Iván el Terrible y su hijo el 16 de noviembre de 1581 Ilia Repin (Moscú, Galería de Tretiakov )
Iván el Terrible y su hijo el 16 de noviembre de 1581 Ilia Repin (Moscú, Galería de Tretiakov )

Será o no será un fenómeno nuevo, a lo mejor simplemente es producto de la sobreabundancia de información, datos, redes y todo aquello que nos hace ser especialmente dispersos en gustos, modas o aficiones, pero me da a mi el pálpito que la Cultura ha muerto –o para no ser tan exagerado puedo mejor decir que la Cultura está en un estado comatoso-.

El propio término está sujeto a un intenso debate cosa que por otra parte es propiamente una manera de arrinconar la cuestión en la habitación de las élites, culturetas de salón y otras familias faranduleras. La Real Academia de la Lengua nos da una aproximación seca, muy limitada del término –será por aquello del intenso debate, la controversia, ya saben a lo que me refiero- y concreta que Cultura es “el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Es también el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social”. Algo es algo, y aunque hay hasta carreras universitarias que tratan sobre ¿Qué es la cultura?, vamos, aún a pesar de su parquedad, a quedarnos con lo que nos dice la Real Academia.

Pero Cultura también es curiosidad, anhelos, deseos, empatía, saber estar, conocer para que te conozcan, y son, desde estas burdas maneras de explicarme, donde llego a la conclusión de que la cultura está moribunda.

En un país —no sé en otros— donde vende más libros, y con diferencia, Belén Esteban que un premio Nobel como Vargas Llosa (sí, sí, Belén Esteban la misma que viste y calza). Un país donde se editan más libros que en ningún otro pero que es de los que tiene más bajos índices de lectura. Un país donde poetas de reconocido prestigio y enorme calidad si venden trescientos ejemplares se dan por muy satisfechos. Novelistas que se tienen que pagar sus propias ediciones porque su objetivo es que los lean y no sacar dinero de su arte —y no es onanismo del escritor, no—. España, un pais donde una de las críticas más habituales de la derecha política es que se subvenciona el cine que se hace aquí, pero que sin embargo no se da por aludida cuando, por ejemplo, una revista pornográfica tiene el tipo de IVA súper reducido del cuatro por ciento, igual que una revista de arte, un libro o una barra de pan o un litro de leche. El cine sin embargo tiene un tipo del diez por ciento de IVA, lo mismo que entrar en un Museo. Un escándalo

Quiero, a estas alturas del artículo, dejar claro que yo no puedo denominarme una persona culta, no lo soy, pero creo que, como gran parte de las medianías como yo, debemos mostrar nuestra preocupación por este desangrarnos entre otras cosas y como ejemplo paradigmático por el aparatito llamado en su tiempo la caja tonta pero que ha demostrado ser más lista que el hambre. La televisión. Programaciones que solo sirven para el entretenimiento, no siendo éste, ni mucho menos, su objetivo único, o su única posibilidad. Programaciones sectarias, y donde tratan a los ciudadanos y ciudadanas como personas por debajo de los umbrales de la capacidad mental, como borderlines. Mientras también en los colegios se pretende quitar clases y asignaturas como Francés, Filosofía…y completar el currículo escolar con estrambotes como clase de costura, cacería y arte taurino (yo que soy un sindios ni hablo de lo de las clases de religión).

Hoy en día las tasas de analfabetos parece ser que ha disminuido…y eso no se lo cree nadie, además que el concepto de anlfabetismo ha cambiado, no solo se trata de funcinalmente saber leer y escribir. Cada vez hay menos personas que son capaces de comprender la lectura y que escriben —gracias a la metaescritura de los whatsapp y redes sociales— de tal forma que es imposible no sonrojarse. Además se sabe leer pero no se lee, se sabe escribir pero no se escribe…se sabe pensar pero no se piensa. Preferimos, como el soma de Aldous Huxley en Un mundo feliz, darnos altas dosis de entretenimiento zafio, cutre, banal, poligonero, a la vez que nos creemos todos muy dueños de opinar de todo a base de tragarnos titulares y noticias falsas –o fake news que es lo moderno, exageraciones, hipérboles de cualquier noticia que nos la tragamos sin más verificación que la que nos permiten un puñado de conexiones sinápticas entre dendritas y axones oxidados de tan poco usar.

No quiero terminar esta columna de manera tan pesimista, en realidad a pesar de que en España –hablo de lo que me cae cerca- parece que estamos empeñados en conseguir aquello que nos contaba Woody Allen en su libro Como acabar de una vez por todas con la cultura, termino con un mensaje positivo porque aunque estemos en tiempos de facherío, falsos profetas y estulticia retrógrada, me quedo, porque creo que tenía razón, con la frase que en términos generales definía a España y que pronunció el Mariscal Bismarck: “España es el país más fuerte del mundo: Los propios españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo consiguen”. Pues con la cultura igual. Lean.

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