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"El presidente de Cataluña ocupó el puesto sin ser elegido por los ciudadanos. Llegó de rebote, en sustitución de Artur Mas. Y desde entonces ha perdido toda la dignidad...".

Llevo varias semanas queriendo escribir sobre lo que está sucediendo en Cataluña. Pero cada vez que me enfrento a la hoja en blanco me resulta imposible opinar sobre esta compleja cuestión. Se me escapa de las manos. Por más que intento informarme en periódicos, radios y televisiones de diferentes ideologías siempre termino con una sensación en la que se unen la falta de información y el exceso de información.

Escuchar y leer cada día términos como desafío, democracia, golpe de estado, independencia, falta de diálogo, anticonstitucional, ilegal, violencia, querellas, denuncias, detenciones... Y como estas otras tantas palabras que no reflejan nada positivo, me pone los vellos de punta. Menuda mezcla. Una fusión que refleja que vivimos en un país atrasado, al que le cuesta hacer frente a los problemas. Tanto por parte de algunos políticos como de algunos ciudadanos. Me refiero sobre todo a los que utilizan la violencia e impiden la libertad de expresión y de información.

No estoy de acuerdo con el independentismo catalán. Creo que Cataluña necesita a España y España a Cataluña. Pero creo que si fuera catalana querría ir a votar, porque el derecho a voto es fundamental y por tanto considero necesaria la reforma constitucional. Sin embargo no sé cuál es la solución a este problema, ni siquiera sé si a estas alturas la tiene. Disculpen mi ignorancia y confusión.

Lo que sí tengo claro es que independientemente de las ideologías de cada uno hay una persona en todo esto que me chirría más que el resto. Se trata de Carles Puigdemont. El presidente de Cataluña ocupó el puesto sin ser elegido por los ciudadanos. Llegó de rebote, en sustitución de Artur Mas. Y desde entonces ha perdido toda la dignidad que requiere alguien que ocupa este cargo con una actitud de desobediencia y falta de compromiso. Cuando presides una comunidad autónoma no solo puedes empecinarte en lo que tú quieres. Él ha optado por cerrar los oídos, por despedir a personas de su propio equipo que no compartían su posición con respecto al independentismo, por no querer dialogar y por hacer declaraciones en las que apela a saltarse la ley. Si todos actuásemos como él, no quiero imaginar la situación en la que estaríamos.

Este señor no estuvo a la altura ni cuando ocurrieron los atentados del 17 de agosto en Cataluña, convirtiendo a las fuerzas de seguridad del estado y una vez más al independentismo en un tema de debate que no venía a cuento. Alguien que no tiene la dignidad de comportarse como es debido en momentos en los que está presente el terrorismo no merece ningún respeto por parte de los ciudadanos. Está haciendo el ridículo y provocando que Cataluña dé una imagen que no se corresponde con la realidad de muchos de sus ciudadanos y que algunos no lleguemos a comprender el fondo de la cuestión. Lo que me da pena es que este tema, al que no resto importancia, esté dejando a un lado otros de suma relevancia. Esperaremos a que llegue el 1 de octubre a ver qué pasa. Pero después llegará el 2, y el 3, y el 4, y así sucesivamente. Y preveo que seguiremos en la misma lucha. Y que Puigdemont, pese a romper con la legalidad, continuará ahí.  

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