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El dedo en la llaga

Pedro Grimaldi - @GrimaldiPedro

Está demostrado que la masa es un compendio de individuos que acaba configurando una voz  única, con la irracionalidad que eso puede conllevar algunas veces. Por eso desconfío y soy prudente en las reuniones donde hay más de diez. Ahora esa masa se manifiesta en las redes sociales consiguiendo hacer incontestable una mentira, logrando machacar una verdad, pero también articulando el consenso necesario para sacar adelante una buena causa. Es la miseria y la grandeza de la red.

La reciente sentencia condenatoria a Pedro Pacheco por "dos" casos de enchufismo (entrecomillo y resalto la cifra, “dos”) ha desatado una avalancha de comentarios gozosos en las redes sociales de mucha gente que, indignada por el caudal de mierda que baña todos los días los noticiarios -tras escándalos y más escándalos de corrupción- ha decidido calmar su furia dando una patada en el trasero del histórico líder andalucista y alcalde de Jerez durante veinticuatro años. También ha desatado la indignación de quienes, como es mi caso, entienden desproporcionada la pena y consideran que Pedro Pacheco no merece en absoluto este final en su intensa y fructífera vida política de la que Jerez, si se hace balance sin apasionamiento, salió beneficiada. Pero estos somos, aparentemente, los menos, porque aquí se produce lo que los estudiosos de la formación de la opinión pública denominan la "espiral del silencio" que, simplificando, consiste en autocensurarse cuando uno percibe que está en minoría.

Entre los vengativos, que jalean a los leones, hay de todo. Primero mucha gente que se alegra de la desgracia del personaje sin reparar en el hecho punible -dos contrataciones irregulares en dos empresas municipales- de manera que celebran que condenen a Pacheco por percepciones negativas, y subjetivas, preconcebidas de antemano. "¿Lo ves? Era un corrupto..." Entre estos hay jóvenes recién aterrizados en la política que, exaltando la condena,  se vengan de una generación de dirigentes por los que se consideran perjudicados y a los que  denominan la "casta". Luego vendrían las "víctimas" de la gestión del alcalde, contrariados porque algún PGOU se llevó por delante su parcela, o no convirtió las papas de su huerto en oro, o le quitó media terraza de su chalé ilegal para hacer una calle por la que pudiera pasar una ambulancia.

Después están los rivales a los que derrotó una y otra vez en las urnas y sufrieron sus  excesos verbales. Y hay un tercer grupo, el más beligerante, formado por esa  gente que persigue a los políticos intentando corromperles una y otra vez. Me refiero al que no consiguió un piso por la cara, un trabajito para el hijo, una licencia para un pub en un sitio prohibido por las  ordenanzas... Y a estos se les unen, como más críticos y justicieros, los que habiendo conseguido dos o tres favores del alcalde  no lograron el cuarto.

Seguro que en tantos años de actividad política Pedro Pacheco habrá pisado más de un callo, porque gobernar es decidir y muchas decisiones que benefician a una mayoría pueden tener efectos colaterales en una minoría. Pero no creo que sus actuaciones equivocadas, e incluso alguna decisión que hubiera resultado injusta, merezcan la cárcel. Es inevitable para dimensionar un hecho establecer comparaciones con otros. En esta misma tribuna de La Voz se ha destacado que el asesinato de un joven senegalés mereció la misma condena al culpable que la que le han impuesto al alcalde. Por no comparar con los pujoles, blesas, urdangarines... A mí me viene a la cabeza que Aznar nos metió en una guerra ilegal, justificada con supuestos falsos (las inexistentes armas de destrucción masiva), que dejó en ocho años más de quinientas mil víctimas, entre ellas cientos de soldados españoles, y no se le ha juzgado por ello.

Y que Rajoy preside un partido que se ha financiado de forma opaca y cuyo tesorero ha repartido sobres de dinero negro a troche y moche, y ni siquiera ha dimitido. También se ha truncado la vida de 260 trabajadores del Ayuntamiento de Jerez, que fueron despojados de sus empleos de forma arbitraria, y nadie ha condenado públicamente a los responsables con tanta saña como se hace ahora con el culpable  de  dos casos de "enchufe", que es por lo que se condena a Pedro Pacheco. Lo legal y lo ilegal, lo justo y lo ajustado a derecho, tienen en algunos casos unas líneas de separación muy sutiles y siempre interpretables. Baltasar Garzón, que sentó en el banquillo a los capos gallegos de la droga, procesó al sanguinario Pinochet, desmontó el aparato logístico de  ETA y destapó la trama de financiación ilegal del PP, dice que hay “justicia de primera, de segunda y de tercera categoría”. Como saben, hace varios años que le apartaron de la judicatura.

Jerez tuvo un sueño de ciudad que en los últimos años se ha esfumado. El alcalde que creyó en ese sueño, refrendado seis veces en las urnas, ya estaba en la historia de Jerez, y del municipalismo, mucho antes de esta desproporcionada condena. Quizás por eso miles de personas estén firmando la petición de indulto. Yo también he firmado.

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