Elogio del pesimismo / realismo

Tenemos una sociedad que, no en vano, tira de argumentario liberal y capitalista, donde el individualismo está por encima del común o lo colectivo

Simone Biles en los Juegos Olímpicos.
Simone Biles en los Juegos Olímpicos.

Siempre me sorprendo de la capacidad de los seres humanos de esforzarnos en alcanzar los objetivos que cada uno individualmente o como colectivo nos proponemos. Lo digo al albur de la celebración, estas últimas semanas, de los Juegos Olímpicos. Una competición deportiva realmente espectacular, que nos alumbra en las capacidades, habilidades y espíritu de progreso y mejora de cada uno de los participantes.

La sorpresa me viene por esa manera tan abrupta de perseguir los límites de nuestras facultades físicas. Llegar a los límites, traspasados lo cuales, entramos en una dimensión extraordinaria, sobrehumana. Es realmente impresionante como esos competidores, esos atletas de cualquier disciplina, baten récords imposibles, alcanzan metas inabordables y rinden por encima de lo que el sentido común nos anticipa. Son realmente admirables.

Esta edición de los Juegos ha tenido un momento que, creo, nos ha abierto una puerta, un angulo de visión distinta de los mismos. Hemos visto como una supergimnasta, la mejor del mundo, la estadounidense Simone Biles, se bajaba del carro, decía “hasta aquí hemos llegado”, poniéndonos en conocimiento que este llegar al límite, este ir siempre a por todas podría ser incompatible con la salud, la física, pero sobre todo, con la mental. Nos puso en conocimiento el sufrimiento, la ansiedad y el estrés que conlleva la exigencia del deporte de élite. Nos comunicaba que era tanto la exigencia que había dejado de ser feliz practicando su deporte.

Evidentemente si hablamos de disciplinas superprofesionalizados, de deportes donde el nivel de exigencia viene de la mano de los rendimientos económicos del mismo, entonces entramos también en una dimensión que posiblemente se nos escapa a los simples aficionados, o no, del deporte e, incluso, a los practicantes aficionados, a los cuales, al nivel de efuerzo físico y mental no va unido el negocio personal o estructural del deporte que practica.

Tenemos una sociedad que, no en vano, tira de argumentario liberal y capitalista, donde el individualismo está por encima del común o lo colectivo, y si hablamos de deporte, solo la simbología nacionalista supera ese ansia personal de lucha por objetivos personales. Es nuestra sociedad la que ha acogido, con una naturalidad que asusta, algunos dogmas sobre nuestra evolución como personas y que, cogiendo a retales afirmaciones, más o menos sacadas de contexto de la psicología positiva, va enviando mensajes a toda la población: “el que quiere, puede” “hay que creer” “si te lo propones, lo consigues” “nada es imposible” “se positivo y todo se arreglará” “si luchas por una meta, llegarás”... y así un sinfín de frases inspiradoras que tienen recorridos casi para toda la actividad humana: Si eres estudiante, si vas a opositar, si eres deportista e incluso, si estás enfermo. Esto último, la enfermedad, junto con lo del deporte, posiblemente sea el ámbito donde más utilizamos este tipo de afirmaciones casi mágicas. El término lucha o pelea se asocia al enfermo de cáncer, como si realmente eso fuera una guerra. No se trata de ser conmiserable, ni como vulgarmente diríamos, pájaro de mal agüero, pero tampoco pensemos en, por ejemplo, las enfermas de cáncer de mama como si fueran guerreras que están todo el día con una actividad frenética, sonriendo a diestro y siniestro, haciendo Tik Tok con sus pañuelos en la cabeza o recibiendo la quimioterapia con un espíritu propio de video clip evocador y de canciones más propias de los marines de Estados Unidos que de mujeres con un gravísimo problema de salud. Ni tampoco se va a curar antes porque le digamos que se va poner bien y que pelee.

Igual este artículo me lleva directamente al infierno de las críticas de personas que no están de acuerdo con lo que digo pero ¿realmente creen que cualquiera que luche y que se lo proponga, por ejemplo, va a sacar matricula de honor en todo, va a aprobar las oposiciones, va a ganar la maratón de las olimpiadas o va a superar una metástasis de un cáncer de pulmón?. Yo creo que no, y la consecuencia, es lo que quiero concluir, es crear una sociedad de frustrados, niños y niñas que escuchan a todas horas a deportistas que han conseguido sus objetivos porque han creído en ellos mismos, cuando la realidad es que ganar la maratón de las olimpiadas, solo la gana uno, y quiero suponer que no la ha ganado solo porque quería ganar y se lo propuso. Es absurdo.

Por tanto, y como conclusión, insistir en que no nos conviene como civilización tomar a pies de juntillas ese acerbo del sueño americano trasladado a cualquier actividad humana, y busquemos otros valores que sí que nos pueden hacer crecer a todos, a todos a la vez.

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