La Plata es una ciudad hecha con regla y cartabón. Las calles y avenidas se nombran con números. Una ciudad racionalista, hermosa, llena de bulevares y atildados edificios. Le Corbusier diseñó un edificio que se mantiene en magníficas condiciones; la casa Curutchet. Pude entrar a visitarla en un acto enorme de amabilidad, puesto que estaba ya cerrada al público: yo tenía que regresarme a Buenos Aires y no perder el tren. El edificio es una joya construida a ocho manos, cuatro arquitectos. Diseñada en Europa, pero adaptada a La Plata incluso en el proceso constructivo: fueron tomados los cinco elementos de la arquitectura moderna basados en el hombre de Vitruvio. El patio contiene un álamo, llamado Mussolini, que fue plantado por el médico Curutchet en el lugar que Le Corbusier indicó. Una casa construida mediante la técnica de la comunicación epistolar. Una casa hermosa y un símbolo de modernidad, además de símbolo de esa alma bífida que es todo lo porteño y lo capitalino argentino: la idealización de lo europeo.
De vuelta en Buenos Aires, La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, es una ciudad que sigue en mí. La provincia tiene algo más de 307 mil kilómetros cuadrados (España tiene 500 mil kilómetros cuadrados), y alrededor del 38% del censo electoral de toda la Argentina. El conurbano de la ciudad de Buenos Aires, cuya frontera es la Avenida General Paz, queda sobre todo en la provincia. El peronismo no ganaba las elecciones de la provincia desde hacía veinte años. Para hacerse una idea: de los 135 municipios, ganó 95. La derrota de Milei dejó su falsa libertad en claro retroceso y el 26 de octubre próximo se elige la mitad del Congreso Nacional: el único que puede pararle los pies.
La derrota fue tan amplia que los gobernadores colaboracionistas ya se separaron de Milei ayer mismo, apenas se conocían los resultados. Argentina es una república federal y los gobernadores son el poder ejecutivo en cada provincia, como los Länder alemanes. Milei se quedó en todo solo para celebrar su derrota y no atinó, siquiera, a felicitar al vencedor: el peronismo o justicialismo. Sí, aunque detrás de esta victoria electoral está una de las bestias negras de Milei: Axel Kicillof, el actual gobernador y jefe del justicialismo bonaerense, a quien Milei intenta denigrar con todo tipo de insultos y destratos.
El peronismo se unió. Cristina Fernández, en una prisión domiciliaria escandalosa; Sergio Massa, el candidato peronista que perdió ante Milei; Máximo Kirchner, Kicillof lo lograron, aunque no solos. La militancia de base se desperezó del sopor en que su propia dirigencia la había postrado y Juan Grabois fue argamasa para ese gran pacto de unidad. Al otro extremo, los libertarios, en la ciénaga de la corrupción y el 3% de presunta coima sobre los medicamentos para los discapacitados, a quien se anulan las pensiones del modo más arbitrario imaginable. Hablaremos de ello.
Una presunta corrupción que involucraría directamente a la Casa Rosada y a la presidencia del Congreso de la Nación. No basta con esta columna para relatar los disparates de toda ralea acometidos por Milei y su hermana, por su Gobierno y por todos sus adláteres. De suerte que las elecciones de ayer en la provincia, a las que el propio Milei había otorgado categoría de plebiscito, cayeron como una losa sobre el libertarismo, cuyas derrotas en el parlamento, durante todo este año, son abundantes y la más contundente, la semana pasada, el rechazo del veto presidencial a la ley del Congreso de emergencia en discapacidad, para impedir su desfinanciación.
La noche última del año, el 31 de diciembre, me instalé en La Plata para presenciar algo realmente extraordinario: las Fallas de La Plata, aquí. Durante todo el año, los platenses hurgan en su propia actualidad y en las emociones que esa actualidad les remueve. Luego se entregan a la construcción performativa de su crítica levantando fallas y ninots como si fuera la Valencia española y ¿el fuego se lo comerá todo? Sobre esto último habría que hablar más, porque no lo creo: que el fuego se lo coma todo.
Al día siguiente, el uno de enero, cuando todavía quedan esparcidos muchos restos del Carnaval de la noche anterior, muchos autos reciben la carga de las maletas, incluso sobre su techo, para la salida vacacional veraniega. Hace calor y mi último paseo por La Plata, antes de volver a tomar el tren, tiene una mezcla de la melancolía que despiertan los recuerdos de mis propios principios de verano, principio de libertad sin escuela, de aventuras, aunque muchas fueran literarias, y de entusiasmo por regresar a Buenos Aires y encontrarme con mis amigos.
Chascomús, también en la provincia, dio un Alfonsín que resultó imprescindible para la historia del país. Kicillof se perfila ya como un posible candidato a presidente. Y la patria, la patria que es el otro, la que el libertarismo quería convertir en un ritual milico y bancario, ha sabido ser defendida por sus patriotas, partiendo de ese otro concepto de patria que es en realidad matria: “La patria es el otro”.



