Una urbanización de lujo

Tenemos que incorporar la naturaleza a nuestros pueblos y ciudades, renaturalizarlos. Lo estamos invadiendo todo con nuestras urbanizaciones

26 de diciembre de 2025 a las 09:59h
Conejo en una zona verde de El Bosque.
Conejo en una zona verde de El Bosque.

Muchas personas dirían que en una urbanización de lujo debe haber mármol o algún otro material de construcción noble, césped perfectamente recortado, una gran piscina… Muchas de estas personas, que no tienen la suerte de vivir en ellas, abogan porque sus pueblos o ciudades imiten estos “lujos” y ven con buenos ojos el césped de plástico, que los árboles se desmochen regularmente y a discreción, que no haya una hoja en el suelo y, a falta de mármol, bueno es el hormigón… por todas partes. El verde natural les pica aunque se viva en un pueblo y se les llene la boca con que hay que defender el mundo rural.

Todo debe estar bien controlado, todo bien artificial, para que no se desmadre la madre naturaleza, que es muy salvaje y traviesa y “molesta” y “ensucia”. La naturaleza no encaja con la visión de mucha gente del lujo y el progreso. Si sobrevive algún trozo natural en la ciudad no es por voluntad del ayuntamiento en cuestión, sino por descuido o falta de presupuesto. Esta es una mentalidad atrasada de nuestra sociedad, porque no hay más que viajar un poco por Europa para constatar que llevan muchos años de adelanto integrando la naturaleza en la ciudad. Aquí todavía no es que ni siquiera se esté intentando de forma generalizada, salvo honrosas excepciones, sino que es que se está en contra.

Al mismo tiempo, muchas de estas personas ansían tener contacto regular con esta naturaleza. Porque es un lujo poder disfrutar de ella. ¿Y si para hacerlo no hubiera nada más que mirar al otro lado de la acera o andar solo unos cuantos metros? ¿Cuánto vale poder contemplar naturaleza salvaje y verdadera un sábado por la mañana sin más que mirar por tu ventana? ¿Cuánto valdría estar en una parada de autobús y que un herrerillo, por ejemplo, se pose en el suelo al lado de donde tú estás? Vivir junto a un espacio lo más parecido a la naturaleza real, y no a un espacio ajardinado artificial, sí que sería vivir en una urbanización de gran valor. Solo el necio confunde valor y precio. Porque es que, además, esto es relativamente fácil de conseguir: no es costoso, solo hay que dejar la naturaleza en paz y no gastar dinero en estropearla.

Tenemos que incorporar la naturaleza a nuestros pueblos y ciudades, renaturalizarlos. Lo estamos invadiendo todo con nuestras urbanizaciones. No podemos permitirnos el lujo de robarle más espacio a la naturaleza. Porque robarle más espacio a la naturaleza es más cambio climático, más contaminación, menos biodiversidad, más zoonosis y plagas, menos recursos naturales… Por eso es necesario que dentro de lo construido se deje espacio a la naturaleza. También por los imprescindibles beneficios que aporta un espacio natural en la ciudad: amortiguación de altas temperaturas en verano; absorción de la contaminación y el consiguiente beneficio para nuestra salud; belleza, que es también salud; más oxígeno; más biodiversidad y menos plagas de mosquitos, por ejemplo.

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