José Antonio se ha levantado algo más temprano que de costumbre. Es raro que dando las siete aún siga en la cama, pero hoy no eran ni las seis y media cuando ya tenía a punto el descafeinado. Está algo alterado. Sabe que se acerca un momento especial y los nervios no lo dejaban dormir. Cada cuatro años, José Antonio vuelve a sentirse tan inquieto como un niño durante la noche de Reyes. Y eso que hace mucho que abandonó la infancia y que casi no la tuvo. La suya transcurrió en la década de los treinta. Cuando el primer estruendo de la guerra civil se hizo sentir y la negrura se abrió camino, José Antonio tenía ya diez años. Hoy ha cumplido los noventa y tres. Cuando el futuro ya casi no es una opción, el infinito se compone de recuerdos, y la mente de un nonagenario los almacena por toneladas.
Juan odia madrugar pero lleva casi toda la vida haciéndolo. Es lo que tiene la rutina mañanera estudiantil, cuando al jardín de infancia le sucede el colegio y a este el instituto. Aún no ha cumplido los veinte. Vino al mundo de la mano del efecto 2000 y ahora cursa segundo de Bachillerato. El año que viene debería comenzar la Universidad, aunque aún no tiene ni idea de qué carrera escoger. Cuando el futuro es largo, las opciones son infinitas.
José Antonio nació en Chercos, un pueblo de Almería. Ha pasado gran parte del tiempo fuera, desde que comenzó su carrera en la Guardia Civil. Pasó las décadas más duras de ETA en el País Vasco y decidió regresar al sur tras la jubilación. Volvió a su pueblo y se presentó a la alcaldía. Al parecer, le insistieron unos amigos. Lo hizo en los noventa, cuando Felipe González estaba a punto de ser destronado de La Moncloa y todavía vivíamos en la resaca de la Macarena de Los del Río, de la Expo sevillana y de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Cuando José Antonio alcanzó el bastón de mando de Chercos, aún faltaba un lustro para que Juan viera la luz por primera vez.
Juan siempre ha vivido en Villalazán, un pueblecito de Zamora. A sus 19 años ha decidido presentarse a alcalde. Es el aspirante más joven de estas elecciones municipales y, si los votos lo respaldan, se convertirá en el edil de menor edad de nuestro país. Mientras que Juan es nuevo en estas lides, José Antonio ha ganado ya la alcaldía seis veces. De ahí que su mandato en Chercos dure ya 24 años, cinco más de los que tiene Juan. Si José Antonio revalida su victoria una vez más —y el futuro no se le escapa— será alcalde a un paso de los cien años. Toda una hazaña.
Villalazán y Chercos tienen más en común de lo que parece. Ambos municipios rondan los trescientos vecinos, aunque no llegan a tenerlos. Son dos rincones de esa España vaciada que no aparece casi nunca en el telediario, ni tendrá reporteros este domingo desplazados a sus colegios electorales. Ambos son víctimas de la despoblación, del centralismo y de la desidia de muchos capitalinos. José Antonio y Juan nunca se han visto, pero es posible que sus vidas transcurran en paralelo a partir de pasado mañana. Todo dependerá de su pequeño electorado, de aquellos que sí los conocen.
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