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La propuesta que ha realizado Podemos sobre despenalizar el top manta resulta aberrante. “Sobrevivir no puede ser un delito. Vender un bolso en la calle puede suponer dos años de cárcel, pero defraudar 120.000 euros a Hacienda no se considera delito. Es desproporcionado y muy desajustado”, justificó Ione Belarra, la portavoz adjunta de Podemos en el Congreso, durante la presentación de la iniciativa. No hay que mezclar los dos ámbitos. Cada uno en su nivel es igual de negativo y hay que tomar las medidas adecuadas contra cada uno de ellos. Medidas que hoy en día no están a la altura. Si lo que pretenden con esta propuesta es mejorar la situación de los inmigrantes que se pasan horas en la calle vendiendo falsificaciones para buscarse la vida este no es el camino.

Estos vendedores son el último eslabón de una cadena capitaneada por mafiosos que se aprovechan de ellos. Contra esos jefecillos es contra los que hay que ir. Los manteros son los que menos beneficio obtienen, tanto desde el punto de vista económico como social, y los que más riesgos corren. La solución para legalizar su situación es complicada, pero desde luego legalizando este tipo de trabajos no se consigue nada bueno ni para los que practican la venta ambulante ni para los que se ganan la vida legal y honradamente.

A muchos ciudadanos los manteros les generan un sentimiento de pena, al verlos piensan “pobrecitos, tener que ganarse la vida de esta forma”. Y no nos engañemos, lo que más interesa es que si sale más barato comprar una falsificación por ilegal que sea, el que compra no lo duda dos veces aunque a la larga lo barato salga caro. Si pensamos en gigantes como Inditex, Nike, Adidas, grandes diseñadores internacionales, equipos de fútbol, discográficas, productoras, cantantes de éxito, actores y directores de cine entre otros, creemos que por comprar unos zapatos, una equipación de fútbol, un bolso, un disco o una película imitando a los originales no van a sufrir consecuencias. Pero no es así.

Si sumamos todas las falsificaciones que se venden, aunque los grandes de las industrias continúen ganando dinero, de alguna manera les estamos robando y estamos siendo cómplices de la ilegalidad. Y lo mismo (o peor) ocurre con los comerciantes de pequeños negocios. Los que además de hacer frente a los gigantes de las diferentes industrias, tienen que luchar contra el top manta. Imagínense tener una tienda de zapatos y que justo en el exterior del establecimiento alguien ponga una manta repleta de zapatos más baratos mientras tú no puedes bajar el precio porque vendes calidad y necesitas ganar dinero para sobrevivir. Esto ocurre, si no lo creen paseen por las calles el centro de Cádiz para verlo, y no hace más que hundir a quienes trabajan cada día de forma lícita. Por eso deberíamos concienciarnos y comprar especialmente en los pequeños negocios locales que tienen todo legalizado e intentan sobrevivir.

Las cifras revelan que con la práctica del top manta existe una caída de casi setenta mil empleos directos y más de siete mil quinientos millones en ventas al año. Cifras desorbitadas que con la propuesta de Podemos irían a más. No olvidemos que adquiriendo los productos que se exponen en las aceras ayudamos a las mafias y hundimos a los trabajadores. Por todo esto no se debería rebajar la multa ni despenalizar esta práctica ilegal. Llamar a la demagogia no es la solución. El lema ‘Sobrevivir no es delito’ no siempre se cumple. En este caso, esta forma de sobrevivir sí es delito.

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Estefanía Escoriza

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