Hay anécdotas que dan un giro a la asfixiante rutina. Es lo que le pasó a un hombre que se encontraba almorzando en una terraza de una calle céntrica de Madrid. Según ha contado él mismo en Twitter, en ese momento, "se acercó a mi mesa una mujer de mediana edad y me pidió dinero. Le dije que no tenía efectivo, que si era para comer, estaba invitada a lo que quisiese".
La mujer accedió con sorpresa y le preguntó si podía pedir comida para su hijo. El hombre aceptó y se quedó en su mesa mientras pedía. "El personal del restaurante la invitó a entrar a esperar la comida en la barra (le daba vergüenza entrar inicialmente) y tomarse algo mientras esperaba. Le dieron su comida y antes de marcharse se volvió a la mesa en la que yo estaba y me volvió a dar las gracias", cuenta.
El hombre ayudó desinteresadamente a esta persona sin saber que ella también lo había hecho con él. Esa escena cambió su día por completo. Según explica en el hilo de Twitter, que ya acumula más de 9.700 'Me gusta', "estaba siendo un día intenso de trabajo y me fui solo a comer para evadirme. Ese momento fue un punto de conexión con la realidad, de relativizar la importancia de las cosas y consiguió cambiar el resto del día".
El encuentro con esta mujer le hizo reflexionar. "Vivimos tan rápido que no somos capaces de disfrutar las pequeñas cosas. Vivamos despacio. Cuidemos de los demás", añade.
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