Visitas en el interior de la Casa Consistorial de Sevilla.
Visitas en el interior de la Casa Consistorial de Sevilla.

Durante estos días se ha celebrado en Sevilla la XIX Cumbre del Consejo Mundial de Turismo y Viajes (WTTC, por sus siglas en inglés). El pistoletazo de salida lo dio este pasado miércoles Pedro Sánchez, Juanma Moreno y Juan Espadas. El plato fuerte, no obstante, era la presencia de Barack Obama, ex presidente de los Estados Unidos. Un detalle: su caché para participar en este tipo de eventos supera los 350.000 euros por día. Pero en la cumbre, tal y como se nos ha explicado hasta la saciedad, participan hasta 1.500 líderes empresariales del sector turístico. Ahora bien, ¿quiénes son concretamente estas personas, a quienes se define como líderes del turismo?

Destaca la presencia del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, que estará acompañado estos días por los máximos ejecutivos de cadenas hoteleras como Hilton, JLL o Meliá. También acuden a la cita empresas de pago como Mastercard, Visa o American Express. Y estarán presentes centrales de reserva turística como Expedia, Amadeus o Airbnb. Operadores turísticos, compañías de cruceros, empresas de turismo de lujo, fondos de inversión, sociedades financieras y así un largo etcétera.

Ha habido tanta gente acreditada en la Cumbre Mundial del Turismo de Sevilla que podríamos llegar a la errónea conclusión de que allí no falta absolutamente nadie. La realidad, sin embargo, es bien distinta. Permítanme enumerar algunos de los colectivos que no han sido invitados a participar. Allí no estarán presentes, por ejemplo, las kellys, que son las trabajadoras que limpian habitaciones de hotel en extenuantes jornadas, por un salario mísero y a costa de su salud. Tampoco se ha invitado a nuestro pequeño comercio local, que es quien genera en la ciudad más puestos de empleo estables y de calidad.

No han participado en la Cumbre las asociaciones vecinales, que lamentan el aumento en el precio de los alquileres que ha supuesto el auge de Airbnb y de otras fórmulas de negocio similares. No fue tampoco ninguna representante de esas muchas y muchos jóvenes que, a falta de oportunidades, dedican sus mejores años a trabajar, con contrato temporal y un sueldo bajo. La mayoría lo hace en algunas de las franquicias de hostelería que proliferan en nuestra ciudad y que, pese a haberse asentado en Sevilla durante estos últimos años, envían los beneficios de su negocio lejos de aquí.

El problema aquí radica en saber aprovechar esa pujanza del turismo para hacer de Sevilla un lugar más próspero, donde se respete la convivencia y donde el conjunto de la sociedad vea cómo su economía y sus vidas mejoran

Vivimos en una sociedad global, en la que viajar se ha convertido en algo mucho más asequible y cotidiano que hace tan solo unas décadas. Y es en este contexto donde la industria del turismo ha experimentado un auge inaudito. A nadie debería sorprenderle que Sevilla haya sido elegida como mejor destino turístico del mundo en 2018, según la guía Lonely Planet. El mérito, sin embargo, no corresponde al actual alcalde, Juan Espadas. El mérito es exclusivamente de Sevilla. Nuestra ciudad reúne características singulares que hacen que por sí sola se proyecte al mundo: por su historia, por su potencia cultural, por su clima, por sus monumentos y tradiciones y, sobre todo, por el carácter único de su gente.

El problema aquí radica en saber aprovechar esa pujanza del turismo para hacer de Sevilla un lugar más próspero, donde se respete la convivencia y donde el conjunto de la sociedad vea cómo su economía y sus vidas mejoran. Las instituciones, y en concreto el Ayuntamiento, están para eso. Llama la atención que el señor alcalde, Juan Espadas, se codee estos días con lo más granado de la industria turística mundial. Sin embargo, Espadas llega tarde a la hora de reunirse y llegar a un consenso sobre el modelo turístico que quieren nuestros comerciantes locales, las vecinas y vecinos que están alarmadas ante la escalada de los alquileres, con todos esos trabajadores y trabajadoras que, aún empleadas en un sector en auge, sufren la precariedad y la temporalidad. Porque todas esas personas y colectivos a los que me refiero no solo son Sevilla, sino que además son la base que hace posible ese potencial turístico que tiene nuestra ciudad.

La última ocurrencia del señor Espadas, en plena Cumbre Mundial del Turismo, ha sido poner todo el suelo disponible en nuestra ciudad a disposición de las grandes empresas hoteleras. Nuestro alcalde ha pasado a estas grandes empresas multinacionales un inventario de los solares libres y de los edificios municipales que podrían rehabilitarse como hoteles. ¿Es consciente el actual Equipo de Gobierno Municipal que ese mismo inventario se lo hemos estado pidiendo durante cuatro años y se nos ha negado reiteradamente? ¿No se le ha ocurrido pensar que prácticamente todos los barrios de nuestra ciudad reclaman más dotaciones públicas y que muchos no tienen ni siquiera un centro cívico que ofrezca actividades y servicios a nuestros vecinos y vecinas? El señor Espadas está troceando y malvendiendo Sevilla, ignorando por completo las demandas vecinales. Durante estos últimos años se ha dedicado a liberalizar el urbanismo, desrregulando la normativa que protegía los bienes comunes y favoreciendo los intereses de unos pocos.

Es urgente y es un imperativo moral regular el boom turístico en aquellos barrios donde la subida de los alquileres está haciendo prácticamente imposible la vida de la gente. Y un ayuntamiento como el de Sevilla debe exprimir al máximo sus competencias para poner un límite a la proliferación de pisos turísticos. Es inasumible, por ejemplo, que en nuestra ciudad, que tiene unos límites alarmantes de desempleo y pobreza, haya tres veces más pisos turísticos que viviendas sociales. Es algo que en ningún otro país europeo podría suceder.

Y hay, además, otras muchas medidas que se pueden y se deben poner en marcha. Es inconcebible, por ejemplo, que en Sevilla los diferentes gobiernos hayan estado permitiendo, desde hace 25 años, que las empresas de autobuses turísticos que recorren nuestras calles no abonen el canon que les corresponde pagar a la ciudad, dejando así de ingresar un millón de euros al año, que sería un ingreso muy útil para mejorar las infraestructuras de los barrios o para cuidar de nuestro patrimonio verde. No, aquí tanto PP como PSOE, les otorgan medallas y premian a estos empresarios que han hecho una fortuna a costa de lo que es de todas y sin devolver nada a Sevilla, porque en otras ciudades sí que pagan ese canon.

Desde Adelante Sevilla, la candidatura a la Alcaldía de la ciudad que encabezo, contemplamos estas medidas. Como también contemplamos la instauración de una tasa turística por pernoctaciones, que lleva años en marcha en algunos de los principales destinos turísticos mundiales. Y los turistas no dejan de aparecer por Roma, por Ibiza, por Mallorca o por Barcelona, porque entienden perfectamente que una ciudad con una gran afluencia de personas debe instaurar esta tasa, que permita distribuir mejor la riqueza que genera el turismo y afrontar los gastos en servicios públicos que provoca la llegada de visitantes. El problema es que quien no ha entendido esto es nuestro alcalde, el señor Juan Espadas.

Lo decía antes, pero lo expondré con más detalle. 7 de los 15 barrios más pobres de toda España están en la ciudad de Sevilla, que sufre dos desahucios cada día. Un 40% de nuestra población está en riesgo de pobreza. Mientras el desempleo se ceba con muchos barrios de nuestra ciudad, el 60% de los trabajadores y trabajadoras no llegan a ser siquiera mileuristas. El turismo es una oportunidad, una oportunidad para revertir esta situación y generar prosperidad para nuestra gente.

Es innegable que cuando una pasea por el centro de Sevilla disfruta de una ciudad única, con siglos de Historia a sus espaldas. Una ciudad hermosa, que en sus itinerarios para el turismo mantiene un buen estado de limpieza y seguridad. Sin embargo, muchos vecinos y vecinas de Sevilla no tienen esa misma suerte y cuando caminan por sus barrios no encuentra la misma atención y cuidado por parte del Ayuntamiento. Sin embargo, yo creo que no solo es posible, sino absolutamente necesario, que nuestra gente disfrute Sevilla tal y como la puede disfrutar cualquier turista que nos visita.

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