Verano del '22: la música, la otra luz de Buenos Aires

Muchas cosas han cambiado acá y desde acá con el lenguaje inclusivo, con el lenguaje que nombra con claridad las cosas que en otros tiempos se romantizaban como actos de hombría herida y crimen de necesidad

Café Hasta Trilce, Buenos Aires. Ana Sofia Stamponi y Laurel Tango Trío. Foto de PabloMtnezCalleja.
Café Hasta Trilce, Buenos Aires. Ana Sofia Stamponi y Laurel Tango Trío. Foto de PabloMtnezCalleja.

La música de Buenos Aires es otra fuente de luz, como el sol, la luna y el cine. La solidaridad también. Y sí, hablemos del tango y la milonga. Muchas cosas han cambiado acá y desde acá con el lenguaje inclusivo, con el lenguaje que nombra con claridad las cosas que en otros tiempos se romantizaban como actos de hombría herida y crimen de necesidad. Estoy pensando en el disparate de un tango, A la luz del candil, y el giro copernicano que suponen los tangos que canta Ana Sofía Stamponi con Laurel Tango Trío, por ejemplo. Los cito a ellos por una razón sencilla, tuve la suerte de verlos el viernes pasado en Hasta Trilce, un café que no está en la agendas para turistas, y un tango que tampoco. Lleno hasta la bandera, ¿cuál?, en sus paredes cuelga una republicana española.

La Stamponi y el Laurel Tango Trío han logrado que un tema de Ana Sofía pase a los anales de la historia argentina, a través del Nuevo Cancionero Federal: Huellas del Sur. Un tango dedicado a su papá, ex preso político; a su mamá, ex exiliada; a sus tíos, desparecidos. Su abuelo, grandísima figura del tango. Un tango que hoy, desde hace rato ya, se canta en /e/ y no en /a/ o en /o/: les compañeres, les chiques, vocales necesarias para pronunciar; yo para escribir manejo la /ø/ escandinava. Otro lenguaje, otros temas y una música igual de tanguera, quizá mejor, que la de los tangos de toda la vida. Y sí, sentimientos, emociones, seguro que varias nacidas del amor que Ana Sofía Stamponi y Brisa Videla se tienen. Por cierto, Brisa es una cantante impresionante, que la escuchamos porque allá cantaron juntas. Arrabaleras, tangueras  e inclusivas.

La música del tango es luz, entre luces, media luz, sombras que dejan ver mejor algunos perfiles sí iluminados, los perfiles de la melancolía, del deseo profundo, los de las raíces de vida, de la alegría del amor, que aunque sea pasajero hay que vivirlo cuando está.

El tango fue largo tiempo considerado inmoral, cosa de boliches oscuros y milongas tramposas; de gente de mal vivir, de cuerpos demasiado juntos, pegados, disueltos en sí mismos, al menos por ese rato. Tangos que bailaban hombres juntos. Un boliche, sin estar ni sucio ni con vasos llenos de absenta, en el que bailan hombres juntos, y mujeres juntas y todo el que quiera juntes, es el que ya hace tiempo presentaba, en un vídeo de Por una cabeza, Nicola Benedetti. Mientras escuchaba aquella música luminosa volvían a mis ojos Elisa y Juan Pablo, bailando tangos con sus pasos de amor, mientras sonaba un tango que recordaba a los desaparecidos en la Milonga Federal del Centro Cultural Kirchner.

Buenos Aires está llena de música, por todas partes, y de música magnífica, seguramente por ello es Bs As tan luminosa. Ayer, en la calle Defensa, a dos cuadras de Plaza Dorrego, Felices Pastores ofrecieron un concierto delante de unas persianas, como si fueran cariátides que, animadas, se despegaban de sus fachadas y se ponían a tocar: una bajista, un acordeonista, dos saxofonistas y un baterista que además mostraba el ejemplo de lo que Mario Benedetti describió como cultura de la pobreza. El bombo estaba sujeto como se había podido sujetar. ¿La calidad musical? Para cualquier sala de primera categoría. Escúchenlo.

El sábado, Nayla Beltrán cantó décimas de tradición gauchesca e impronta feminista, con lenguaje inclusivo, y color urbano. Con su guitarra y con su voz llenó de belleza, de sentido y de luz una biblioteca popular de barrio, en Caseros, ella que ya fue promocionada por la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Sí, la que una vez fue dirigida por Borges.

Terminó el concierto el Gustavo Nasuti Cuarteto, guitarras. Música que, sin palabras, alumbró con intensidad. El ocaso de las hojas es una deliciosa obra, entre todas las que interpretaron. Experimentados músicos que viajan por Europa ofreciendo conciertos, en uno de los cuales conocí a Miguel Pesce.

Salimos de allá en la oscuridad de la noche cerrada y con el temor de terminar metiéndonos en Fuerte Apache, lo último que hubiéramos deseado. Una de las oscuridades de Buenos Aires, igual que otras villas y asentamientos, en los que la pobreza es intensa e inexplicable en un país tan enormemente rico. La pobreza es inexplicable, sin embargo, en todas partes, también en la idealizada Europa o en los glorificados Estados Unidos de América. La pobreza severa se ve en las calles del centro de la capital sin tener que ir a buscar su imagen a ningún barrio del conurbano.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios (1)

Cecilia Hace 1 año
Hermosa notaaaa. Gracias por quedarte a escuchar en San Telmo. Sigannos en las redes! @felicespastores
Lo más leído