Susana Díaz y Pedro Sánchez en una campaña electoral pasada. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Susana Díaz y Pedro Sánchez en una campaña electoral pasada. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Si alguien pretendía que la mal diseñada y peor ejecutada operación quirúrgica para derribar a Pedro Sánchez no tuviera consecuencias, evidentemente se equivocaba.

En una ocasión, y de forma pública, como avisando a navegantes, se oyó decir a Felipe González que, por las venas del PSOE, corre una gota de sangre ácrata, que, de vez en cuando, se manifiesta. Si la memoria no me falla, la pronunció en los días previos a las elecciones primarias para la Presidencia del Gobierno que ganó José Borrell en abril de 1998.

Ciertamente, la victoria de Borrell aquel 24 de abril de 1998 derrotando por un 55 % de votos a Joaquín Almunia, entonces secretario general, fue una de esas manifestaciones de las que González había advertido. Posiblemente, este próximo sábado, víspera de la reunión del Comité Federal que ha de decidir el voto en la investidura de Rajoy, asistiremos a otra manifestación de esa gota de sangre ácrata socialista. Por redes sociales está corriendo un llamamiento a una concentración pacífica en las puertas de la sede de la calle Ferraz, bajo el título de “La revolución de las rosas”. Se ha invitado a los participantes, que se espera lleguen desde toda la geografía nacional, a llevar en la mano una flor roja para poner de relieve el carácter pacífico de la protesta. El objetivo de los manifestantes es que la postura del partido sobre la investidura de Mariano Rajoy sea sometida a consulta de las bases y que se celebre un congreso extraordinario en el que se elegirá, por voto directo de la militancia, a un nuevo secretario general. Para ello se ha lanzado también una campaña de recogida de firmas para forzar dicha convocatoria en el menor plazo posible.

Sin embargo, ya no hay tiempo material para conseguir que se apruebe realizar una consulta y organizarla antes de la próxima sesión de investidura. Además, las federaciones de mayor peso socialistas se están decantando claramente por la abstención en la misma, encabezadas por la federación andaluza, cuyo secretario de organización, Juan Cornejo, ha declarado que esta abstención no le produce urticaria. El asunto a dilucidar es ya, prácticamente, como será la abstención, bien técnica o bien general del grupo socialista. Esto de la abstención técnica no deja de ser un eufemismo. Abstenerse un poco para que casi no se note, pero lo suficiente como para que Rajoy salga elegido presidente. La abstención general es más coherente, pero tiene sus riesgos. Los diputados del PSC, pero también otros miembros del grupo parlamentario, como la diputada por Zaragoza, Susana Sumelzo no se abstendrán ante Rajoy, aunque así lo decida el Comité Federal. Esto supone una ruptura del grupo parlamentario de consecuencias imprevisibles.

Queda claro que, si alguien pretendía que la mal diseñada y peor ejecutada operación quirúrgica para derribar a Pedro Sánchez no tuviera consecuencias, evidentemente se equivocaba. No haber previsto la capacidad de reacción de una militancia que, durante años, ha combatido democráticamente al Partido Popular y asiste hoy atónita al espectáculo judicial que está desvelando la mayor red de corrupción de nuestra historia democrática, es un error de bulto que no debía habérseles pasado a los estrategas de esta etapa de transición del PSOE. Pedir ahora a los militantes que bendigan una abstención que dé el Gobierno al PP puede ser demasiado.

Se puede culpar de ello a la dichosa gota. También se puede pensar que la gente está harta de que les tomen el pelo.

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