Una persona votando, en las últimas elecciones.
Una persona votando, en las últimas elecciones. JUAN CARLOS TORO

El vivir es solo para valientes. La vida se vive siempre con un cartel de peligro de muerte en lo alto de la pared. Ya sé que no es popular escribir así, con esta cultureta nuestra de que la vida está hecha para la felicidad y la muerte también, que a ver para qué creen ustedes que se inventó el paraíso. Por cierto, y para terminar esta entradilla: todos vamos a tener nuestro último domicilio en un cementerio, hagamos lo que hagamos.

La pregunta sería, entonces, a qué tantos miedos por todo. Tiene que ser agotador vivir con tanto miedo a todo y por todo. Agotador. Y lo malo, este es el truco de los creadores de miedos, es que no queda tiempo para vivir si hay que andar atendiendo a tantos miedos. Vivir. Eso, deje usted de disfrutar de la vida, por favor, y escóndase en algún rincón a disfrutar de sus miedos, a hacérselo en el pantalón: toda una eternidad hirviendo en las calderas de Pedro Botero. ¡Fantástica literatura!

¿La vida es trabajo?, ¿trabajar para ganarse el pan?, ¿con el sudor de su frente o con el sudor del de enfrente? Responda a esta pregunta y sabrá a quién votar, caso que no sepa todavía a quién o insista en esa jaculatoria de que todos son iguales: No lo son, y lo sabe usted perfectamente. Si todos fueran iguales no estaría usted dudando entre Feijóo y Abascal. Pues deje de mentir ya, o al menos deje de mentirse a sí mismo.

Pedro Sánchez trabajó como profesor universitario en una universidad privada y en Cajamadrid; Yolanda Díaz tuvo su propio despacho de abogados. ¿No dice usted que hay que trabajar, que lo digno es el trabajo, que lo honesto es trabajar y no mamandurrear? Pues ahí lo tiene. Mérito y trabajo. A ver si nos orientamos.

Pero resulta que a muchos les parece que lo del trabajo es solo para predicarlo y que lo que conviene es hacerse rentista y vivir del cuento. Al final, a los electores más conservadores y más de derechas les convence mucho más elegir a candidatos que se han pasado la vida viviendo de lo que esos mismos candidatos denominan vivir del cuento. Todos esos electores que muchas veces terminan votando a las derechas y que a lo que aspiran no es a trabajar sino a vivir del cuento, de las rentas de algo, del chiringuito más cercano. ¿Es así?

El amor al trabajo es solo una homilía que luego alguna gente parece querer olvidar en el momento de introducir el voto. Ahí, el mensaje dentro del sobre es una cartita a la Oficina Nacional de pelotazos y qué hay de lo mío. Curioso que todo eso pase sobre todo con las derechas y los votos de derechas. Por supuesto, vote uste lo que le dé la real gana, pero luego no venga con arengas patrióticas y todo ese rollo, un poquito de vergüenza torera falta en tantos y tantas que siguen disfrutando, sin embargo, con las corridas de toros. 

Y eso, ¿dónde están los valientes?, los valientes para vivir una vida de verdad, los valientes que viven sin tenerle miedo al miedo y se enfrentan a él haciendo comunidad con vecinos y amigos, los valientes para los que la libertad sirve para que cada quien haga lo que cabalmente quiera. Ay, que la libertad no era para eso, que la libertad era para ir a tomar cañas nada más. ¿Adónde íbamos a ir a parar? Eso otro es libertinaje, todo lo que no sea ir a tomar una cañita al bar de Paco después de misa...

Lo comprendo, la libertad da mucho miedo. Lo decía Eric Fromm, lo decía Milton. La libertad solo es para valientes, que la libertad da miedito. Que venga un caudillo a poner orden que no me atrevo a la libertad, que me lo hago en los pantalones. La vida no es para cobardes, la vida es solo para valientes, y de valientes están llenos los cementerios. Claro. ¿Y cree usted que por volverse un cobarde no va a terminar en el cementerio? Pues usted como todos los demás: Dentro de 100 años todos igual, sin pelo, sin dientes, sin carne quizás, será muy gracioso, cantaba la Orquesta Mondragón.

¿Y qué habremos conseguido si no hemos vivido, paralizados por los miedos que inventan para nosotrøs los que viven del cuento? La vida no es para cobardes ni para atorrantes que creen que todos los demás son peores que ellos mismos, unos vivos, unos viva-la-virgen y todas esas mentiras propias de refraneros. Y usted, ¿que vota a los que no han dado un palo al agua en su vida?, ¿que vota a los que se inventan miedos para que usted viva con miedo?

Vote a quien usted quiera, no faltaba más, pero no venga luego, ni antes, con sermones. La libertad de los demás, caso de que usted no use la suya, no le obliga a usted a ser quien usted no quiera ser, no le obliga a besar a nadie que usted no quiera besar: ¿qué le importa a usted a quien besen los otros?, ¿qué le va ni le viene en ello? ¿No era que cada quien responde por sus propios pecados? Pues cada uno a lo suyo y a no meterse en las vidas ajenas. Va a resultar que los que se llenan la boca de libertad lo que quieren es que todo el mundo sea igual. Pero esa falsa libertad de las derechas va con trampa: solo sirve para tomar cañas y bailar chotis.

¿Qué agua va a beber usted si toda se privatiza o se roba? ¿Dónde y cómo va a vivir usted si las pensiones no suben o no se actualizan? El Gobierno de izquierda liberal ha prometido proteger el agua, ha subido las pensiones, ha bajado el paro, ha subido los salarios.

La menor inflación de Europa, el paro más bajo desde hace 15 años: este es el resumen de la gobernanza de la izquierda liberal. La izquierda liberal parece que sabe gobernar, ¿que no?

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