Y tú, ¿a qué jugabas?

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Que el juego es importante en los niños nadie lo duda. El juego es la forma que tiene el niño de relacionarse con el mundo, de aprender, “la más seria de sus actividades”, como decía Michel de Montaigne. En el juego confluyen aspectos fundamentales para su desarrollo a nivel físico, educativo, psicológico y social. Las acciones lúdicas potencian el pensamiento creativo y permiten al niño imaginar, construir y poner en marcha actividades. Por eso hay que concentrar esfuerzos en que los niños jueguen mucho y bien. Que jueguen libremente y, cuando les demos herramientas para jugar, que sean las mejores.

Por mi trabajo oigo hablar con frecuencia de “juguetes educativos”. Cuando lo escucho me quedo dándole vueltas a qué es un juguete educativo o qué no lo es. Y siempre acabo acordándome del famoso anuncio del niño al que le regalaban un palo porque aquel palo en manos de aquel niño estaba destinado a convertirse en el juguete más educativo del mundo. Al final de lo que se trata es de juego de calidad. Y cuando hay juguetes de por medio la calidad te la dan muchas cosas. El material del que está hecho el juguete (aquí una forofa de la madera). Cómo está hecho. Qué aporta en cuanto a las capacidades que desarrolla en el niño. Qué le puede aportar el niño al propio juguete (los juguetes tienen que dejar huecos para la experimentación, para que el niño los llene). La estética, porque el gusto también se educa y en un mundo con tanto feísmo crecer entre cosas bonitas te da equilibrio. Y algo que valoro cada vez más: el que exija de nuestro tiempo y convierta lo que era una pesadez (vamos siempre corriendo), en experiencias de juego compartidas de lo más gratificantes. Un juguete puede reunir todo eso y mucho más. Y contribuir a que el juego sea lo que tiene que ser, una experiencia para el que juega.

También recuerdo que nunca conseguí de sus Majestades de Oriente el Autocross 5 velocidades, seguramente porque estaba en el escaparate izquierdo de la juguetería Álvarez y ese no era el de las niñas.

Si fuésemos conscientes de la importancia que pueden tener los juguetes y las formas de juego de un niño en el adulto en el que se convertirá, seguramente nos lo tomaríamos más en serio. Leía el otro día en un libro sobre la historia de los juguetes de construcción que Le Corbusier y Frank Lloyd Wright jugaron con las cajas de arquitectura de Froebel y fueron educados según los programas de este revolucionario pedagogo (el que inventó los jardines de infancia). Va a ser verdad que con lo que uno juega de niño algo le marca.

“Para cada hombre existe una imagen cuya contemplación le hace olvidar el mundo entero: ¿cuántos no la encontrarán en una vieja caja de juguetes?”. La frase es de Walter Benjamin. Yo tengo guardadas mis viejas cajas de juguetes. Conservo mi TENTE, mi Exin castillos, mi casa de madera, muchas muñecas, libros de cuentos… Si me recuerdo jugando me veo con estos juguetes, con mi puñado de rotuladores Carioca y la mesa llena de papeles, con otros niños en espacios abiertos (el juego en la calle lo dejamos para otro día, que hablar de la “amabilidad” de los espacios urbanos con los niños da para mucho). También recuerdo que nunca conseguí de sus Majestades de Oriente el Autocross 5 velocidades, seguramente porque estaba en el escaparate izquierdo de la juguetería Álvarez y ese no era el de las niñas. No sé si eso habrá tenido que ver en lo que me costó sacarme el práctico del carnet de conducir…

En esta semana dura, triste, de niños en imágenes que nunca debieron existir, que no se nos olvide que “el niño es el padre del hombre”. Los niños que están aquí que sepan la suerte que tienen de poder jugar, que es lo que les toca, y que esto les ayude a convertirse en hombres que consigan que no haya niños de aquí y niños de allí. Sólo niños que juegan en todo el mundo.

“El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuáles deberán estar orientadas hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este desarrollo” (Derechos del niño, Asamblea General de las Naciones Unidas).

E. Macarena Gómez es doctora en Bioquímica y propietaria de la tienda Ya voy mamá!

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