Edificio de Valcárcel, en una imagen de archivo. La Junta ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Cádiz, la Diputación y la UCA.
Edificio de Valcárcel, en una imagen de archivo. La Junta ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Cádiz, la Diputación y la UCA. MANU GARCÍA

Hace años, muchos años, me matriculé en la Universidad de Cádiz para estudiar Magisterio. Eran unos estudios que me atraían mucho y ahí que estuve tres magníficos cursos para sacar la diplomatura de Maestro. Posteriormente, volví a matricularme, ahora para sacarme la licenciatura en Psicopedagogía, una carrera nueva surgida al calor de la Logse y con la que disfruté muchísimo con los compañeros y compañeras de clase y el profesorado. Fue una experiencia muy agradable. Más adelante realicé los cursos de doctorado en el programa de Psicología, y más recientemente, estuve como docente en algunos másteres, impartiendo clases sobre comunicación.

Como se pueden imaginar, no pretendo informaros de mi currículum estudiantil, ni estoy esperando que entre los lectores de lavozdelsur.es haya un cazatalentos para ofrecerme el contrato de mi vida. No. Mi intención, como casi siempre, es la de enmarcar mi opinión en un contexto que sirva como ejemplo, como escenario y, por supuesto, darle un cierto modus operandi didáctico a mi proceder como opinador. Sigo, por tanto, contándoos mi vida.

Primero de Magisterio lo dimos en la histórica sede de la que se llamaba Escuela Normal, frente al parque Genovés, un edifico pequeño, infradotado de lo más mínimo, en fin. El segundo curso nos trasladaron a otro edificio al lado, lo que era Escuela de Empresariales, hoy un aulario –creo–. ¿Mejoramos? Nada, si infame era el anterior, este era del Cuéntame. Pero hete ahí que en tercero nos aguardaba una sorpresa; en tiempo récord se había construido un edificio para albergar nuestros estudios ¿dónde? En pleno campo, en Puerto Real. Y allí que fuimos. Sin autobuses, sin pizarras los primeros días, sin bar, sin asfaltar las inmediaciones… Una cosa esperpéntica, el edificio menos adecuado del mundo para impartir clases en una universidad, y mucho menos para los futuros maestros, psicólogos.... Pero ya se sabe, a políticos, en este caso del PSOE y de Izquierda Unida, les pareció una maravilla el sacar del centro de la ciudad los edificios universitarios, obnubilados por los campus americanos, como si esto fuera Wisconsi. Craso y absurdo error.

También hice allí los cursos de doctorado y allí impartir clases de Comunicación.

¿A qué viene todo esto? Sencillo, si realmente lo educativo, la universidad, los alumnos, el profesorado, merecen unas instalaciones desde las que se puedan ofrecer servicios de calidad, tienen que salir de allí ya. Si además existe en Cádiz un edificio como es el llamado Valcárcel, antiguo Hospicio, en pleno barrio de la Viña y el Balón, frente a la Caleta, que ese edificio está abandonado, que la universidad lo quiere, que lo quiere el barrio, que por allí tendremos unos 3.000 ciudadanos entre alumnos, profesores, PAS, que donde están ahora ni caben ni es sitio digno, esa alternativa no solo es la mejor, es magnífica desde cualquier punto de vista: Rehabilitas un edificio de alto valor arquitectónico e histórico, das vida a barrios deprimidos de la ciudad, creas economía y, sobre todo, la Universidad de Cádiz podría ofrecer una calidad insospechada a sus alumnos y profesores. Pues mira, siendo todo eso así, no puede ser que desde la administración competente se le niegue esa posibilidad.

Estamos en periodo electoral, yo no tengo duda pero si algún partido, que evidentemente lo hay, que se niegue a que se recupere Valcárcel para trasladar allí la Facultad de Ciencias de la Educación, ese partido no tendrá mi voto, por decencia. Y si aún así ganan las elecciones, no lo duden políticos míos, tiren Valcárcel, tírenlo, eliminen el cuerpo del delito, que en eso ustedes sois expertos.

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