Una de los descubrimientos gastronómicos más impactante que recuerdo fue en casa de Paloma en El Puerto, cuando su padre (y sus sofisticados gustos), me plantaron un pollo con arroz y salsa de curry para comer. No sabía lo que era el curry, aunque ya por aquel entonces se comercializaba como salsa (no tanto la especia, que recuerde). Aquel día, mientras Rafa me preguntaba a qué quería dedicarme en la vida, yo solo podía pensar en que quizás me quisiera dedicar a comer trozos de pollo untado en esa maravillosa salsa, que con su color amarillo pálido, hasta hacía juego con el bonito porche y el calor del verano. Aquel día de agosto y con 15 años, tuve mi primera aproximación a la comida india.
La siguiente fue con 17 años en Sevilla, cuando mi amiga Ana (la misma que me puso la pasta con verduras), nos llevó a Andrea y a mí a cenar a un indio que estaba en la calle Amor de Dios: montañas de platos con pollo, arroces, salsas y el insuperable pan naan con queso, fueron llenando la mesa, y aquello me pareció un festín impresionante. Tras este genial descubrimiento, me pasó un poco como con la comida mexicana, que todo empezó a parecerme un poco lo mismo (a día de hoy no he logrado aclararme del todo). Aun así, he pasado muy buenos momentos en los restaurantes indios de Lavapiés en Madrid o en el de Hastings, en Inglaterra.
Precisamente mi amiga Grace, originaria de Lewes, me enseñó una receta de curry que hasta el momento es la mejor que he probado, y que contiene boniato, berenjena, tomate triturado, leche de coco, curry y pollo. Mi compañero de piso en Madrid, Rafa, era un auténtico apasionado de la India (creo que ha estado como 5 veces), y siempre tenía en la nevera una salsa buenísima, el chutney de mango, a la que también le cogí el gusto, y que más tarde probaría en la casita de mi hermano en St Leonards-on-Sea, al sur de Inglaterra.
Hoy en día, lo que más agradezco es haber conocido el curry, esa mezcla de especias riquísimas que combina a la perfección no solo con el pollo del padre de Paloma, también con mis queridas lentejas.
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