El fin del mundo

Fin del mundo. FOTO: Majogo Tops

Si tuviéramos que hacer un listado de libros escrito sobre el futuro distópico, seguramente podríamos coincidir que en los primeros puestos colocaríamos “1984” de Orwell, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y “Fahrenheit” de Bradbury. Hay muchos más, como no, pero pienso que esas tres novelas son seguramente culmen de ese género literario. Tanto en la literatura como en otras artes, el cine por ejemplo, hacer un viaje en el tiempo, intentar ponernos por delante un trailer de lo que va a ser la vida, es una faceta que han cultivado artistas y creadores de todas las especialidades, no en vano, esa prospección al futuro no es más que un intento de dar respuesta a una de las preguntas más humanas que nos hacemos: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adonde vamos? Esta última es a la que nos referimos, y es bastante común que las respuestas que le damos, y no solo en la literatura de ficción o en el cine, son bastante pesimistas en general.

En estos momentos tan delicados que estamos viviendo en todo el planeta, da la impresión de que ya nos sobran esas predicciones, ni las optimistas ni, por supuesto, las pesimistas. Es como si le hubiéramos dado la vuelta al reloj, o como si toda la humanidad hubiera tomado prestado el De Lorean de “Regreso al futuro” y nos encontráramos en una escenificación de lo que tendría que pasar dentro de muchos años.

Nos asustamos, claro, la situación no es para dar palmas, pero no nos dejemos llevar por la urgencia de la propia Pandemia, no nos dejaría ver el bosque, y ese bosque viene avisándonos, sin necesidad de hacer una serie para televisión, de que hace tiempo estamos jugando a la ruleta rusa con nuestra supervivencia: Cambio climático producido, fundamentalmente, por los humanos, cuestión ésta que ya no tiene discusión. Crisis económicas cada vez con efectos más brutales sobre la población. Movimientos migratorios descontrolados huyendo de hambrunas, regímenes totalitarios…superpoblación sobre un territorio que ya comienza a dar signos de agotamiento claros de materias primas tanto para nuestras más elementales como para seguir produciendo cualquier tipo de bienes. Si hablamos de situación situación económica a nivel internacional, las noticias que se nos van disparando al desayunar, las tertulias y por supuesto los datos que todos podemos imaginarnos sobre paro, precariedad.... es para asustarse, lo cierto es que si todo eso no anuncia el fin del mundo que nos auguraban los Mayas para el pasado 2012 se le podría parecer, y no es menos cierto que, da la impresión, todo apunta a que el retroceso en los niveles de Bienestar van a ser notables. Y lo digo desde el mundo más desarrollado y con calidad de vida más alto, imagínense en países en vías de desarrollos o continentes enteros como África.

No pretendo, por lo menos en este artículo, hacer una recopilación de datos sobre la crisis económica y social que nos está suponiendo el Virus o sin el Virus...ni siquiera voy a expresar mi opinión o mi visión sobre el futuro, eso lo haré en otro momento y al estilo o con consideraciones parecidas a las que Toni Judt hacía en “Algo va mal”. Lo que trato de expresar es sobretodo mi desazón por una situación que evidentemente va a cambiar nuestro estilo de vida para los próximos años y que afectará, sin duda, a las próximas generaciones, a menos que seamos capaces de rebelarnos para que las soluciones que se aporten para este momento histórico que vivimos, no estén alentadas y programadas por eso que llamamos "los mercados" los cuales han conseguido cambiar la lógica democrática por otra basada en el poder de...los poderosos (como siempre). Necesitamos por lo tanto rearmarnos para buscar entre todos los mínimos comunes que nos permitan buscar soluciones que amparen a todos y todas, y conseguido eso, habremos conseguido preservar o profundizar en la democracia, que sigue siendo el menos malos de los sistemas políticos, y como decía Mayor Zaragoza en una conferencia a la que asistí hace algunos años: "La democracia no es, ni mucho menos, que podamos ir a votar cada cierto tiempo y contar votos para saber quien gana y quien pierde. La democracia no es para contar es para que cuenten con cada uno".