Verano del '22: nos asamos.
Verano del '22: nos asamos. MANU GARCÍA

Rodeados de fuego y de calor. Una calor como no habíamos tenido en años y unos 33 incendios, como si fueran los botones de la sotana de un párroco. Sí, la Iglesia sale hoy también aquí.

La crónica del horno que es Andalucía, Extremadura y toda España es como un parte de guerra, hoy que es dieciocho de julio. Dirán que hay que olvidar: ¿olvidar qué?, ¿un golpe de Estado contra la democracia; olvidar a mi abuelo, su vida y la de todos nosotros; olvidar que murió en un hospitalito llamado 18 de julio? No debemos olvidar, porque el olvido es la muerte, la muerte más cruel, la que no deja ni briznas de yerba. Olvidar nos destruye, porque somos, los seres humanos, memoria, recuerdos y curiosidad.

Castilla y León arde, arden los campos como si los hubieran sembrado de sal contra las personas; arden de calor y fuego; arden hasta los bomberos contra unos gobernantes que desde hace años se toman a broma el cambio climático y ahorran para sus lujos en obreros contra el fuego, en todo tipo de medidas preventivas. No vale decir que no se sabía, porque el año pasado fue terrible y todo el que quiso saberlo, todo el que no cerró los ojos a la realidad, a la verdad científica, sabía que el infierno de Portugal, el de Ávila, del año pasado, etc. No solo se repetiría: serían peor y peor cada año.

Se achicharran los bosques con sus árboles y yo tirito de miedo solo de pensar en los berridos de todos los animales que habitaban esos bosques, y los campos, huyendo despavoridos o atrapados en el fuego quemados vivos. Sí, ya sé, estas cosas no se quieren leer ni escuchar: no son parte de las boniterías de esta romantización que se ha puesto de moda para que hablemos solo de lo bonito. A este paso se nos acaban los temas de conversación definitivamente.

Es ahora cuando entra la Iglesia, que no vamos a hablar solo de política profana. Roma produjo el romance de los pajaritos, dedicado a su san Antonio y a su idea de la naturaleza: encerrarla en un cuarto si le molesta al ser humano. Un romance muy cuco y ya dispondrá su dios lo que quiera, pero resulta que quienes disponen son los gobernantes ayudados por la ideología católica, especialmente, que le ha venido permitiendo al ser humano dominar y someter a la naturaleza desde Tomás de Aquino. Ahora es cuando algunos vienen con la cantinela, rara, de que aquellas eran otras épocas; eso, pero en India se manejaba la vida de otra manera y Roma lo sabía.

El ejemplo más actual de cómo la ideología del catolicismo ha ignorado el respeto necesario hacia la naturaleza lo encontramos en la lucha contra el uso de la energía nuclear en Alemania. Los protestantes descubrieron pronto su obligación de respetar la naturaleza; a los católicos alemanes les costó mucho entenderlo y todavía son renuentes.

Andalucía arde, el fuego ha llegado hasta las puertas mismas de Jerez y aunque parezca que Mijas está ya bajo control la destrucción es enorme. Monfragüe arde, las Hurdes, el Jerte. Arde Castilla, Portugal, Italia, Francia. Algunos creen que es porque hay una ola de calor y "déjame de cambios climáticos", no vaya a ser que tenga yo que cambiar mi forma de vivir, dejar el coche, no usar plásticos y dejar de comer tanta carne: "¡Quiero mi libertad!". Pues toma libertad entre las llamas que lo destruyen todo y tómate una cañas.

Las cifras para esta columna las he venido nombrando desde hace muchas columnas: bomberos despedidos, falta de recursos por decisiones políticas irresponsables, etc.

Verano del '22. La canción de este verano va a ser una grabación de cómo crepitan las ramas en el fuego, las voces de los bomberos de fondo y, de vez en cuando, los alaridos de los animales. Sí, ya sé, esta columna no va a gustar porque no habla de "lo bueno, de lo bello y de lo justo", como les gusta a los romantizadores de nuestra vida fea, de esa parte fea de nuestras vidas que va a terminar por destruir toda forma de belleza y de alegría. Pero no es una esquela.

Todavía, incluso en medio de este Infierno de Dante, queda espacio para la alegría y la belleza. Tenemos la obligación de cambiar de vida y hacer posible que este Planeta siga siendo un domicilio habitable para la Humanidad.

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