Elena Gómez Mateos, hasta ahora consejera de la Unión de Hermandades, ha sido nombrada como nueva delegada diocesana de Hermandades y Cofradías. Su designación ha causado una gran sorpresa en el mundo cofrade dada su juventud, algo inédito en los que han ocupado este cargo de máxima confianza del prelado para los asuntos cofrades. Sustituye al que lo ha sido durante 18 años Joaquín Perea Montilla, que lo nombró Juan del Río. José Rico es el tercer prelado con el que ha trabajado asumiendo esta responsabilidad. Desde la llegada del actual obispo se venía especulando con un cambio en esta delegación. Sonaban nombres como los de los sacerdotes Juan Jacinto del Castillo y Manuel Lozano, que por cierto algunas fuentes comentan que ha dimitido como asistente eclesiástico de la Unión de Hermandades.
En el decreto de nuevos nombramientos hecho público por el obispado, también se incluye la novedad de la aparición de un subdelegado de Hermandades, cargo que asume Orlando Lucena Ortega, reconocido cofrade y esposo de Elena Gómez. La primera felicitación pública ha sido de la Unión de Hermandades que en un comunicado le desea “la mayor de las suertes en esta andadura, al tiempo que agradecemos a Joaquín Perea sus años de servicio a nuestras corporaciones”.
La portavoz del Consejo, Rocío del Ojo, no ha dudado en señalar a lavozdelsur.es que este nombramiento “es una gran alegría tanto para nosotros sus compañeros de la Unión de Hermandades como para el mundo de las hermandades”. La designación anunciada por Bertemati puede tener lecturas tales como la elección por el prelado de una persona joven, comprometida con la Iglesia, de gran vocación cofrade y, además, la nada desdeñable particularidad de ser mujer, la primera que es nombrada para tal responsabilidad.
Así, José Rico Pavés continúa con la reordenación y cambios de la curia diocesana y párrocos, con nuevos nombramientos así como de los responsables de los diferentes organismos de la Iglesia local, dentro de la nueva orientación que, como obispo, le corresponde aplicar. Ese giro es donde se pone más de manifiesto esa nueva orientación que da más cancha a los segares en los cargos de responsabilidad que no precisen ser ocupados por un presbítero, como viene aconsejando y ordenando el Papa Francisco.