Una huida hacia adelante

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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Hoy el tema va sobre Cataluña. Concretamente sobre Artur Mas. Lo digo porque a estas alturas del caluroso verano que sobrellevamos y del aluvión de noticias y análisis sobre el tema en cuestión, quien más y quién menos pueda estar harto o harta. No obstante, hay un aspecto del fenomenal lío en el que el mencionado Artur ha metido a su comunidad autónoma que me provoca un especial rechazo e incluso cierta sensación de vergüenza ajena y, finalmente, de pena por todos aquellos y aquellas que le han seguido hasta aquí, y con cuyos sentimientos ha jugado.

El tema se remonta cinco años atrás. La coalición Convergencia y Unió (CiU) gana las elecciones autonómicas catalanas del 28 de noviembre de 2010 con 62 escaños (a 6 de la mayoría absoluta) convirtiéndose Artur Mas en el nuevo presidente de la Generalitat. Es el último año del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. La crisis económica está en pleno esplendor. Los recortes en el gasto público se han intensificado desde mayo de ese año hundiendo la popularidad del presidente socialista. Todas las Administraciones públicas se vieron obligadas a efectuar recortes e implantar copagos. Cataluña no fue menos. Se implantó el euro por receta, tasas al alumnado de Formación Profesional, se incrementaron los precios a pagar por el uso de los comedores escolares, etc. Todo valía para recortar el déficit, especialmente en los sistemas de Sanidad y Educación Públicos. Por cierto, ninguna de éstas medidas puestas como ejemplo se implantó en Andalucía. Con todo, no se consiguió el objetivo propuesto y Cataluña continuó con un déficit excesivo.

Pero, como de todos es sabido, la situación política cambia un año más tarde con la victoria del PP en 2011 que lleva a Mariano Rajoy a la Moncloa. Aunque la situación económica no cambia. O cambia para peor. Más recortes y nuevos copagos. Pero Artur Mas ve una oportunidad en el apoyo que puede brindar al PP en la aplicación de la política de recortes que ambos gobiernos están realizando, que aunque el PP no lo necesita en términos de aritmética parlamentaria, sí le vendría bien para evitar la imagen de soledad ante la impopularidad de las medidas. A cambio de ese apoyo Mas propone negociar un nuevo pacto fiscal que saque a la Generalitat de las dificultades en las que se encuentra. Es decir, más dinero para Cataluña en un momento en el que todos se están apretando el cinturón. Evidentemente, Rajoy, que no necesita a CiU para mantener la estabilidad de su gobierno se niega. La respuesta de Mas es: “Atente a las consecuencias”. El resto de la historia es conocida. Mas convoca elecciones anticipadas en noviembre de 2012, dos años antes de cuando correspondía; una farsa de referéndum soberanista el pasado 9 de noviembre; y, de nuevo, elecciones anticipadas que, según sus promotores, tienen carácter plebiscitario para el próximo 27 de septiembre.

Es decir, todo lo que se ha montado tiene un origen claro: el dinero o la falta del mismo. Todo lo demás no ha sido más que una huida hacia adelante, llevar el farol hasta sus últimas consecuencias sean éstas las que sean. Esto me recuerda a las malas películas de acción, en las que al final los buenos descubren que no había implicaciones ideológicas, que, en realidad, lo que se buscaba desde el principio era la “pasta”. Lástima de Cataluña.

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