Una cuestión de confianza

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Que les diga a estas alturas de la historia que la política es extraña no les va a sorprender. Ciertamente, el juego político es extraño en cuanto combina una fase de competición, con un pico máximo en los procesos electorales, junto a una fase de cooperación. Esta fase de cooperación se produce normalmente en las instituciones, en las cuales hay que llegar a acuerdos de distintos tipos. 

Que les diga a estas alturas de la historia que la política es extraña no les va a sorprender. Ciertamente, el juego político es extraño en cuanto combina una fase de competición, con un pico máximo en los procesos electorales, junto a una fase de cooperación. Esta fase de cooperación se produce normalmente en las instituciones, en las cuales hay que llegar a acuerdos de distintos tipos. El acuerdo de más alcance se refiere a los pactos que garantizan la gobernación de estas mismas instituciones.

La constitución de las nuevas corporaciones municipales el pasado sábado fue un buen ejemplo de estos acuerdos. La ampliación del sistema de partidos con nuevas opciones que han obtenido representación, ha acarreado la necesidad de pactar la gobernación de muchos ayuntamientos. Particularmente la izquierda se ha visto más favorecida y ha conseguido aupar a las alcaldías a sus candidatos, a veces del PSOE, otras de las candidaturas impulsadas por Podemos, y en otros casos de partidos de ámbito autonómico o de IU.

Pero la tónica general ha sido la desconfianza. Se ha optado la mayoría de las veces por un apoyo a la investidura en vez de un pacto de gobierno. Y eso es indicativo de que dichas fuerzas no confían las unas en las otras. Puede ser por el hecho de que nos encontremos encarando una nueva fase de competición en las cercanas Elecciones Generales. Pero también se puede constatar que existe una línea de fractura entre el PSOE y el resto debido al pasado más inmediato. Hace cuatro años era este partido el que gobernaba el país. El partido que reformó la Constitución de acuerdo con el PP de la noche a la mañana. Eso no es fácil de olvidar. A éstas hay que unir también razones de índole local. Esto ha provocado que, como en el caso de Jerez, las candidaturas de unidad popular hayan apoyado a las listas del PSOE pero no se hayan integrado en los gobiernos locales. También se ha dado la situación contraria. De nuevo por la desconfianza hacia los nuevos actores políticos, esta vez, por parte de los ya veteranos socialistas.

Por otra parte, es verdad que las experiencias de pactos habidas hasta la fecha en nuestra democracia han sido casi siempre frustrantes. Pero también es notable el avance logrado en unos pocos meses. Se ha pasado de tildar de casta a unos y populistas a otros, a pactar sesiones de investidura para la lista de izquierdas más votada, siendo también un logro, dado que para algunos el PSOE no es considerado de izquierdas.

En todo caso, se ha hecho de la necesidad virtud. Como casi siempre. A través de estos pactos, legítimos en un sistema político de corte parlamentario como el nuestro, en el que gobierna quien forma mayorías, no la lista más votada necesariamente, se pone rumbo a la regeneración democrática tan necesaria en ciertas plazas tocadas por la corrupción.

Probablemente, tras las Elecciones Generales, algunos ayuntamientos sean gobernados por coaliciones. Se tratará de ir ganando confianza los unos en los otros. De poner en marcha un proceso de aprendizaje de la vida política en común, cuyo principio elemental es abandonar la prepotencia y buscar el diálogo y el consenso. En definitiva, de aprender una cierta cultura del pacto, democrática, que en países de nuestro entorno es tan frecuente y con la que llevan conviviendo decenios.

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