La Gabriela, o cómo comerse un guiso jerezano en 2020: “Nuestra carta lo que da es hambre"

El restaurante de la plaza Plateros, que ha cumplido una década como referente del cuchareo, reabre tras una importante reforma con una cara más moderna y ‘veggie’: “Cuando la gente viene y se sienta, se da cuenta de que no somos un bar de guiris”

Juan Antonio Morilla posa con uno de sus platos estrella, arroz meloso con carrillá al oloroso. FOTO: MANU GARCÍA.

Hace tan solo unos días que Casa Gabriela (ahora rebautizado como La Gabriela), ha abierto al público tras una importante reforma. “La gente siempre dice: ¿dónde vamos a quedar? ¡Vamos al Gabriela! Por eso le hemos cambiado el nombre”, comenta su propietario, Juan Antonio Morilla Sánchez, una de las caras más conocidas de la hostelería del centro de Jerez. “Lo más importante son mis trabajadores”, recalca, mientras coloca varios paneles en el exterior del local que destacan varias de las características de este hogar del cuchareoproductos frescoscocina abierta durante todo el día, así como platos vegetarianos y veganos 

Juan Antonio lo define como “carta interactiva”. ¿Interactiva? En la nueva carta, diseñada con los tonos corporativos del restaurante, los alimentos “susceptibles” de tener carne o pescado pueden eliminarlo, con objeto de reconfigurar platos veggies. “¿Ves? Ahí tenemos las papas aliñás, el atún y el huevo duro en otro lado, solo se lo añadimos si nos lo piden”, explica a lavozdelsur.es apoyado en una vitrina desde la que se ve su amplia variedad de productos. “Siempre hemos apostado por el producto fresco de mercado, lo que hacemos con la vitrina es exponerlo, algo que llevamos haciendo desde el principio; hoy tenemos corvina, pez espada fresco y almejitas", añade. Desde los fogones, visibles ahora desde el exterior, varios cocineros van despachando la faena en plena hora de tapeo. El propietario de La Gabriela los considera su mejor joya: “Esto no sería nada sin mis trabajadores”.

La vitrina de La Gabriela, uno de sus atractivos. FOTO: MANU GARCÍA.

 

Su nuevo logotipo, una olla al fuego, lo dice todo. Nada de líos ni medias raciones, o tapaplato. Sobre cómo conjugar lo turístico con lo jerezano, Juan Antonio reconoce que no es fácil, pero que están “fifty, fifty”. “A los bares del centro siempre nos etiquetan, mucha gente piensa que esto es un bar de guiris, pero para nada, nuestra filosofía es precisamente ser un bar de gente y cosas de aquí”, comenta en referencia a los prejuicios que también se dan en la hostelería. “De hecho, cuando viene alguien local que había pensado eso, se sorprende y dice: no es lo que me esperaba, esto es tradicional de Jerez”, concluye con desparpajo. 

 

La carta le da la razón. A los platos más típicos, como el rabo de toro y guisos jerezanos como el puchero o el menudo, se les suma otros que si bien innovan, no dejan de lado la cocina de toda la vida. Arroz negro con choco, gambas y alioli de limón, pulpo a la brasa con patatas revolconas, pimentón y ensalada de wakame, albondigas de choco en salsa de almendras, timbal de cous-cous con verduras a la menta y foie caramelizado, o carrillá al oloroso. "Nuestra carta lo que da es hambre", bromea.

 

La Gabriela, o cómo comerse un guiso jerezano en 2020: “Nuestra carta lo que da es hambre"
CASA_GABRIELA-2
CASA_GABRIELA-4
CASA_GABRIELA-5
CASA_GABRIELA-6
CASA_GABRIELA-7
CASA_GABRIELA-11
CASA_GABRIELA-1
CASA_GABRIELA-10

 

 

 

Uno de los artífices del “renacimiento” de la plaza Plateros 

 

 

Cuando Gabriela Damiana Campobasso, fundadora del restaurante junto a su esposo, abrió en 2009, la plaza Plateros era otra. En apenas unos años, la zona se reinventó creando un animado ambiente, y siendo Casa Gabriela uno de los protagonistas. "Esto antes no tenía nada que ver", se reafirma el propietario.

 

Instalado tras varias reformas en tres locales, que ahora son uno bajo el mismo nombre, el restaurante cuenta con un amplio comedor y numerosas mesas en el exterior, a las faldas de San Dionisio, desde donde se divisa toda la plaza. “Siempre me gustó este lugar”, dice Juan Antonio, que trabajó en el bar Plateros como ayudante. Este licenciado en Filología Hispánica se catapultó en unos años encargarse del chiringuito y del restaurante del campo de Golf de Costa Ballena, entre Rota y Chipiona, para luego asentarse definitivamente en el negocio que su esposa puso en marcha en Jerez.

 

Pero no solo con La Gabriela, sino también con otros puntos clave de una plaza consagrada a la hostelería. “Pablo y yo somos socios”, dice en referencia al promotor de la Mantequería El Espartero, y algo similar le ocurre con el Café Canela, justo en frente de La Gabriela. Tres conceptos asociados en la misma plaza del corazón medieval de Jerez regidos bajo un mismo patrón: hacer de lo tradicional, algo moderno y abierto para todos los públicos.