Una dictadura muy extraña

Yo a la única conclusión que llego es que puede ser verdad que nuestra democracia sea imperfecta, pero democracia, al fin y al cabo, o al contrario

Pedro Sánchez, reelegido presidente del Gobierno, el jueves en el Congreso.
Pedro Sánchez, reelegido presidente del Gobierno, el jueves en el Congreso.

El pasado martes tuve la ocasión de asistir al concierto que el cantaor flamenco Arcángel ofreció en el Gran Teatro Falla dentro de los actos que celebran la declaración del 16 de noviembre como día internacional del flamenco y en recuerdo de la fecha en que la Unesco declaró ese arte como Patrimonio de la Humanidad.

Quien me convidó a ese espectáculo sabe bien que me gusta ese gran artista de Huelva y, aunque en esta ocasión presentaba un disco donde las canciones son compuestas por compositores y compositoras ajenos, casi todos al flamenco, Arcángel hizo que nos deleitáramos durante hora y media de puro arte. El jueves día 16, el del Patrimonio de la Humanidad, en Madrid se votaba la investidura de Pedro Sánchez y en Cádiz al nuevo Rector de la Universidad (enhorabuena a Casimiro Mantel, espero que sea una gestión positiva. Por cierto ¡Valcárcel universitario!). Con la elección de Sánchez y Mantel confirmada, yo me deleitaba con el inefable Spotify escuchando el disco de Arcángel y rememorando el concierto al que dos días antes tuve la suerte de asistir en una magnífica tercera fila.

A esa misma hora, en Madrid, había otro espectáculo -menos divertido desde luego que el que mis auriculares inalámbricos me hacían gozar-, participado por un buen puñado de gente muy extraña: nazis, fascistas, falangistas, trumpistas, nostálgicos de Franco…en definitiva gamberretes, que además de enarbolar todo tipo de banderas poco recomendables, ofrecernos todo un repertorio de consignas poco edificantes, encima la emprendían a piedras, bengalas y todo tipo de objetos contra la Policía y los periodistas allí destacados.

A su vez en la UCA prestaban atención a las actas de las mesas electorales completamente concentrados en unos resultados que marcarán, en buena lógica, a nuestra universidad en los próximos seis años. No es que quiera poner en comparación tres cosas tan radicalmente distintas, pero ¿no es verdad que mientras Madrid sigue empeñada en ser la capital de la hiperventilación política, de la zafiedad y la burricie, la vida sigue -por lo menos por aquí-: celebrando el día del flamenco -por cierto como es marca de la casa, hace unos días la señora Isabel Díaz Ayuso dijo que Madrid era la capital del flamenco y que es allí donde nace ¡qué cruz, maricruz!-, celebrando -según dicen, en plena dictadura, oiga usted-, elecciones en la Universidad, y así por toda España.

Yo a la única conclusión que llego es que puede ser verdad que nuestra democracia sea imperfecta, pero democracia, al fin y al cabo, o al contrario, si esto es una dictadura, vaya porquería de dictadura que permite que se digan las cosas que se están diciendo. No hay separación de poderes, pero, sin embargo, el Parlamento sigue haciendo su labor legislativa y de control al gobierno mientras este se ocupa de gobernar, y el poder judicial, ahora que han salido con sus comunicados y sus concentraciones, pues la verdad no los veo yo muy dirigidos por el poder ejecutivo, más bien al contrario. ¿Y los militares? ¿Qué me dicen de los militares? Nada, tranquilos, los que han hecho un comunicado pidiendo un golpe de estado están todos jubilados cobrando tan ricamente sus pensiones las cuales, por cierto, se las subieron el 8 por ciento este año. Son los mismos que hace un par de años dijeron que habría que fusilar a 26 millones de españoles. Nada. Una dictadura muy extraña. Un golpe de estado raro raro. Lo veo todo más como una especie de justificación para cuando lo quieran intentar. Cuando todo es un golpe de estado, nada es un golpe de estado. Cuando todo es una dictadura, nada es una dictadura.  

Yo, como pueden ver, sigo bajo el yugo de esta dictadura, me vuelvo a poner mis cascos y escuchar canciones compuestas por Rozalén, Leiva, Vetusta Morla, Vanesa Martín, Auserón y algún que otro más y cantadas por Arcángel, paso de los golfos comebanderas. Paso de tanta ordinariez y chonismo. 

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