El Gallopedro que se come con las manos “al desnudo” en Jerez

Los hosteleros jerezanos Pepe Naranjo y Luis Romero le dieron vida en octubre a este proyecto culinario que se define como bar donde “el que habla es el producto”, de kilómetro cero

Los socios Pepe Naranjo y Luis Romero en la zona de eventos de Gallopedro.

Una inmensa claridad atraviesa los ventanales de un establecimiento coqueto donde los platos huelen a mar y a Bahía. En la antigua cafetería de la Escuela de Hostelería de Jerez se halla Gallopedro, concebido como bar de producto que lleva por bandera eso de “disfrutar comiendo”.  La nueva aventura de los jerezanos Pepe Naranjo y Luis Romero nació el 23 de octubre de 2020, “es fruto de la pandemia”, dicen.

A estos socios de 34 y 35 años les golpeó la crisis de lleno. Desde hace cuatro años se dedican al servicio de catering Canela y clavo, negocio que quedó paralizado por completo. “Perdimos todos los eventos, entonces teníamos dos opciones o cruzarnos de brazos o liarnos la manta a la cabeza y buscar un plan b”, comenta Pepe sentado en una de las mesas del local.

Pepe Naranjo durante la entrevista.  MANU GARCÍA

Este mes se ha cumplido un año desde que Pepe y Luis montaran Finger Food, una línea de comida a domicilio que les permitió garantizar los puestos de trabajo de la empresa. Juntos se reinventaron para seguir a flote y aunque el servicio tuvo aceptación, la incertidumbre les comía por dentro. “No sabíamos cuando íbamos a poder dar eventos y viendo que se nos seguían cayendo en el segundo semestre del año, decidimos abrir un bar”, explica el hostelero.

A Canela y clavo, que poco a poco recupera su actividad, y Finger food se ha unido un tercer proyecto que lleva recibiendo a comensales siete meses. Para ellos, “es gloria, hemos abierto en medio de una tormenta y nos da mucha alegría que en este poco tiempo hayamos evolucionado tanto en la operativa como en la acogida”, expresa el jerezano.

Mesas del establecimiento.   MANU GARCÍA

Suena Lori Meyers de fondo mientras el equipo ya se prepara para la acción. Los socios han querido darle un toque especial a este espacio que bebe de los encantos de un restaurante, pero no lo es. “Somos un bar porque si no, ni los camareros llevarían camisetas ni las mesas estarían sin manteles. Si fuésemos restaurante tendríamos que medir esas cosas”, comenta Pepe. Les gusta hacerlo todo a su manera y por eso, apuestan por un concepto diferente. Según explican, “aquí no tenemos en cuenta ningún canon, ni estilo ni nada que haya o que exista”.

Detalle del logo de Gallopedro.  MANU GARCÍA

A la propuesta le llamaron Gallopedro en honor al pez típico de la Bahía de Cádiz que está presente en cada recoveco del local, “muy versátil, muy rico en multitud de elaboraciones y un gran Ferrari en la cocina”. Para ellos, este pescado representa la idea que quieren transmitir a los comensales. Productos de kilómetro cero, los que se encuentran en la zona sin salir de la provincia gaditana. “Todo de calidad, máxima calidad y siempre rigiéndonos por la calidad”, dice tajante.

“Tenemos una carta corta y nerviosa”

En su carta el pescado manda, ocupa un 80%, mientras que el 20% restante está dedicado a las carnes. A su vez, los platos cambian diariamente en función de lo que haya en las lonjas de Conil, El Puerto o Sanlúcar. “Tenemos una carta corta y nerviosa”, mantiene Pepe que asegura que en la oferta gastronómica de Gallopedro “el que habla es el producto y no las recetas ni las elaboraciones”.

Usuzukuri de atún, láminas de tarantelo de Gadira sobre pulpa de tomate aliñado.  MANU GARCÍA
Ensaladilla de blancas con huevas de bogavante, huevo frito y trufa.  MANU GARCÍA

A los jerezanos, que llevan prácticamente toda la vida entre fogones, les gusta que en los platos reluzcan los “productos al desnudo, es decir, plancha, freidora, horno”. Además, ofrecen los pescados fritos enteros, que son las estrellas de la casa junto a la ensaladilla de blancas con huevas de bogavante, huevo frito y trufa; y el usuzukuri de atún, láminas de tarantelo de Gadira sobre pulpa de tomate aliñado con tostas.

En las mesas triunfan los tacos tipo saam al estilo coreano. Luis y Pepe ponen el pescado entero en perol y lo acompañan de toppings para que los comensales combinen el “pellizco de ese pescado” con mojo verde, salsa kimchi o lechuga viva cultivada en hidropónico, según se le antoje. “Pescado frito se vende en todos los rincones de Cádiz, pero no así”, comenta el hostelero que también añade aceite de chile habanero o cebolla encurtida en lima. Una mezcla de sabor que “te comes de un bocado y alucinas”.

Pepe y Luis Romero en una puerta del bar. MANU GARCÍA

Pepe coloca las manos como si estuviese sujetando el plato que acaba de describir. Más allá de los cubiertos, a los jerezanos les encanta comer con las manos e invitan a hacerlo con opciones como esta “porque creemos que se disfruta más, es más placentero”.

En Gallopedro se palpa originalidad no solo en el producto sino también en la decoración, inspirada en las casas de las costas andaluzas. La interiorista Belén Rubiales se ha encargado de impregnar de azules y blancos este bar que presenta algunas mesas hechas con puertas de colores, luces fluorescentes y un mural realizado por el diseñador Daniel Diosdado.

Salón del bar situado en el parque empresarial de Jerez.  MANU GARCÍA

Para no perder la esencia de los eventos, Luis y Pepe han habilitado un espacio apartado del bar al que no le falta detalle pensado para reuniones familiares o actividades culinarias. “Este fin de semana tenemos una colaboración con un sushiman y la semana pasada estuvimos con Gadira, nuestra cocina está abierta”, explican los socios. La cocina está "on air" para seguir fusionando técnicas internacionales con productos de la tierra desde el parque empresarial jerezano.

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