Elogio a la esperanza. Saber esperar

Fotografía de Alain Laboile.
29 de septiembre de 2019 a las 08:43h

Es necesario esperar, aunque la esperanza

haya de verse siempre frustrada,

 pues la esperanza misma constituye una dicha,

 y sus fracasos, por frecuentes que sean, 

son menos horribles que su extinción.

Samuel Johnson

El ser humano tiene una gran capacidad para sobreponerse a las desgracias. Nuestro cerebro, adaptativo e inteligente, procura siempre reestablecer el equilibrio y lucha denodadamente contra la adversidad. La vida depara casi por definición sorpresas día a día. Depara sensaciones agradables que tratamos de mantener en el tiempo y sinsabores que intentamos superar. No hay libro de instrucciones por más que se escriban libros de autoayuda, por más que escribamos artículos para demostrar como conseguir el estado de flujo, la realidad es que el enfrentarse a los problemas es una situación donde el individuo se ve solo con su mente y su cuerpo sin más ayuda que su capacidad de resistencia puesta a prueba.La personalidad de cada uno, su perfil, su carácter y su experiencia son variables que van a determinar como se afronta la adversidad y casi siempre por ese instinto de supervivencia innato en la especie humana tendemos a ilusionarnos, a creer firmemente en un final feliz que acabe con nuestros problemas y tormentos. Aquí quiero rescatar una cita de Santiago Álvarez de Mon de su libro Desde la Adversidad: La adversidad atraviesa eléctricamente tejidos, pensamientos y emociones, provocando una nueva jerarquía de sueños y aspiraciones. Enfrentada con lucidez y determinación, se puede alumbrar una feliz paradoja: la inicial oscuridad y espesura puede trocarse en luz y claridad sabias. En sus involuntarios remangos se puede arribar a la abundancia y plenitud moral”. Enfrentarse a los desafíos y conflictos con lucidez, esa es una de las claves. Efectivamente los problemas, porque nos agobian y son fuente de infelicidad, nos taladran el cerebro  no permitiéndonos rebuscar entre nuestras emociones aquellas alternativas que nos permitan encontrarnos con el sosiego necesario. Pero hete aquí que el ser humano sin necesidad de intelectualizar demasiado ni sus sentimientos ni su realidad, es capaz de tener ese momento, esa mágica ocasión, algo así como en un chasquido con los dedos, hay un ¡eureka!, una bombillita que se enciende y nos ayuda a reconocer errores y a reparar daños pero que sobretodo nos impele a adaptarnos a la situación en la que nos encontramos con el ánimo alto y las esperanzas renovadas en solventar lo que nos provoca sufrimiento. Pues bien solamente con ese estado de ilusión, aunque alguno lo pueda denominar más bien de ingenuidad, se consigue remontar la adversidad y se tendrán más posibilidades de lograr esos ansiados objetivos. Hablamos de la magia del momento, de la inspiración gregaria.Insisto en que poseemos un cierto determinismo positivo que nos hace trabajar intensamente en la resolución de los conflictos de manera positiva, con altas expectativas “Lo que está destinado a suceder, siempre encontrará una forma única, mágica y maravillosa de manifestarse”. Es una creencia construida, aunque sea artificialmente y a lo mejor alejada de la realidad, la que nos impulsa a actuar y a siempre esperar de manera activa porque “lo mejor está por llegar”. Ese determinismo positivo es como una consecuencia del conocimiento que tenemos de la rutina de la propia existencia:Todos sabemos que todos los días sale el sol, que después de la lluvia siempre escampa… Como decía Griban: “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”. La inutilidad de la resignación es algo aceptado por nuestros corazones, solo hay que encender el interruptor adecuado que encienda la bombilla adecuada.Después de una experiencia traumática, una profunda decepción, nuestro cerebro, en realidad nosotros, adoptamos una posición que tiende a la desconfianza, la negación de la posible superación del sucedido, incluso nos comportamos como nunca lo hubiéramos hecho pensando que el problema se soluciona haciendo lo contrario de lo que hacíamos, porque sabemos que para conseguir resultados diferentes hay que hacer las cosas de manera diferente. Pero siempre, siempre, alumbramos en lo más recóndito de nuestro ser la esperanza, la necesaria esperanza.Nuestra historia, la historia de las personas, es un corolario de frustraciones, deseos incumplidos, momentos de felicidad... hay de todo. Es nuestra historia, y es verdad, que cuando en la vida se comienza a tener mas vivido que por vivir, cuando hay más pasado que futuro, cuando hay más por el retrovisor, tendemos a situarnos en esa resignación y contra eso hay que luchar. Reconciliarnos con nosotros mismos, construir nuestro futuro sobre lo conocido y vivido aunque sea duro o creamos recordarlo como un pasado duro. Buscar la felicidad como decía Beckett es también "fracasar, y así encontrar al final el triunfo". Buscar segundas oportunidades no es fracasar dos veces, es fundamentalmente tener confianza en uno mismo, tener esperanza y eso siempre es una antesala para conseguir un objetivo. Saber esperar. Tener la paciencia suficiente, la autoconfianza suficiente para saber que llegará tu momento, salir de la desesperanza, de la resignación, del tedio.Estamos por tanto programados para ser felices por eso lo intentamos a veces desesperadamente cuando esa sensación desaparece. La cuestión es si sabemos descifrar, identificar qué es lo que nos hace llegar a ese estado de placer para cuando lo tengamos delante sepamos a que atenernos. Hay que saber esperar para que llegue. No perder la sonrisa (sonría por favor), no perder la esperanza y tener el convencimiento que siempre es posible salir de los conflictos que la vida pone por delante y hacerlo con determinación. Por eso este elogio a la esperanza. Comuniquemos esperanza y obtendremos más esperanza.