Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, durante un mitin celebrado hace unos meses en Jerez. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, durante un mitin celebrado hace unos meses en Jerez. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Si Freud levantara la cabeza ganaba el Nobel de Medicina de aquí al 21 de mayo tan solo analizando los comportamientos de los estrategas y community managers de la candidatura de Sánchez.

Que la historia más reciente de la política española está llena de líderes con los pies de barro no es ningún secreto de estado. Que el análisis de los actos fallidos de esos líderes daría para tesis doctorales de decenas de promociones en las facultades de Ciencias Políticas es una verdad fácilmente contrastable. Y entre todos esos casos emerge con fuerza la imagen de quien fuera secretario general del PSOE, y a día de hoy precandidato en las Primarias, el sin par Pedro Sánchez.

En una semana en la que Iglesias y su núcleo duro, Espinar, Montero y Monedero, decidieron cumplir su sueño de convertirse en guías turísticos por las calles de Madrid de la manera que más les gusta y con autobús tuneado para la ocasión, en un nuevo ejercicio de dejación de su labor parlamentaria por la que cobran del erario público y pagan el autobús, Sánchez ha decidido aparcar su famoso coche, aquel que se hiciera famoso en su entrevista con Évole y del que nunca más se supo, y subirse al autobús de la izquierda verdadera con todas las de la ley, es decir, prepotencia por bandera y soberbia desbordada, esas cualidades que todos en algún momento hemos considerado señas de identidad del hiperliderazgo podemita.

Quién nos iba a decir hace poco más de un año que el mismo Sánchez que nos llevó a refrendar de prisa y corriendo un acuerdo con Ciudadanos, que haría las delicias de cualquier dirigente del Partido Popular, se convertiría en pocos meses y tras dos severas derrotas electorales nacionales y otras tantas en el País Vasco y Galicia, en el depositario de las esencias socialistas y de la voluntad única de la militancia. Sólo un proyecto personalista cuyo hilo argumental pasa por la declinación de los pronombres personales (yo, mí, conmigo) puede explicar la situación que esta semana ha vivido el proceso de primarias del Partido Socialista.

Pedro se subió al autobús de la prepotencia partidista el pasado lunes en la entrevista con Piqueras en el informativo de Telecinco. Cómo no sería el ejercicio de soberbia desbordada que hasta el equipo de Patxi Lopez, del que forman parte algunos de los que fueron lugartenientes de primer nivel en una vida anterior de Pedro, reaccionó con rabia abandonando por unas horas su pretendido tono de oración en el huerto.

Si Freud levantara la cabeza ganaba el Nobel de Medicina de aquí al 21 de mayo tan solo analizando los comportamientos de los estrategas y community managers de la candidatura de Sánchez, porque hacer de la arrogancia su particular trending topic partidista desvela agujeros negros muy profundos en el proyecto político que se pretende plantear como objetivo en el corto y medio plazo del socialismo español.

Pero lo verdaderamente demoniaco ha llegado conforme la semana tocaba a su fin. Ahí sí que los ideólogos de Sánchez han rozado el doble salto mortal con tirabuzón y hasta el de Jun ha parecido un hooligan razonable si nos atenemos a la riada de análisis vertidos en las redes sociales por el propio Pedro y una buena parte de sus seguidores, socialistas y de otras nacionalidades políticas a su izquierda.

Intentar descalificar la acción política del propio partido en la lucha contra la corrupción del Partido Popular desde la insinuación de que la abstención es la causa de esa corrupción, alcanza ya altas cotas de cinismo cercanas al olimpo de los locos egregios de la historia para quienes Goebbels es un ídolo consagrado desde que acuñara aquella famosa frase de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, con la que consiguió que con el régimen en llamas y el ejército alemán retrocediendo en todos los frentes, una parte de los alemanes pensara que la victoria era posible...

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