. La logia renacentista del Palacio de los Ribera es una joya arquitectónica que Bornos salvaguarda en un punto exacto de sus 55 kilómetros de extensión. Este conjunto patrimonial —en su génesis, castillo árabe, y posteriormente propiedad de la familia de los Ribera— se transformó en palacio a finales del siglo XV. Merece la pena hacer una parada y disfrutar de las actividades acuáticas de su embalse, del avistamiento de aves, o de una exploración más exhaustiva de su patrimonio, compuesto por iglesias (Santo Domingo de Guzmán), conventos (Corpus Christi) y monasterios (de los Jerónimos).

36 kilómetros de vía verde de la Sierra: de Puerto Serrano a Olvera


Sus 36 kilómetros transitables, que discurren por el antiguo trazado ferroviario Jerez–Almargen —por el que jamás pasó tren alguno—, conectan las localidades de Puerto Serrano y Olvera. Hay una gran afición por recorrerlos en bici (hay empresas de alquiler de bicicletas) pero una buena caminata también ayudará a desintoxicarse y a desconectar del estrés del trabajo. Paralela a la orilla de diversos ríos (Guadalete, Guadalporcún y Guadamanil), transita por lugares tan increíbles como el peñón de Zaframagón (Olvera), una de las reservas de buitres más pobladas de Europa y que cuenta con un observatorio de aves. Impresionante es también adentrarse por alguno de los 30 túneles que jalonan un sendero que fue reconocido como mejor Vía Verde de Europa en los años 2005 y 2009. A lo largo de su recorrido hay zonas de descanso y espacio para la restauración, así como un centro de interpretación en la antigua estación de Olvera.

Ubrique o el lujo exclusivo de sus pieles

Las grandes firmas de lujo italianas o francesas manufacturan sus bolsos en este bello pueblo de la Sierra de Cádiz. Pasear por su centro comercial abierto es toparse con tiendas en las que poder adquirir buenos productos de piel, especialmente marroquinería y complementos. Su sello artesanal no ha sucumbido a la crisis y la localidad resurge con fuerza gracias a la confianza que depositan las marcas de moda más exclusivas del mundo. Aparte de este gran imán para el turismo de compras que significa la piel de Ubrique, una tradición de siglos, su origen romano viene atestiguado por la antigua calzada romana entre el pueblo y Benaocaz; y, sobre todo, por el valioso yacimiento de Ocuri, con un monumento funerario de tipo columbario del que existen muy pocos similares en la Península. Pintoresca y muy bella, la localidad también ofrece una interesante ruta de miradores que regalan espectaculares paisajes.

Grazalema, a pie o a caballo


Grazalema, capital del senderismo y proclamado este año como uno de los pueblos más bonitos de España, ofrece la posibilidad de disfrutar de sus bellos paisajes a lomos de un caballo. El Tambor del Llano, en referencia al poema de Lorca, es el nombre de la finca que oferta la posibilidad de exprimir el placer de unir el mundo ecuestre con la naturaleza. El grado de dificultad lo defines tú mismo, con rutas adaptadas y a cargo de guías locales. Hay cursos de iniciación, paseos y excursiones a medida dentro de una experiencia para disfrutar de la primera reserva de la Bioesfera declarada por la Unesco en España. Aparte de la oferta ecuestre, también tienen granja ecológica y la ausencia de contaminación lumínica hace de este entorno un espacio privilegiado para ver las estrellas en las llamadas 'noches de astronomía'. Otras de las actividades que propone este complejo de turismo de naturaleza es hacer una excursión micológica o sesiones de yoga en plena naturaleza. Aparte de este plan, hay que aprovechar para dar una vuelta por el casco urbano de Grazalema, declarado Conjunto Histórico, trufado por la típica arquitectura popular que se combina a la perfección con su riqueza monumental. La joya patrimonial de la villa es la Iglesia barroca de Nuestra Señora de la Aurora. Cerca de allí, en la pedanía de Benahoma, arranca una ruta imprescindible de la Sierra: la que recorre el río Majaceite.

Algodonales, a vista de pájaro


A la sombra de la Sierra de Líjar se halla este encantador pueblo blanco con calles repletas de naranjos y animadas con el murmullo de sus doce fuentes, entre ellas la del Algarrobo. A los yacimientos prehistóricos de Cueva Santa, Chamusquina, Castillejo y el Cerro de la Botinera, se suman iglesias, ermitas y molinos. Pero aparte de esa riqueza monumental, Algodonales se ha convertido, gracias a su posición y clima, en un auténtico santuario para los amantes de los deportes aéreos. En la Sierra de Líjar existen cuatro zonas de despegue y dos de aterrizaje para hacer realidad el sueño de surcar los cielos, ya sea en parapente o en globo. Para volar como si fueses un ave hay diversas empresas especializadas en la zona que prestan servicio y asesoramiento. Si lo que quieres es sobrevolar la Sierra de Grazalema en globo aeroestático puedes contactar con Al-Qutun Paseo en Globo, experta en organizar paseos a vista de pájaro.

Setenil, el pueblo encantado

La belleza de Setenil de las Bodegas es asombrosa. Un río atraviesa esta localidad, muy diferente a otras de la ruta de los pueblos blancos, y hay calles de sol y otras de sombra, en función de donde dan o no dan los rayos del astro rey. Pero por encima de todo está la fisonomía tan especial de muchas de sus casas, cuevas techadas por una enorme roca saliente que es el signo más característico de este pueblo serrano que bien merece pasar un día o el finde completo. Su localización actual es de origen medieval y en el espacio que hoy se denomina la Villa se asentaba el antiguo poblado almohade. El castillo que domina el pueblo es una fortaleza de origen medieval (ss. XIV y XV), que conserva la Torre del Homenaje y un aljibe. Para comer, casi todo el mundo recomienda el emblemático bar La Escueva, con gran atención y deliciosas tapas que combinan lo creativo y lo tradicional.

Salinas de Iptuci (Prado del Rey)

Prado del Rey hunde sus raíces en la ciudad romana de Iptuci, un yacimiento arqueológico de gran interés declarado Bien de Interés Cultural y que confirma la existencia de asentamientos humanos en esta zona desde el Neolítico hasta el siglo XV. Las Salinas de Iptuci, en pleno Parque Natural de Los Alcornocales, datan de la edad de bronce y actualmente son las últimas salinas de interior que se mantienen en funcionamiento. Los fenicios ampliaron su estructura para la conservación de alimentos a gran escala, la cual formaba la base económica de la antigua ciudad romana de Iptuci. Hay visitas guiadas que se complementan con catas de vino y queso, y con talleres manuales de extracción de sal. 

La ruta de los 'quesos blancos': de El Bosque a Villaluenga

La oveja merina y la cabra payoya son dos de las estrellas de la serranía gaditana. De ellas parten quesos artesanales con denominación de origen que bien merecen una buena excursión de fin de semana. La primera parada puede ser en la localidad de El Bosque, con un valioso legado artístico, ofrece los multipremiados a nivel internacional quesos de El Bosqueño, elaborados con leche de oveja merina de Grazalema y de cabra payoya. La tienda de venta al público se encuentra en el Museo del Queso y ofrece catas y degustaciones. Si se sube hasta Villaluenga del Rosario, el pueblo más pequeño de la provincia, encontraremos uno de los quesos más laureados del mundo. Criado entre montañas, los hay frescos, semicurados, curados y, los más preciados, emborraos en manteca y al romero. Una vez allí, seguro que no podrá resistirse a traerse un buen cargamento de este manjar único. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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