La luz blanca que da vida a la casa jerezana Yannat, donde “todo es muy natural”

Las catalanas Cristina Perelló y Cristina Lleixá acondicionan un antiguo palacete del siglo XVII para ofrecer un nuevo alojamiento turístico en el centro conservando elementos decorativos de otras épocas

Cristina Lleixá en el interior de la casa Yannat, en la calle de Las Naranjas de Jerez.
Cristina Lleixá en el interior de la casa Yannat, en la calle de Las Naranjas de Jerez. MANU GARCÍA

La calma y el silencio dan la bienvenida a los huéspedes en el inmueble número 7 de la calle de Las Naranjas. En el casco antiguo de Jerez se erige una casa que guarda historias en sus cimientos. Un reloj de péndulo indica que, alguna vez, una familia de clase alta convivió en este espacio. Fotografías en blanco y negro de la ciudad, un grandioso jarrón y distintos estantes y burós de los que acaban en anticuarios en busca de una segunda vida, adornan los recovecos del alojamiento.

Al levantar la vista, majestuosas lámparas cuelgan del techo mientras que los pies reposan sobre unas tradicionales baldosas hidráulicas con formas geométricas. Huele a otra época en este antiguo palacete del siglo XVII que mantiene su esencia. Cristina Lleixá recorre la casa Yannat presentando cada una de sus partes. La catalana, nacida en Tarragona, desvela un laberinto con encanto que pretende ser “el paraíso”.  El hijo de su socia, Cristina Perelló, bautizó a la vivienda con el término en árabe para aludir al lugar donde desean que los visitantes sientan estar. El mismísimo cielo o un lugar idílico para descansar se suma a la oferta hotelera de la ciudad gracias a estas amigas de la infancia que hace unos meses decidieron compartir un proyecto.

Cristina durante la entrevista en uno de los salones del inmueble.
Cristina durante la entrevista en uno de los salones del inmueble.  MANU GARCÍA

“Mi socia, la propietaria, ya tiene restaurantes en Port de la Selva, al norte de Gerona, y de repente le apeteció la aventura de tener una casa en Jerez”, explica Cristina sentada junto a un vetusto gramófono. Su tocaya empezó a buscar por internet una estancia en el sur para montar su nuevo negocio. “A ella le encanta el ambiente de aquí, la gente, el buen rollo, le chifla ir tapeando y la luz”, comenta. Además, se fijó en el potencial turístico que el casco antiguo jerezano desprende en cada callejuela. Los caballos, la catedral, las bodegas, las motos, “aquí pasan muchas cosas”.

A Cristina le pareció una idea estupenda y, sin más dilación, se mudó a Jerez, ciudad que nunca había pisado. “Siempre había tenido en la cabeza poner una casa así y le dije, si estás liada con los restaurantes, me voy yo a llevarlo”, dice Cristina desde uno de los salones. Y así fue, la catalana se ha instalado en una de las habitaciones de la casa. “He cambiado mi vida, he dejado a mis dos hijas allí, que están estudiando”, cuenta a lavozdelsur.es.

Cuando llegó, quedó impregnada de la ciudad, “me ha impresionado muchísimo”, expresa entre reflejos de sol. Para ella, no es la primera vez que ofrece alojamiento a los turistas, ya había vivido la experiencia de registrar en Airbnb el chalé donde residía y, actualmente, dispone de una casa en el Valle de Arán, en Lérida.

La cocina de la casa.
La cocina de la casa.  MANU GARCÍA

En otros años desfiló en las pasarelas de Barcelona y descubrió el escaparatismo. A lo largo de su vida, Cristina se ha dedicado “a miles de cosas”. Después de formarse como diseñadora de moda, estudió arquitectura de interiores y, de vez en cuando, coge la cámara para captar momentos como “apasionada de la fotografía”.  

Al pasear por la casa, lo único que se escucha es el canto de los pájaros. El sosiego reina en sus aposentos y le gana la partida al bullicio. En Yannat se aprecia la tranquilidad y la paz que las socias buscan mantener. Al salir de una de las habitaciones, Cristina desliza los toldos del techo que dan paso a la luz solar. Una sola palabra define el instante: claridad. La han conseguido a base de “litros de pintura blanca para aprovechar esta luz maravillosa que tenéis aquí”.

“Tocamos lo mínimo, queríamos que se quedara todo muy auténtico”

Con amor, han reconstruido y acondicionado este inmueble datado de 1670 que conserva intactos algunos elementos. Los suelos y las puertas son los originales. “Tocamos lo mínimo, queríamos que se quedara todo muy auténtico, se ha intentado conservar todo el sabor, todo intenta ser muy natural, nada de plástico”, comenta. Objetos de tiempos pasados decoran los rincones. Las cómodas de madera juegan con el blanco predominante y los platos de cerámica dan color a uno de los pasillos.

Decoración de la casa Yannat.
Decoración de la casa Yannat.  MANU GARCÍA

Cristina se ha encontrado con distintos artilugios que cuentan la historia de la morada. Según explica, “era de un señor que coleccionaba coches antiguos, removiendo cosas hemos encontrado llantas de Mercedes, fotos y posters”. A los objetos que ya se encontraban en la casa, las catalanas han incorporado otros más nuevos con el fin de “darle un aire más fresco” y han llevado a cabo algunas reformas para incluir más baños, escasos antiguamente.

Con la ayuda de unos decoradores de Gerona, le dieron un toque personal llenándola de plantas. Incluso usaron el ajuar de novia de Cristina para las cortinas y las sábanas. “Son tejidos nobles, linos, algodones”, enumera la diseñadora recorriendo las seis habitaciones, diferentes entre sí y llamadas con nombres de flores.

“Era de un señor que coleccionaba coches antiguos”

“Cristina quería poner nombres de escritores, pero a mí nada más que se me venían flores, será por la alegría de aquí”, señala. Jazmín, Gardenia, Camelia, Orquídea o Lilium acompañan a Mimosa, “más pequeñita y coquetona”. Tras reunir un jardín en su cabeza, hizo los carteles a mano, con madera, y los colocó a la entrada de cada una.

Cristina asomada a uno de los ventanales.
Cristina asomada a uno de los ventanales.   MANU GARCÍA

La casa cuenta con dos salones, dos patios, cocina y lavandería en los que no faltan la “luz blanca”, signo de identidad y, según ella, de atractivo, porque da la alegría que quita el marrón, cargado de “decaimiento”.

En Yannat se ofrecen desayunos y un servicio de masaje holístico que complementa la filosofía de la serenidad. Una idea de Cristina que tiene pensado ponerla en marcha “en un futuro no lejano”. Le interesa la mente, la energía, el couching y la programación neurolingüística (PNL) que está en alza. “Estudié terapias, me considero chamana, también hago Reiki”, explica con entusiasmo la nueva inquilina que busca “calidez para que sea como un hogar”.

Habitación Orquídea.
Habitación Orquídea.  MANU GARCÍA

En esa línea, a la empresaria le gustaría hacer un hueco a la cultura y destinar el espacio a organizar exposiciones, presentaciones de libros o actuaciones. “Quiero darle vida a la casa para que la disfrute también la gente de Jerez y hacer aquí eventos y movidas bonitas”, dice.

A punto de obtener el permiso oficial de apertura, la estancia está casi lista para recibir a las personas curiosas que huyen de la agotadora rutina. En julio, la reja blanca con relieves de la entrada se abrirá. “Ya tengo reservas para agosto”, comenta. Sus ojos rebosan de ilusión.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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