El famoso flamenquín del Botavino.
El famoso flamenquín del Botavino.

Once años acaba de cumplir el Mesón Botavino en la zona de Hipercor. Es de los pocos negocios que se mantienen de todos los que integraban la década pasada una variada y rica oferta gastronómica en una de las nuevas zonas de expansión de la ciudad. La carretera N-IV, en la zona norte a la altura de lo que hoy es la avenida Tío Pepe, acababa de cambiar entonces su fisonomía industrial de cascos bodegueros por la residencial y en los bajos de los nuevos edificios proliferaron establecimientos como El Portón, La Linde, La Piedra o Botavino, que pusieron de moda la zona.

La mayor virtud del Botavino reside en su constancia y regularidad. Es de los sitios donde nunca te equivocas y una apuesta sobre seguro. Por producto, cocina, carta variada, atención, precio y limpieza no queda. Si su homónimo frente a Merca 80 es una cervecería consolidada donde sirven además, unas de las mejores tostas de la ciudad (con salmón y aguacate), este es más de mesa y mantel, aunque sin excesivas florituras. Tienen una zona interior agradable, con capacidad para unos 30 comensales, una decoración rústica en paredes y techos, mobiliario oscuro y blanco y suelo de madera. La terraza es especialmente agradable y espaciosa, con cabida para unas 40 personas y que suele llenarse cuando llega el buen tiempo.

Tataki de atún del Mesón Botavino.

Francis y Alex Castell son las personas clave, con permiso de Francisco, que atiende las mesas desde siempre con indudable acierto. El primero es la cara visible, y el segundo trata el producto con exquisitez desde la cocina. A ambos les recuerdo en los 90, junto a su socio Gonzalo Merello, llevando con notable éxito la desaparecida Taberna Marinera de la plaza Rafael Rivero. Pese a las reducidas dimensiones del local y la incomodidad que suponía tener que cruzar la calle para atender las mesas, el negocio contribuyó a la época dorada de la recoleta y encantadora placita junto al Poema, la Abacería y El Tabanco de Luis Arriaza, único negocio que permanece de los de entonces.

En el Restaurante Mesón Botavino tienen, además de zona WiFi que seguro agradece mi buen amigo Pepelu Martínez, una carta variada a la que en estos once años han ido dándole vueltas. Destacan su veintena de entrantes, con ensaladas, revueltos, su famoso rissoto de setas y langostinos, el saquito crujiente de queso de cabra a la miel y las albóndigas de choco en su tinta.  Pero el plato estrella de la casa es el flamenquín de puerro relleno de fondue de queso.

Las cifras le avalan, ya que han servido del orden de 30.000 desde que abrieron las puertas. No tiene mucho que ver con el auténtico flamenquín cordobés (de Baena concretamente). Se trata de un rollo de panceta relleno de puerro y un queso suave fundido, pero Álex le tiene cogido el truco. La panceta está perfecta en su punto de frito y de grasa, igual que la cocción del puerro y el queso dándole untuosidad al relleno.  Se despachan como churros por sólo 4 euros. No me extraña.

En pescados, trabajan bien el atún rojo, tanto en tartar como la ventresca. El tataki tiene el punto de plancha suficiente para quitarle el frío de la nevera. Espléndido. Personalmente, soy muy fan de su pulpo a la parrilla sobre parmentier de patata y pimentón. Perfecto el punto de cefalópodo y al mismo nivel el puré casero, nada de sobres.

Tocino de cielo artesanal del Botavino.

En carnes tampoco se quedan atrás. Estupendos el entrecot de buey y de retinto, muy recomendable la presa ibérica con jamón de bellota y salmorejo templado e imprescindibles las mollejas de cordero lechal. La carta de postres es de las clásicas. Con tartas de queso, de chocolate, de almendras, brownie de chocolate con helado de vainilla y nueces y un flan de higos con pedroximénez más que interesante. Si se dejan asesorar les servirán un tocino de cielo de manual. Delicioso.

No duden que en la zona habrá cocinas más sorprendentes y vanguardistas, y hasta platos clásicos de mejor ejecución. Pero del Mesón Botavino siempre saldrán con la sensación de haber acertado. Su secreto, entre otros, la constancia y la regularidad.

Restaurante Mesón Botavino. Calle Valdepeñas s/n, frente a El Corte Inglés de Jerez. 11407. Jerez (Cádiz). Horario, de 12.30-17.30, y de 20.30 a 0.30 horas. Teléfono para reservas: 956 31 16 11. 

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