Nunca se sabe, pero me da que para la causa de desapego a las redes sociales estos días hemos ganado a la chavala que sale bailando bulerías en un vídeo (parece que en el Hontoria) y que, como me ha llegado a mí, ha tenido que ver todo Jerez, sí, la chica que se descuida en un revoloteo de falda y resulta que va fresquita bajo los pantis…
El lunes estuvo El Cigala en la Feria de Jerez. Ya sé que usted lo sabe, lo sabe todo el mundo. Pero es que yo estaba allí. Por casualidad. En la caseta de la Buena Gente. Estaba no por que hubiera recibido un chivatazo, invitación o algo parecido (como supongo que fue el caso de la alcaldesa, allí presente con familia y compañeros de partido), sino porque había ido a ver cuántos conocidos tengo en el mural de la pared (sí, es verdad, el plan era un poco justito, hay que reconocerlo).
Total, que allí estaba El Cigala con la familia Méndez comiendo, cantando… lo normal. Hasta que el artista cogió el micrófono, sin llegar a subirse al escenario, y cantó un rato, diez o quince minutos, de manera no oficial, digamos, solo por tener un detalle con los presentes. El asunto se grabó en vídeo y como el artista estuvo todo el tiempo frente al escenario, más bien de espaldas al público, se ve a la concurrencia tanto o más que al propio cantaor. Y allí estaba yo. Allí estoy yo. Para siempre. No me molesté en buscarme en internet hasta bien entrada la tarde, pero a eso del mediodía ya tenía información de primera mano de que se me ve “perfectamente” en el vídeo que han subido a internet del cantaor en Jerez.
Ya saben los habituales de estas líneas mi desapego por las redes sociales, mi escaso o nulo interés por la vida de los demás que allí se reflejan, sus videos de paellas familiares; esas citas con pensamientos que harían sonrojar a Paulo Coelho; los gatitos; esas fotos de señoras de edad (o no) poniéndose de lado con una pierna delante de la otra o esos señores, sus respectivos, orgullosos de la barbacoa futbolera… hedonismo de fritanga y colonia de a litro.
No tiene ninguna importancia que yo salga en ese vídeo, claro, pero no dejo de pensar en la costumbre que han adoptado muchos bares y discotecas de subir fotos y vídeos sobre cómo estuvo el fin de semana anterior o la fiesta tal o el evento que sea, mostrando a decenas de personas sonrientes y encantadas de posar. En realidad, en lo que no dejo de pensar es en que resulta curioso que toda esa gente esté siempre en el sitio y el momento adecuado, con las personas indicadas y haciendo lo correcto: nunca mienten sobre los sitios a los que van y, por supuesto, no son infieles. No podrían serlo.
Nunca se sabe, pero me da que para la causa de desapego a las redes sociales estos días hemos ganado a la chavala que sale bailando bulerías en un vídeo (parece que en el Hontoria) y que, como me ha llegado a mí, ha tenido que ver todo Jerez, sí, la chica que se descuida en un revoloteo de falda y resulta que va fresquita bajo los pantis… Y ahora ya, debidamente ‘viralizada’, lo que antes hubiera sido un chascarrillo o una simple anécdota convierte a esta chica en ‘la que baila fresquita’ para toda la eternidad.
